viernes, 17 de agosto de 2007

Extranjero

Nunca he dejado de sentirme extranjero. He leído ciegamente de forma desesperada, tratando de encontrar una lógica en el pensamiento del escritor, pero siempre termino abatido por una serie de eventos que cambian mi sentir primero respecto de la lectura. No se evaluar historias, no puede entender muchas veces ese mundo entre lo real o lo inventado. Me propuse ser escritor de novelas y cuentos, pero me lo propuse de manera tardía, es decir entre a la función una vez comenzada la película, deben entender que cuando eso se hace cuesta mucho tomar la idea central en la que se basa la historia. No he tenido ejemplos en casa acerca de la literatura, una madre analfabeta y un padrastro con estudios mínimo que se perdía en los efectos del alcohol, la herencia pudo ser la más desastrosa, pero nunca se puede uno imaginar que la vida te llevara a creer que puedes escribir durante todo el trayecto de tu vida. En la escuela, la formación literaria era más bien inexistente, a nadie le preocupa la educación pública y si es que preocupa no era así en el estado que me había tocado nacer, crecer, educarme, quizá la suerte de estar en la región sino más pobre, si una de las más pobres del país. Las lecturas en la escuela se resumían a breves espacios, casi siempre se podían leer especies de resumen o fragmentos de cuentos, en verdad que no recuerdo ninguna historia o escritor de los que se pudieran leer en los libros de textos. La pobreza en casa era extrema, pienso que aún lo es solo que existe otra dinámica en la forma de conceptualizar las cosas. Mis espacios de lectura personal eran inexistentes. El primer libro que pude tener en las manos, se puede decir que era toda una joya, que además alguien me hizo el favor de tirar a la basura, en aquellos tiempos la gente empezó a tomar como tiradero de la basura los bordes de un pequeño río, pues allí hurgando entre esa basura me encontré con el Quijote, lo primero que represento fue un mundo lleno de símbolos, así que el primer libro que pude leer de manera completa, así como de forma libre, representaba una joya de la literatura universal, la verdad es que no entendí en lo más mínimo lo que estaba leyendo, pero quede impactado por tantas imágenes que salían de manera espontánea de la lectura, quizá la imagen más poderosa es cuando el caballero andante, enfrenta a los molinos de viento confundiéndolos con gigantes, hasta hoy me pregunto el sentido de esa imagen, la verdadera razón de la confusión y sino se trataba de un hecho nada casual, ni inventado, sino que resultaba parte de una realidad necesaria en la historia de este caballero. Tendría doce años cuando experimente por primera vez el placer de leer, pero desde ese tiempo he leído como se me viene en gana, no si existe alguna forma de interpretar o razonar todo lo se lee, de alguna forma me dejo llevar por mis instintos, esos mismos instintos me hacían comprender una realidad que tarde muchos años en digerir, pero la lectura de aquella historia, es la que me marco definitivamente para el resto de mi vida, aunque entender las marcas sueles ser un proceso muy largo, proceso que antes de entender se nos torna doloroso.
No se aún como es que nace un escritor, pero tengo de manera clara lo que deseo ser y hacer. Tenía doce años o quizá rondaba los trece, todo es por espacios de meses cuando entendí mi realidad, esa realidad que no quería soportar porque imaginaba que me llevaría por un mundo de fracasos, lo único que no tenía permitido era fallar, fracasar, no deseaba estar condenado a la vida que nos dejan los demás a esa vida donde te tienes que conformar con lo que queda, no te puedes dar el lujo de lo que deseas, sin embargo en esos días decidí de manera tímida que deseaba ser escritor, una timidez que me mantendría por muchos años más sumido en una especie de letargo, en un mundo de ausencias de lo que en verdad he deseado, tuvieron que pasar más de 18 años para comprender, para aceptar de una vez por todas a donde debería orientar el rumbo de mi vida, para muchos me encontraba en una edad que no es posible para dar principio a los sueños. A los 30 años decidí de manera conciente y un tanto madura mi deseo por ser escritor, pero no quedaron las cosas en simples deseos, desde ese momento se convirtió en mi más grande ambición. Así que no pude leer grandes cosas durante muchos años de mi vida. A los 17 años se presento la primera gran complicación familiar, el rompimiento de mis padres sugería una situación emergente en cuanto a los gastos de familia, tenía la obligación de responsabilizarme de todos los gastos posibles, para ese tiempo había dejado de estudiar, me había sumergido en un mundo distante, en un mundo diferente a lo soñado, fue esa mi primer gran mudanza, pero no solos e trataba de una gran mudanza sino que muchas cosas se venían abajo, el haber fracasado en mi deseo por pertenecer alas fuerzas armadas fue el mejor de mis fracasos, lo que más puedo celebrar hoy en día. Empecé a leer de manera más activa después de los 20 años, fue la primera introducción real al mundo de las letras, cosas extrañas me podían suceder sobre todo porque recuerdo que tuve que leer a Kafka porque era un requisito de la clase de lectura, pero de allí me dispare como nunca antes, en la universidad parecía que tendría que abandonar esa parte sobre todo cuando se decide estudiar ingeniería, todo por un impulso racional que me ponía ante un mundo según yo lejano de las letras, pero en la facultad una de las preocupaciones era el sentir humano, allí reafirme mi gusto por la lectura, allí comprobé que mis sentimientos reales por ser escritor, estaban muy bien definidos, dejo de ser una obsesión, termine con el estudio correspondiente de la ingeniería para auto jubilarme de ella, desde ese tiempo a la fecha han pasado ya cinco años, donde parece que me he perdido en un mundo sin sentido, donde he cambiado el rumbo de forma constante, descubrí los viajes, entendí muy bien mi mundo de viajero, de extranjero, he recorrido mil lugares no en el plan de turista y sin en el plano de ir transcribiendo las mil aventuras de esos viajes, pero reconozco que todo ello aún sin entregarme a fondo, falta mucha más entrega en esas cosas que ahora hago. Muchas cosas que han ido sucediendo no son parte digna de lo que debo escribir, muchas cosas son quizá dignas para una autobiografía, pero no se trata de escribir de mí o de las cosas que no tienen valor para el mundo diario, para este caos que nos toca vivir, se que tengo que trabajar mucho, se que después de 4 años de esfuerzos aún me mantengo bajo un velo negro que sugiere ignorancia, quizá debería preocuparme por hacer un esfuerzo aún mayor para descifrar cuales pueden ser mis mayores alcances o debería buscar ese punto donde todo lo que se va haciendo tengo un sentido real de lo que me espera en los días que están por llegar.
Nunca fui un estudiante brillante, me sentí casi todo el tiempo atrapado por una serie de eventos que me condenaban a llevar una vida diferente a los demás chicos, pensé otras veces que la vida carecía de sentido, que daba lo mismo suicidarse que tener muchos hijos para después arrojarlos al mundo, por suerte nunca fui capaz de atentar en verdad contra mi vida, aunque recuerdo un acontecimiento un tanto extraño, donde tome una pequeña soga y la pase por la rama más frágil de un almendro, según yo para acabar con todos los sufrimientos que se me ocurría magnificar en mis periodos de desgarro emocional, confieso que estaba seguro que la rama había de ceder a mi estupidez por lo que no me preocupe mucho, las cosas eran como morir emocionalmente para seguir en la lucha diaria, ajeno a todos estos sentimientos, por lo menos me alegra no haber intentado ser padre de una buena cantidad de hijos, pienso que se tienen hijos según sean las dolencias ante la vida. Me alegro que muchas cosas nunca pasaran, claro que todo ello fue así gracias a mis miedos. Conocí en la universidad a un par de hombres que le dieron otro rumbo a mi vida, el ingeniero Cadaval que me ayudo a soltarme de tantas ataduras emocionales, esas ataduras que no se ven peor que te condicionan en la vida, luego conocí a un profesor genial que me enseño el valor de las letras, Fausto Hernández, que me regalo un poco de confianza respecto al mundo que deseaba y aún deseo, ellos en conjunto me hicieron el mejor regalo en esta vida, lo único que tuve que hacer fue tomar el rumbo trazado, la experiencia hasta ahora me gusta, aunque no he sido capaz de concretar esta tarea para la que me he venido preparando en los últimos años. Me pongo nervio cuando descubro ese gran vacío existente en mi interior respecto a la tarea de escribir, a veces creo que por arte de magia todo tendrá una solución que llegado el momento lo que tendré será muchos libros escritos, la verdad es que no dejo de soñar.

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