jueves, 23 de agosto de 2007

En el jardín de esta mañana


Son las cinco de la mañana, en la calle el asfalto es acariciado por una leve llovizna, dicen que todo es por culpa del huracán, yo siempre he pensado que los huracanes solo pueden existir en donde esta la playa, pero en la gran ciudad, allí es imposible, pero luego te dicen que si la cola, que si las cercanías con el mar o la categoría del mismo, nos hacen sentir su presencia. A estas horas unos cuantos vecinos andan ya por la calle, el ruido del carrito de la basura, el barrendero que lleva la escoba a todo lo que da, barriendo, buscando los posibles objetos olvidados, porque deben saber que los objetos se olvidan, jamás se pierden, ni que tuvieran vida para perderse. El caso es que el barrendero es el catalizador de la vida en la ciudad, es el que da el toque inicial de vida a los días. En otras ciudades suelen pasar maquinas barredoras, acá no es así, muchos hombres se ocupan de recoger la basura, parece que ese es el gran negocio, entre las propinas que reciben, luego todo lo reciclable es vendible, pues van juntando sus pequeñas ganancias que al cabo de un año, se convierten en las grandes aportaciones a su economía. De no ser porque ahora la ciudad esta cubierta por un manto de lluvia, la luz del sol ya estaría coqueteando con las ventanas, dan ganas de dormir hasta tarde, pero a estas alturas resulta imposible dormir durante más tiempo. Existe una urgencia de ponerse de pie, de tomar un libro o encender el computador e intentar cazar letras, aunque la pregunta es si las letras se pueden cazar como se hace con las mariposas. Debería descansar, todos tenemos derecho hacerlo. Los especialistas dicen que si pasas más de diez minutos en la cama después de despertar, de seguro se tienen problemas de salud, en verdad que no lo se, pero debo confesar que esos diez minutos extras en la cama son los más placenteros del sueño, muchas veces prefiero esos minutos a la larga noche. Supongo que no es tan malo, además todos tenemos derecho a descansar un poco más, quienes son esos médicos que se atreven a dar un diagnostico sin saber de causas, en fin puras tonterías.
Parece que hoy no se va a trabajar, el descanso de alguna manera esta bien ganado, tantos días trabando desde que el sol da su primer encuentro con el ambiente hasta que la luna termina por dominarlo con su presencia, es más que justo, pero cuando quieres descansar vienen los ruidos, por todos lados la gente esta magnificando sus ruidos, los vecinos que se preparan para llevar a la escuela a sus hijos, terminan por hacer el ruido más grande, en ese trafico de abrir zaguanes, de calentar el motor de sus autos, de los gritos de que ya se les hizo tarde para ir a la escuela, pasar al trabajo, sacar al perro, esos in contar que las monjas suelen hacer un ruido aún mayor.
En estos tiempos de lluvia, me dan ganas de tener un techo con laminas de zinc, ya se que no es de lo más practico, como tampoco se puede pensar en romanticismos, pero ese ruidito me hace pasear por la memoria, me hace descubrir lo que según yo, había dejado de existir o incluso se podría pensar que esas cosas nunca pasaron. Los recuerdos que son más constantes, tienen que ver con los viajes. Es como una sensación única, durante el tiempo que sed esta de viaje, se puede decir que se experimentan ciertas emociones que parecen desconocidas, incluso, aunque solo por algunas veces, he llegado a extrañar a la familia, a los amigos, es algo extraño e incluso muchas veces viene acompañado por la culpa, dan ganas de regresar a la casa, dan ganas de experimentar en esas aguas mansas de la residencia casi diaria, pero luego cuando se esta a punto de regresar, me gana la tristeza, el miedo, ese sentimiento es aún más poderoso, sobre todo tomando en cuenta que en esos viajes se tienen amigos, luego la posibilidad de no volverse a encontrar es más certera que cualquier evento, entonces el llanto, suele desbordarse, me hago el fuerte, pero casi nunca deseo regresar, quizá porque del lado donde las rutinas son campeonas, pienso que la vida esta hecha, del otro lado donde el viaje me ha llevado, pienso que la vida se esta haciendo, el ir haciendo la vida se convierte en el sentimiento que más me gusta.
II
No es fácil deshacerse de los recuerdos, cuantas noches se pasa uno en vela, luego cuando uno ve las imágenes de esos lugares donde se han puesto los pies, es allí donde me atacan ciertos sentimientos, se anuda en la garganta un sensación de vacío, sensación que no me hace feliz hasta no dejar caer una lagrima tras otra. No es fácil ahuyentar todos los recuerdos, ni siquiera uno. La risa de los amigos, sus rostros, sus platicas, los instantes vividos, tienen un gran peso, pero también resulta difícil deshacerse de la casa, si la casa que nos viene albergando en los últimos años, no importa si en alguna esquina las varillas aún están desnudas o el techo no se resiste al coqueteo del agua, eso no importa, la casa es un lugar especial, donde casi todo lo que se va haciendo tiene un lugar especial, es el sitio donde se puede hablar libremente de los viajes donde algunos se asombran por los lugares recorridos, incluso me gana ese asombro particular, existen momentos en que ni yo me creo el saber que puse los pies en otros suelos, de verdad que es una locura, pero me gusta.
Ahora los ruidos de la calle son diferentes. El tren esta pintando con insistencia, de seguro esta a punto de partir, un gallo canta tantas veces como se le ocurre, un gallo en la ciudad no es cosa fácil, considerando los millones de gentes que en ella viven, pero aún más complejo resulta no tener un patio para que el gallo pueda andar a gusto (que ahora va por el canto número cien o quizá sea tantos gallos), acá los animales están condenados a las azoteas, no es como en otros lugares donde el único espacio condenado a las azoteas se les llama ático. Los autos ya empiezan a rugir con mayor fuerza. Pasan los aviones con mayor frecuencia, la lluvia comienza a sentirse con mayor intensidad.
Debería seguir dormido, pero ya es hora de abandonar las sábanas, es hora de pensar que existen otras cosas por hacer, de dejar para otro día estas ganas de no hacer nada. Es extraño, hace muchos días que no me levantaba tan temprano, creo que desde la llegada de Luisa, mucho menos me había preocupado por escribir mis reflexiones matutinas, al menos es mucho más placentero que hacerlo por la noche, cuando el sueño es el amo de todas las acciones, me llamo Antonio.
Luisa estuvo pocos días, después de una larga espera, mis deseos era de que se quedara sino para toda su vida, por lo menos para la mayor parte de ella, al menos hasta que la muerte me sorprendiera una mañana como la de ahora, me gustan las mañanas con lluvia, se que es una pena no poder oler ese aroma de la tierra mojada, es como si la tierra se excitara, eso me falta cuando llueve, poder sentir ese aroma, es como el aroma del café cuando esta siendo molido, pero para que les hablo de todo esto, si todos ya conocen esos aromas. Cuando todos esos aromas se conjugan, me gana cierta inmovilidad, me quedo atrapado, como si estuviera en una gran telaraña, como si yo fuera ese mosquito que esta a punto de servir de alimento. Me gusta la casa, me gustan tantas cosas de esta ciudad, pero luego la idea de los viajes me hacen pensar que este jardín diario no es todo lo que deseo, que la vida tiene otro nombre en otra esquina, que no todas las esquinas son iguales, pero que es posible tener una visión más amplia del mundo, si es uno capaz de encontrar el sitio exacto desde donde se puedan ver todas las cosas que vamos amando, las distancias no hacen otra cosa que evocar los recuerdos, con los recuerdos vienen las lágrimas, luego sucede, que tanto añoro estar en un lugar que cuando ya estoy en el, lo primero que pienso es en regresarme a casa, la única realidad en todo esto, es que cada viaje representa una gran perdida, pues la ausencia no es cuestión de antojos, sino de perdidas.
Observo mis pies desnudos. Son demasiado largos para mi altura, también son huesudos, todas estas andanzas se las debo a mis pies, lo único bueno creo, es que nunca condiciono su andar, ni quien debe pisar primero el suelo, es decir ellos tienen libertad de pensamiento, pueden hacer lo que les venga en gana, no creo en supersticiones, sobre todo aquello de no te levantes con el pie izquierdo o si llegas a un lugar pon atención con que pisas primero, porque es así como te va ir, no me preocupan esas cositas que considero sin sentido. Parece que digo cosas disparatadas, pero esa es mi condición diaria, la locura.
Toco mis pies, no con mucho esfuerzo puedo llevarlos hasta mi frente, no son unos pies diferentes, pero son la única herencia que tengo de mi padre, les he dicho que no conozco en persona a mi padre, pero si mis pies no tienen ningún rasgo de la familia de mi madre, entonces tienen que ser de él, del hombre que contribuyo con mi existencia, es el más hermoso de los obsequios, toco mis pies, me atrevo a tantas cosas, pero a diario los llevo a recorre este jardín que me alberga, les confieso lo que les amo, en cuanto lo escuchan tienen ganas de andar.
Esta mañana me he puesto a reconstruir mil imágenes, mil aventuras, no se cuantas andanzas, el camino nunca fue fácil de aquí en adelante tampoco resultara fácil, pero suelo ser un necio, pocas cosas me detienen, no me importan los obstáculos, sino hacer lo que me viene en gana, tampoco me gusta lastimar a mis amigos, me gusta la vida. Me gustan mis pies, largos, huesudos, inquietos.
Hace 18 años que llegue a la ciudad. Ahora tengo 35, te he dicho que me llamo Antonio, el sitio donde vive desde pequeño esta lleno de recuerdos, pero este sitio, en el que ahora vivo, esta lleno de mi, no son sus paredes las que denotan mi paso por este lugar, soy yo quien le imprime un ritmo, un sello una historia, soy yo quien sabe por donde llevar sus rumbos dentro de este sitio, no es este sitio el que me nombra, el que me orienta, el que me dice por donde es seguro caminar. Esta es una ciudad de muchos pobres, de gente que duerme amontonada, de hijas que se van temprano de la casa porque no soportan el hedor de sueños frustrados, de hijas que sueñan con una casita blanca en medio de una ciudad que no les resulte agresiva, esa es esta ciudad solo que no existen casitas blancas, todas son grises, solo que no existen espacios sin agresión, sino espacios abiertos al tiempo, la imaginación, el desastre o los ruidos, es un jardín excitante, es un sitio donde lo imposible es posible, donde nada se pierde, sino que cambia de rumbos. Los caminos no son sinuosos, sino largas avenidas rectas.
En uno de esos caminos de esta ciudad me fui perdiendo hasta llegar a ciudades desconocidas, hasta llegar a espacios que ni siquiera pasaban por mi mente inquieta, por esas calles se fueron muchos sueños, peor también nacieron los momentos más inquietos, las compañías más extrañas, los vuelos más largos, las noches más intensas, los amores, bueno hablar de los amores implica toda una vida de tantas pasiones, sobre saltos, encuentros o desencuentros, hablar de amores es entrar al jardín prohibido, pero esta mañana no es propicia, hace frío. El alma puede quedar desnuda, eso será en otros tiempos, bajo otras circunstancias.
A consecuencia de tantos andares, llega el momento en que cierta parte de uno se pierde, pero no por la ausencia de la ubicaciones, sino que se pierde uno en sentimientos cada vez más confusos. Algunas estancias me parecen inolvidables, pero existe una muy especial que marca la gran diferencia de todos los viajes experimentados, esa experiencia que muchas veces te orilla a no querer estar en un sitio porque allí quedo revelado el comportamiento un tanto irracional de lo que en verdad somos, aflora todo el instinto, por primera vez me sentí vulnerable. Ese lugar tiene un nombre, ese nombre existe de manera recurrente en todos mis sueños, la ciudad es hermosa.
III
A veces pienso que es imposible el recordar tantos rostros que han desfilado a los largo de mi vida, pero existen rostros que por alguna razón, supongo que extraña razón se quedan para siempre. Lo que en ocasiones me inquieta es saber lo que hacen mis amigos, algunos simplemente se desaparecen por largas temporadas, pero otros nunca más los volveré a encontrar, incluso con los que se que jamás he de volver a encontrar siento cierta curiosidad. Recordar nombres es mucho más complejo.
Hace unos días, estuvimos hablando de cosas del pasado, de una serie de gente que para muchos siguen siendo conocidos, la verdad es que en mi memoria no existía un breve espacio donde yo los pudiera ubicar, mucho menos les pude poner rostros, ello me parecen como un espacio perdido de mi memoria, pero al mismo tiempo me hacen tener en cuanta que algunas cosas se pierden, quizá por tener la trascendencia que uno quisiera o simplemente porque según nuestro pensamiento así debe ser, lo cierto es que experimente ciertas dudas, pero al mismo tiempo he comprobado que existe un gran espacio en blanco, ese espacio comprende la etapa de mayor andar emocional, pienso que tal vez solo me este protegiendo de esas historias, aunque nadie se protege de si mismo, en fin son cosas de este diario andar. Los pies me los habrá dejado mi padre por distracción o lo habrá hecho de manera conciente, sea como sea amo mis pies.
Tengo tantas cosas que dan vuelta en mi cabeza, por supuesto que la pregunta constante tiene que ver con la idea de porque mi padre nunca estuvo en casa con mi madre, bueno tampoco existía casa, luego con esa duda surge otra más, será cierto que ala abuela intento secuestrarme, cuantas cosas en realidad han existido, cantas son invento de este diario en vida, de estos encuentros que sugieren una forma de defenderse de los recuerdos más dolorosos, en este andar cuantas cosas no he inventado para seguir con vida, para no desfallecer, cuantos instantes son parte de la imaginación, incluso mi nombre, mi verdadero nombre que tiene que ver con todo este mundo de ideas que parecen no conducir a ningún sitio, caso soy ajeno de mi realidad.
Otra vez se siente el ambiente propicio para dejar que los recuerdos me invadan, pero esta mañana es preferible dejarse llevar por los recuerdos de esos olores a tierra mojada a café que recién se va tostando, esta mañana es ideal para atrapar mariposas en un campo donde lo existente son grandes pájaros de fuego que vomitan kilómetros por segundos, pájaros que te llevan al lugar más lejano de este mundo, un mundo que muchas veces me invita a recorrerlo, esta mañana es para seguir vivo, no para sentarse a intentar vivir de recuerdos. En la otra esquina, al parecer llueve más fuerte, me asomo con cuidado, no quiero resbalar, estoy descalzo, el frío en los pies es más intenso, mis manos buscan mi bolsillo, el agua no va a parar en todo el día, dicen que por un huracán intenso, que importa todo eso, lo importante es que aún seguimos vivos. "Lo que daría por algunas cosas del pasado".
La ciudad es un jardín muy especial, en algunos espacios tenemos fresnos, aunque lo más abunda son las flores, todas al aire libre nada esta condicionado por espacios cercados o limites territoriales, las jacarandas son preciosas pero ya casi no existen, cada vez son menos. Pero el sentimiento no esta en la presencia de los árboles, mi jardín se siente en su máximo esplendor cuando mis amigos están en el, es más hermoso recibir vistas, porque entonces tus espacios se llena de ellos, ellos que van dejando parte de su piel dentro de estos entornos, donde su risa suena con gran fuerza, entonces el mundo de acá se vuelve mucho más intenso.
Algunos amigos se han perdido para siempre. Nadie se opone a los cambios en la naturaleza, nadie toma conciencia que de alguna forma, todos somos dueños de este gran jardín, dejamos que la ciudad sufra todas las transformaciones posibles, que alguien decida que puede quedarse y que no, que alguien más decida construir una torre para festejar el bicentenario de nuestra independencia, todo eso sucede porque se desea inflar el ego, porque se desea transcender, entre más grande la obra, más grande su recuerdo, al parecer es lo que se dicen, sin embargo no prevalece ese recuerdo sino la obra en si, que es trabajo de otros. El hombre que horas antes barría las calles, ahora pasa gritando: "la basura, por ahí su basura".
Abro mi ventana, me asomo a la calle. Todo parece estar vacío, las calles mojadas pero sin aroma, parece que todo es más grande bajo ese cielo que no deja que el sol se asome, pienso que por primera vez en muchos años este es el mundo que me atrapa, pienso que la ciudad es mía, que los ruidos son los ruidos que para siempre marcaran el rumbo de mi vida, pienso que no me gusta el cielo gris y frío de Paris, pienso que mi ciudad lo tiene todo, entonces descubro que en este instante estoy parado en un cruce de caminos, que es ahora cuando tengo que tomar el rumbo, pienso que la ciudad me ha de esperar siempre, quizá con otros vestidos, pero siempre estará a la espera, pienso que mi mejor momento es este instante, es hora de tomarlo. Sigo con la ventana abierta, me estoy mojando, pero eso no me importa.
Otra vez en mis espacios, después de una larga ausencia, el cielo se encarga de rociar el agua para que mi jardín no se quede desierto, la ciudad no tiene brillo, hace mucho tiempo que se dejo embriagar de un gris, ese gris que te puede llevar hasta la locura sin remedio, este cielo que atrapa.
Recorro mi interior, no dejo que la ventana se cierre, es un mundo especial, es un mundo donde a cada paso me dejo atrapar por el asombro, entre juegos, entre llantos, entre risas, es un mundo parte de todo el mundo, es el mundo donde quizá vea pasar mis últimas imágenes, donde al lanzar el último alienta me sienta satisfecho porque es aquí donde han nacido todos mis sueños. En la otra esquina existe un lugar muy especial, en la otra acera me espera un sueño aún más intenso, es hora de partir.

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