martes, 15 de mayo de 2007

La suerte de Miguel....

La suerte de Miguel

Cuando alguien quiere rentar un departamento, lo primero que desea es que se lo muestres, quizá por aquello de que de la vista nace el amor o el odio o lo que tenga que nacer, si es que algo nace. El comportamiento de Lucía fue muy extraño, sólo preguntaba por la renta: 1000 pesos. Lo apunto en su pequeña libreta, luego note que traía en la mano izquierda un parche anticonceptivo, esas cosas a mí me dan mala espina, luego cuando voy a misa el cura nos ha prohibido el uso de todas esas cosas, así que sospeche de ella, pensé que todo lo que deseaba era un rinconcito donde meterse con su amorcito, con su amante o con quien ella quisiera. Imagine tantas cosas, a los padres angustiados cuando ella no llegara a casa, incluso imagine al abnegado esposo paseando por el corredor de su departamento, a la espera de su esposa, cansado de la jornada de trabajo, soportando el grito de los niños, o luchando con las carencias diarias del hogar, mientras ella daba rienda suelta a sus pasiones, imagine porque otra cosa no podía hacer.
Desde ese momento tuve una gran antipatía por Lucia, juro que si fuera por mí jamás le rentaría el departamento, me propuse no rentarle nada, le dije que si antes de cerrar cualquier trato no deseaba ver el departamento, que era en realidad algo incomodo, muy chico, con una sola recamara, que los muebles ya estaban viejos, luego eso de vivir en el séptimo piso, pues no es algo muy aconsejable, pues bajar escaleras como sea, pero subirlas diarios eso si que es como una manda. Me dijo que esta perfecto para lo que deseaba. Lucía insistió en dejar el trato cerrado, incluso me llego a mencionar la posibilidad de una rebaja, por supuesto que le dije que esa era una renta lo más baja posible, por un momento perdí el control, me dieron ganas de insultarla, pensé hasta para sus cochinadas buscan la manera de ahorrar, Dios mío, ayuda a la juventud de ahora.
Por dentro tenía una rabia incontrolable, pero me aguantaba o disimulaba muy bien, me dije que por nada del mundo permitiría que rentara dicho departamento, le argumente que acá vivían muchos niños, que no tendría paz, ni por un segundo, le dije que debería buscar en otros lugares, acá no tendría donde poner a secar la ropa, luego los muebles al estar muy viejos ya no eran funcionales, la televisión estaba descompuesta, la estufa hace años que no sirve, en verdad no te conviene le dije. Lucía me dijo que eso era lo de menos, no creo que eso le importe mucho a Miguel. Por la ropa no tendrá problemas, él acostumbra llevarla a la lavandería, por la comida yo se la traeré a diario, así que asunto resuelto.
Entonces me solté a reír, pero de manera burlona, eso le gusto a Lucía, quien se soltó a contarme cosas, me dijo que Miguel en realidad es una amigo, que vendrá por estas tierras porque esta haciendo un trabajo de investigación, me contó que es un incipiente escritor, sin nombre, sin fama sin fortuna, eso si, con carácter de la mierda, pero que una vez que se siente en confianza pues se porta de manera genial, me dio que ella desea ayudarlo, que si me pidió una rebaja es porque no le alcanza el dinero para pagar estos gastos, luego Miguel no puede hacer mucho por sostener su situación económica, atraviesa por el síndrome de los escritores, cuando estos van a la deriva por falta de capital, todo lo que ella deseaba, era ayudar un poco. En realidad me reí de sus argumentos, me parecía la tontería más grande que he podido escuchar en todos los años de mi vida, supuse de inmediato dos cosas, la primera es que Miguel se hacía pasar por algo que en realidad no es, ello me llevaba a entender que se estaba aprovechando de la pobre Lucía, en ese instante sentía compasión por ella, me hubiera gustado entrar en contacto tonel tal Miguel para averiguar que es lo que pasa por su cabeza, estuve tentado de preguntar en donde se encontraba ahora, pedirle a un amigo que es detective que lo investigara, ese amigo tiene una amiga muy hermosa, seguro que no le costaría en lo más mínimo saber las intenciones de Miguel, sobre todo si esta amiga le coqueteaba de forma descarada a este sujeto tan desconocido para todos. Por otro lado llegue a pensar que Lucía me estaba tomando el pelo, es decir la única realidad es que se trataba de su amante, no existía en todo esto historia confusa. Sea como sea, no me quede con las dudas, le hable a mi amigo Salvador, el se puso en contacto con Adriana, ella es abogada según se, pero esta profundamente interesada por el mundo de los misterios, así que estarían preparados para cuando Miguel pudiera llegar al departamento.
De todas formas, no deje de ponerle mil pretextos a la pobre de Lucía. Le dije que la renta mínima es por un año, ella deseaba tan solo un mes, le dije que si no tenía fiador, tendría que pagar al menos tres meses de adelanto, si se marchaba antes del año, perdía su fianza. Incluso si se marchaba al mes. Lucía me descubrió, me dijo que si le caía mal o es que ya tenía otro candidato para el departamento. Entonces le aclare que el edificio no era mío, que yo tan solo me encargaba de dar informes, que tendría que ir a ver al administrador. Ella se fue sin decir nada, ni siquiera un gesto de adiós o gracias. Se puso en contacto con el administrador.
Pensé que los ardores de Lucía estaban fuertes, que tenía unas ganas tremendas de apagar su fuego, la veía de alguna forma como desesperada, después de todo a mí que me importaba, aunque en misa el señor cura siempre nos dice que esas cosas no son buenas, eso de andar teniendo amantes fuera del matrimonio; deje que el silencio se tragara mis pensamientos. Lucía tenía urgencias.
El nombre del supuesto amante me hizo imaginarlo como alguien alto, quizá un poco obeso, es decir si es escritor debe estar sentado todo el día, un tanto perezoso, que no le gusta caminar, con un humor más insoportable que sus olores, debe oler mal, quizá ni siquiera se baña, tal vez ni se cambie de ropas. Luego si se le ocurría que le hiciera sus mandados, la verdad es que por nada del mundo me prestaría a sus juegos, subir siete pisos es de tontos. Quizá sea un hombre gritón. Si su nombre fuera el de salvador, otra cosa sería.
II
El día en que Lucía trajo a Miguel, me quede sorprendida. No fui capaz de contestar el saludo. Al entregarle las llaves de la entrada, lo encontré solo, leyendo un libro, tiene una sonrisa tan especial, luego dice cosas tan extrañas, pero no desafortunadas, pedí disculpas por mi falta de cortesía al verlo llegar. Miguel tiene parálisis de sus sistema motriz, no puede caminar, su vida trascurre entorno a una silla de ruedas, para nada es obeso, eso si se nota que si pudiera levantarse de la silla, tendría una buena altura, me gusta su sonrisa. Le conté las cosas que llegue a imaginar acerca del tipo de relación que sostenía con Lucía. Claro todo según yo, también le confesé que le había pedido a mi amigo Salvador que lo investigara, que incluso su amiga Adriana, se había puesto en contacto con él, diciéndole que ella no tenía novio, que el anterior no duro mucho porque fue un desastre por sus celos, a lo cual según ella, Miguel se había portado como todo un "perro" diciendo que él podría ser su novio, que incluso le había invitado a tomar un café un día de estos ya sea en la ciudad de Pachuca o en la misma ciudad de México. Me sentía muy apenada con Miguel, la verdad es que no sabía nada acerca de su condición, tampoco de sus amarguras o esas luchas constantes por vencer sus miedos, su inmovilidad era lo único que le permitía moverse, pero estaba condenado por todo lo que pudiera vivir a esa silla de ruedas. Me dieron ganas de llorar.
Es bueno que me digas todas estas cosas, fue lo que me dijo Miguel, pensé que también te caía mal, en los últimos tiempos mi forma de actuar me esta rebasando, a veces pienso que terminare dominado por la paranoia, que un buen día buscaré la forma de ponerle fin a mi vida, alguna vez le he pedido de favor a mis amigos que me ayuden, pero mira nadie quiere hacerlo, si tan solo pudiera moverme con un poco de libertad, otra cosa sería mi vida. Luego cuando esperabas que yo fuera algún amante de Lucía, pues me miras en este estado, pues de seguro te mortificas, pero no lo hagas, tampoco quiero que me tengas lastima, mira no te encontraste con un amante de mi amiga, en cambio te encuentras con alguien que para casi todas sus cosas depende de la voluntad de los otros, por lo menos puedo hablar, eso es un valioso regalo, en verdad que lo es.
Nos hemos reído mucho, le he preguntado por su familia, por sus viajes, por sus libros, me ha dicho que me regalara la copia de uno de ellos. Tiene siete libros escritos, me confeso que le encanta el siete que ya no desea escribir mal libros, que él cree mucho en la suerte. De su familia me dice que tan solo su madre sabe apreciarlo, los demás buscan la manera de deshacerse de él. Dice que le gustaría poder salir a la calle, pero lo malo son las escaleras, que estaba agradecido con Lucía por el espacio conseguido además de que ella lo pagaba todo con sus dinero, por un segundo pensé que las lagrimas me iban a traicionar. Lucía me prometió sacarme a pasear, pero debo entender que su trabajo en el restauran, así como las cosas de la escuela, le impiden tener ciertas libertades, mucho hace con pagarme el departamento.
Miguel esta convencido de que Lucía es una buena chica. También me ha contado que es cierto que Adriana lo contacto vía mail, le envió una foto en la que aparece con poca ropa, según esto, ella es modelo, trabaja para una compañía de llantas, que ella le dije estar encantada con lo que escribe, pero el sabe que solo se trata de un juego, en la red todo mundo juega, eso lo sabe muy bien, luego sino juegan, cuando lo ven con el cuerpo paralizado se alejan sin decir nada, así que él no se hace ilusiones, sigue los juegos, poco le importa lo que pueda suceder, de alguna manera sabe que las cosas no pasaran de las letras. Miguel suspira profundamente. Con voz fuerte repite: Las letras.
III
De todas las cosas que pude imaginar de Miguel solo he acertado en una: se la pasa sentado todo el día. Casi siempre esta en la ventana, le gusta ver como la gente va o viene de sus trabajos o quehaceres. Le gusta platicar con los inquilinos, por las tardes algunos chicos suben hasta su departamento, el les lee cuentos, les cuenta historias, todo el tiempo esta hablando, le gusta tener amigos. A veces no puedo ir hasta donde esta, me siento tan cansada de subir una vez tras otra los 18 tramos de escalera que conforman los nueve pisos del edificio. Otras veces le digo a Miguel que ya no hable mucho porque terminara con una infección en la garganta, pero a él eso no le roba los sueños, muchas veces se pone a gritar desde su ventana, la gente le devuelve el saludo, aunque eso no sucede con frecuencia. Me gusta la voz de Miguel, apenas tiene 35 años, perdió movilidad en un accidente de tránsito, un conductor en estado de ebriedad, le robo la movilidad de sus pies, me ha contado que solía viajar mucho, que conoce gran parte del mundo, que ha pisado todos los continentes, pero que le hubiera gustado pisar la mayor parte de los países de esta tierra; me dice que esta en estas tierras porque deseaba sentirse una vez más en le trópico de cáncer, yo de esas cosas nos e nada, pero me cuenta que hace pocos años, estuve en la mera línea del trópico de cáncer, solo que en los rumbos de la India, que ahora deseaba hacerlo en sus país, también h estado muy cerca del trópico de capricornio. Casi nunca tengo tiempo para las pláticas.
Le dije que no debería gritar tanto, luego le hable acerca de su letra, me gusta su letra, así que le pedí que me escribiera recaditos, que me los aventara por la ventana, a veces me aventaba rollos de papel, tenía el suelo del patio cubierto de papeles, muchas veces me escribía versos, otras veces pequeños fragmentos de historias, el me decía que no eran otra cosa que relatos, relatos en cuatro partes que hablaban de su vida, me fui haciendo aficionada a su relatos, luego todos esos papeles los fui apilando en el pequeño cuarto donde se guardan los útiles de limpieza. Pocas veces venía Lucia por el departamento.
En ocasiones no leía todo lo que Miguel me lanzaba, Dios me castigo por no hacerlo, mucho tiempo después descubrí que Miguel se encontraba en fase terminal de su vida, me lo había escrito, pero lo leía hasta ese día en que ya no pudo escribirme más. Tenía una enfermedad degenerativa. Le pregunte de nuevo por su familia. Me dijo que todas las cosas iban bien hasta antes de su accidente, pero una vez que esto sucedió, se vio obligado a firmar una serie de papeles que le daban poder a su abogado para quedarse o repartir todos sus bienes, su abogado es de la familia, al igual que su contador, lo único que hizo fue estampar su firma, luego despedirse de todo lo que tenía, para mala suerte no murió a consecuencia de su accidente, ahora tenía que vivir de favores, pero eso poca gente lo entiende, me contó que le quedaba un pequeño departamento en la ciudad de México, algo que obtuvo muchos años antes de tener dinero, pero que casi nadie sabe de su existencia, había pensado en venderlo para pasar sus últimos días de manera digna, pero no estaba convencido del todo, por lo pronto había decidido heredarlo a su madre. Su cuerpo se veía muy degenerado, sus manos se estaban volviendo viejas conforme los días pasaban, aparentaba más edad de la que en realidad tenía, pero su voz no cambiaba en nada. Como me gustaba su voz.
IV
Miguel nunca creyó que las cosas serían fáciles, esta agradecido con Lucía por haberle pagado el departamento, los domingos aprovecho para llevarlo a pasear. Para muchas cosas depende de los demás, cada día su vida se torna más complicada. Antes venía Lucía una vez por semana, ahora ni siquiera eso. Le pago los dos primeros meses de renta, después le pidió al administrador que dejara correr el deposito, para el tercer mes Miguel no volvería a decir palabra alguna. Eso si, Lucia le manda su despensa cada dos o tres semanas, pequeñas cosas pero que a Miguel le vienen muy bien. Siempre me pregunto porque accedió Lucía a que Miguel viniera hasta estas tierras.
Pocas hablamos de Lucía, a él le gusta contar sus aventuras por el mundo, siempre habla con cariño de una novia que tenía al norte del país, me dice su nombre tantas veces que termine por aprendérmelo, ahora esa chica se encuentra en España estudiando, seguro se casara por allá me comenta un tanto triste, también me dice que su padre es español que es un hombre muy rico, pero que él nunca ha querido molestarlo, luego se pone a llorar, me da la espalda, se pierde en su mundo. No deja de aventarme papelitos, todo el día lo hace, he llegado a pensar que no duerme, pues también de noche escribe, pese a que sus manos están muy deformadas, su letra no deja de ser hermosa, me gusta su letra, pero me resulta imposible leer todo lo que escribe, a veces he pensado llevarlo a la casa, pero allí tengo menos espacio, luego se quedaría todo el día solo, es más fácil que yo me quede en las noches en el edificio.
Me ha dicho que quisiera tener un perro, me habla del color del perro, del nombre de dicho animal, hasta de la raza me habla. También me ha dicho que le pedirá prestado a Lucía su celular, pues desea hablarle a su madre, ella debe estar muy preocupada, aunque le envía correos electrónicos, su madre no los puede leer, depende de alguien más para enterarse, pues ella no aprendió a leer. Quiere despedirse de ella, es lo que me comenta, pero Lucía ya no viene más por el departamento, he llegado a pensar que nunca más le volveré a ver. Le contesto que tendrá el celular en sus manos, que si quiere tener al perro pues debe pedirle a Lucía uno.
Le digo que no debe comer cosas pesadas para que si intestino funcione bien, me dice, que esas son tonterías. Se ríe de todo. En las mañanas es cuando lo veo más alegre, es cuando más escribe, hace unos días le llego un paquete, me lo dio, me dijo es para ti Cristina, el paquete contenía un libro, el titulo es "Atrapados" por Carlos S. me explica que ese es su seudónimo, su nombre de autor. Me hace mucha ilusión tener una copia de novela en la mano, prometo que la voy a leer, aunque suelo ser muy mala leyendo, haré el esfuerzo.
Casi todos sus mensajes son tristes, a veces prefiero no leerlos. Muestra lo horrible que es su enfermedad, el me dice que los guarde todos, que ese es su mejor regalo, me ha dado un sobre para cuando él ya no este, me dice que busque a esa persona que le entregue todas esas notas, que él sabrá que hacer, que yo seré a cambio muy feliz, que nada me va a faltar, me digo que esta tomando el pelo. Creo que su familia se ha olvidado de él, su madre lo debe recordar mucho, pero él dice que ojos que no ven corazón que no siente, quizá tenga razón, pienso que si aún tuviera dinero, su familia andaría cuidando de él, pero como antes de morir les dio todo, pues ya lo han olvidado, como se olvida el suéter preferido. Creo que esta vida es injusta. No creo que Lucía vuelva avenir, pero si Miguel muere en el edificio, el administrador la encontrara para que pague los gastos correspondientes, que dura, que ordinaria, que simple es la vida.
Quisiera que nada de esto estuviera pasando, a veces me arrepiento de haber pensado que se trataba de un amante furtivo de Lucía, también me apena haberlo investigado, me apena haber sustraído de los datos de registro la dirección electrónica para luego proporcionarla a mi amigo Salvador, luego este a su amiga, por cierto de ellos nunca más volví a saber nada, parece que la tierra se los trago, parece que una vez que han hecho su jueguito de benefactores del mundo, les dio por perderse, a veces creo que Salvador en el fondo, no muy en el fondo era Adriana, pero esos juegos a mí que me importan.
No se cuanto le quede de vida a Miguel, pero conforme pasan los días se ve cada vez más desmejorado, me gustaría encontrarme con Lucía para darle algunos de los escritos que Miguel me lanza, será, digamos un regalito muy especial. Quiero ver la cara que pone Lucía cuando lea todas las cosas que yo he tenido que leer, quiero ver la expresión de su rostro que se cubre de sueños, ese rostro que se despreocupa, que cree que todo es más fácil sino se afrontan los problemas. El menos triste de los mensajes, habla de una entrevista con la muerte, de la felicidad que por fin ha conocido, quiero ver su rostro, quiero ver el mío, por primera vez he tenido confianza, no deje que mis tontas experiencias de vida me llenaran de miedos. He conocido la felicidad a lado de Miguel.

jueves, 10 de mayo de 2007

Hijas de nadie

Hijas de nadie…

Se que poca gente lo duda. Es decir se puede vivir en un espacio tan pequeño, apenas nueve metros cuadrados bastan para pasar allí una vida entre necesidades, entre olores, sobre todo los olores, esos olores que me recuerdan parte de mi juventud que se fue perdiendo entre ruidos que no puedo reconocer, entre ruidos que me taladran constantemente, ruidos, solo eso ruidos. Una tarde muy calurosa, a mi madre le dio por abandonarnos, allí empezamos a destruir todo lo que hasta antes de eso fuimos, eso sin contar con lo que hace nuestra soberbia, nuestra forma de ver el mundo, el pensar que somos más que más, más que todos los demás, algo muy torpe de aquellos tiempos. Mi hermana Evelia, no deseaba reconocer que su forma de actuar la estaba llevando a un mundo de caos. Por cierto ya nadie se llama así.
Ella pensaba que era como gotas de luz que traspasaban el umbral de los necesitados, yo, que cosas podría pensar yo, yo que estaba entre el descubrimiento del amor, entre los alborotos de la comezón interna, propias de una edad un tanto desequilibrada por tantas cosas que te llegan de un solo golpe.
La ropa de uso diario, se colgaba en un lazo tendido sobre la cama, de una pared a otra, siempre estaba lleno de humedad el pequeño cuarto, no teníamos una sola ventana, luego la puerta estaba totalmente sellada, sin vidrios, lo que convertía a nuestro espacio en el más oscuro de los lugares de este mundo. Todas esas cosas eran para Evelia como para mí, algo un tanto extraño, lleno de fantasmas, de ruidos, siempre el ruido, nunca un espacio de silencio, siempre esa voz interna que demanda un comportamiento que te grita que te exige averiguar donde nada se puede averiguar, esos gritos que te piden preguntar lo que no se pregunta porque ya se ha dicho tantas veces, sin embargo se pregunta hasta cansar, hasta destruir, hasta quedarnos como antes. Las ropa tendida entre toda esa penumbra, era capaz de proyectar sombras, en ocasiones llegamos a pensar a soñar que esas sombras que danzaban sobre nuestras cabezas, no eran otra cosa gente que caminaba de un lugar a otro en busca de sus sueños, también tenían opción de ser otras cosas, tal vez nubes cargadas de aguas que estaban por precipitarse sobre nosotras, aunque nos a ambas nos gustaba más, el pensar que eran un grupo de trapecistas listos para entrar a escena. Nos divertimos mucho, pero siempre el ruido, luego los olores, los miedos, siempre Evelia reclamando por todo…
Nunca quisimos reconocer que nuestra madre se canso de nosotros. Llegamos a pensar que la de la soberbia era ella. Un día nos llevo al circo, allí conocimos a los trapecistas. Luego ella decidió hacer su vida, estudiar, prepararse, dejarnos, una buena historia, solo que según nosotras sin un buen final, para ella es mucho mejor así.
Cuando mi madre estudiaba, cuando ella trabajaba en la casa haciendo comida para venderla a los obreros que trabajaban en las partes más lejanas de la ciudad, su vida era tan cansada, que solo le veíamos llegara a casa con el bostezo a flor de piel, entonces estiraba los brazos, se tiraba en la cama donde dormíamos todos, nunca hablamos de cosas que no fueran frivolidades, tampoco existían los días de descanso. Me gustaba pensar que ella estaba llena de sueños, a veces pensaba que esos sueños estaban llenos de suciedad, que de nada servían las cicatrices que se había tatuado en ese ayer, que sus sueños no podían tomar asiento, que tenían que estar de paso, sueños rotos, percudidos, sueños movidos por el sueño.
II
Ella se llamaba Adelina, mi madre. Pocas cosas puedo recordar de manera clara, incluso me he olvidado de su voz, quizá todo ello sea porque mi pensamiento siempre va de paso, pensamiento que se lleva con facilidad mis recuerdos, nunca oí cantar a mi madre, ni siquiera en los días que nos reuníamos en la iglesia. En la duermevela, antes de que ella se fuera a vender la comida a los obreros, nos leía la cartilla, no decía como comportarnos, que hacer, que no hacer durante el día, la casa quedaba impregnada por los olores, como odio esos recuerdos donde los olores nunca se van, olores entre suciedad, entre ropa húmeda todo el tiempo, luego el olor del aceite de cocina, aceite usado tantas veces. De inmediato nos levantábamos de la cama, en la casa, aunque pequeña siempre se tenía algo por hacer, no fuimos a la escuela, mi madre pensaba que si ella estudiaba la suerte que nos tocaría sería mucho mejor, pues ella en pocos años podría terminar sus estudios, a nosotros nos separa toda una vida para poder lograr algo…muchas veces me despertó el ruido que hacía la puerta, al salir mi madre en las madrugadas a cumplir con su trabajo, llevaba en la espalda las grandes cantidades de comida para vender; por las tardes ella iba a la escuela.
Nunca nos preocupamos por la edad de nuestra madre. Evelia tendría 8 años, yo dos años más, mi madre debería ser muy joven cuando nos abandono, pero era aún joven cuando murió, no fue mucho tiempo después, tan solo unos días después. Siempre recuerdo las arrugas de su frente. De nuestro padre poco sabemos, lo cierto es que cada una tenía un padre distinto, era fácil de ver por nuestros físico, aunque de tanto estar juntas terminamos por vernos tan parecidas. Evelia deseaba las mismas cosas que yo, llegamos a pensar igual, nunca le tuvimos miedo a nuestro entorno, a nuestro mundo agresivo, al encuentro con otras vidas, con otras historias, como si el saber de la vida de otros nos llevara a vulnerar alguno de los mandamientos. Casi siempre nos gustaba jugar con los trapecistas en el lazo sobre la cama. En nuestro cuarto, en nuestra pequeña casa, sin encontrarnos con nadie es como si viviéramos solas. Las sombras eran los hermanos no tenidos, el padre jamás conocida, la madre que nunca estaba, las sombras lo eran todo.
Cuando mi madre tardaba en regresar de la escuela o de sus actividades, Evelia se ponía a llorar, nos encariñamos mucho con las sombras en nuestro cuarto, pero nunca fue a sí con los olores, que decir de los ruidos, se convirtieron en nuestros enemigos. En ocasiones los vecinos se acercaban para saber si estaba en casa mi madre, algunos solían coquetearle, eso nos disgustaba, Evelia solía arder de tantos celos. Mi madre casi siempre terminaba por entablar charlas con sus vecinos, a veces pienso que ella se enamoraba de manera inmediata, esas situaciones nos hacían sentir huérfanas, no el hecho de no tener un padre o no saber quien era él, pienso que muchas veces nos aprovechamos de todo eso, pienso que de laguna manera ejercimos el chantaje emocional sobre mi madre.
Por alguna razón, llego el momento en que Evelia empezó a cambiar, dejamos de jugar, ya no inventamos historias, ni nada con nuestro entorno, nos volvimos calladas, como habitadas por una soledad de magnitudes que a cualquiera pueden tirar sin mucho esfuerzo. Nuestras diversiones se tornaron en saltos sobre la cama, en pelea cuerpo a cuerpo, en luchas que sin saber demostraban lo mucho que la violencia estaba avanzando en nosotras. Sin duda todo empezó a dar giros imprevistos, mi madre estaba a punto de terminar sus estudios, las cosas quizá sin aún saberlo, cambiarían para cada una, pero eso nadie lo sabía.
III
A mi madre le encantaba estar a oscuras. Le gustaba contar historias solo que era poco frecuente que tuviera un poco de humor para ello. Empezamos a ponerles nombre a todos los bichos de la casa, ya saben esas arañas que suelen desprenderse del techo, las cucarachas que corren a esconderse, las hormigas, no existe un lugar que todo ese zoológico no exista. El portero empezó a coquetear con mi madre. Parece que el dinero no alcanzaba para muchas cosas, aunque debo decir que vivíamos bien, si a eso se le llama vivir, digo las cosas como son, no invento nada, pero creo, pienso que aquello no era vivir. A Evelia siempre se le ocurría jugar a los muertitos. Decía que ganaba el que mejor pudiera hacer su papel de muerto, nos quedamos muchas veces sin respirar por largos segundos, sin abrir los ojos, sin hacer gestos. Todo era reír.
Fue un lunes cuando mi madre no regreso a casa. Se levanto muy temprano e hizo todas las cosas como siempre. Ese mismo día el portero no se presento a trabajar. Pasaron muchos días, pensamos que mi madre nos había abandonado, pues siempre nos amenazaba que una vez que terminara con sus estudios se marcharía, que nos dejaría, que ya se había cansado de nosotras. El viernes anterior se había graduado, algo de esas cosas que estaban de moda, algo en sistemas, la verdad es que no recuerdo muy bien. Una semana después de ese lunes, encontraron a mi madre en la casa que ocupaba Evaristo, el portero. Se dio el veredicto casi de forma inmediata, esta muerta escuchamos. Aparecieron muchos curiosos, uno de ellos llamo a una de esas funerarias que brindan servicios gratuitos para los indigentes.
No supimos nada de lo tramites, solo que mi madre se veía tiesa entre las sabanas del portero, a él jamás lo volvimos a ver. La metieron en una bolsa negra, le hicieron algo así como una autopsia, después la cremaron, mi hermana al igual que yo, pensamos que mi madre estaba jugando a morirse. La vimos por ultima vez cuado ella fue metida al crematorio, creo que ella lo último que pudo ver fue su titulo, pues lo tenía en la mano derecho, como aferrada a el. Todo sucedió de manera tan rápida, que de un segundo a otro nos encontramos para siempre solas. Alguien nos preguntaba que pensábamos hacer, pagar una renta no era fácil, luego conseguir la comida, nos recomendaban ir al orfanatorio, nos advirtieron que no lo más probable es que no estaríamos juntas. No nos agrado la idea de separarnos, aunque tuvimos que aceptarla poco tiempo después.
IV
La necesidad fue muy fuerte, lo que decimos hacer fue tomar la única herencia de mi madre, así que nos pusimos hacer comida, nos fuimos a vender en esos barrios lejanos de la ciudad, la casa seguía oliendo igual, todo estaba tan oscuro, siempre humedad, mucha humedad. Con el poco dinero que se podía ganar fuimos pagando nuestros primeros gastos.
Nos hicimos de muchos amigos, entre ese ir diario por los rumbos más lejanos. Casi todos eran albañiles, plomeros, vende fierros, chóferes. Allí fue donde conocimos a José Santacruz. José tenía un compadre que era chofer. Ese compadre pasaba gente al otro lado a los Estados Unidos pues. Evelia empezó a jugar con la idea de irnos, que allá nos iría mucho mejor. Pero poder pagar los tantos miles que te cobran pues no es nada fácil. Luego atravesar la frontera no era cosa fácil, pero si se podía hacer pues ya allá del otro lado era cosa de cada uno lo que se pudiera hacer, no era tan fácil lo que se nos ocurría hacer. Hablamos con el compadre de José, por supuesto que no podíamos pagar la suma que nos pedía, luego por las dos, pues las cosas no son tan simples. Don Salud, él compadre de José es buena gente decidió ayudarnos, pero solo a una, dos representaba mucha perdida para él, resolvimos que Evelia, era quien debía viajara primero, allá la alcanzaría en poco tiempo, ese mismo día decidió irse también José. Debían viajar en una especie de ataúd viajero, le dije que era como estar en casa solo que se iría moviendo, no había porque tener miedos. He esperado mucho tiempo para tener noticias de Evelia, pero aún nada, de José tampoco volví a saber de él, como tampoco de su compadre Don Salud. No quiero imaginar lo que pudo haberles pasado, tampoco me gustaría sentir por todo lo que ha tenido que pasar mi hermana. Tengo esperanza de que ella un día vuelva, pero a veces agacho la cabeza, suelo caminar así durante largos trayectos. Llegue a pagar precios impensables por nuestro cuarto, seguía teniendo las mismas medidas, los mismos olores, los mismos ruidos, siempre al volver deseaba encontrarme con Evelia.
Ha llegado el momento en que no puedo soportar más, así que he tomado la decisión, voy a realizar ese viaje, me sepultaré en esa casa andante, pensaré que vale la pena, iré buscar a mi hermana, poco importa que los estados Unidos sea tan grande como me dicen…

martes, 1 de mayo de 2007

Pago de servicios para la vida...


"Somos lo más que somos porque nos alteramos."

Pago de servicios para la vida…

Por la calle se escuchan murmullos, voces que gritan acerca del dolor, voces horrorosas que al parecer le cantan al amor. Ese es el escenario diario, después de 17 años fuera de casa, las cosas no son igual. Con esas ganas de dormir, entre el mal humor o la presencia de los dolores paulatinos de la edad. Aún entre sueños, Magdalena se despierta creyendo que ya es tarde, le atemoriza pensar que se le puede hacer tarde, se levanta de la hamaca, prende la luz, se lamenta por la hora, una noche más sin dormir plenamente, avienta todo lo que esta a su paso, se encuentra enojada, tienes unas ganas inmensas de llorar, pero al igual que siempre prefiera aguantarse, tragarse sus dolores. Al verse reflejada en el espejo entiende el desorden de las líneas de expresión en su rostro, el mal humor por no dormir es algo que se le puede notar con mayor facilidad.
Se mantiene tensa. Escucha el ruido del ferrocarril que marcha a las dos de la madrugada, no importa que su ruta sea a más de dos kilómetros de donde ella se encuentra, de noche los sonidos son más nítidos, puedes escuchar con precisión los ruidos más íntimos. Sabe que ya no podrá dormir, sin embargo se acuesta de nuevo en su hamaca, no deja de mecerse, la situación se torna cada día más compleja, pero tiene que soportar cada evento, cada situación. A veces se dice que debe aguantar solo un poco más, solo hasta que termine el año. Se desploma en una sensación de vacío, con un dolor físico muy inferior a todos sus sentimientos. Esta harta. Aprieta los ojos, ya le arden, el corazón, le viene molestando en los últimos días, siente una extraña sensación, como si fuera a perder a alguien muy querido, eso sin hablar de sus constantes sueños. Trata de no pensar más, sabe que las cosas con Tomas no son como ella lo piensa, él no vendrá por la casa como hasta hace unos días. Intenta huir a esa serie de pensamientos, sabe que las desgastan, que no le permiten hacer una vida como ella lo desea, de alguna manera la van atando, la van condicionando en algo que no le interesa. Tener que tomar la rienda de su vida no es una tarea simple, sin embargo a estas alturas que cosa puede fallar, desearía tener alguna enfermedad, un pretexto simple le basta, una mala palabra, un segundo de retraso, pero es inevitable, llegado el momento ni como hacerse a un lado, así que tiene que poner en claro lo que desea, por donde piensa ir, necesita establecer su estrategia para que sus noches no sean igual de largas, sin dormir…
II
Por un segundo decide poner su vida en mano de Tomas, pero luego cuando se siente insegura, lo que hace es recuperar su vida, dicho sea de paso que solo toma sus decisiones en sus adentros, luego toma decisiones que a cualquiera podrían llenar de espantos. Orgullosa. "Magdalena no me digas que ya no quieres pensar en lo nuestro", la culpa de todo la tiene un tal José Cleofás, que con el afán de curar toda su curiosidad o morbo sexual se la pasa haciendo bromas un tanto estúpidas. "Solo a dicho la verdad: a que aspiramos con todo esto, con el tiempo te aburrirás de mí, solo me buscas porque de laguna manera te sientes seguro, pero después nada seguirá como hasta ahora", mientras ella tiene el control de las cosas, todo marcha de maravilla, ese sentimiento le hace no tomar una decisión inmediata, parece que le gusta el juego de poder, parece que se siente muy cómoda teniendo en todo momento el control de los actos, de las circunstancias, pero esto no puede durar toda la vida, eso sin contar que la vida cada vez es más corta.
Tomás, quiere obligarla a detenerse. "Toda mi vida, me la he pasado soñando, jamás me ha importado la edad, o si las cosas que uno hace llevan o no a un puerto seguro, es decir, no me importa si lo que podemos intentar tan solo dura un segundo o lo que nos resta de vida, aunque mi apuesta es poder llegar hasta nuestro último aliento juntos." No importa si mañana cumples tus inigualables 60 años. No sigas con prisas por la vida, detén tu marcha un segundo, esperame. No pasara mucho tiempo para que pueda alcanzarte. Lo que quiero es que terminemos juntos, lo que nos resta por vivir. Se que ambos podemos darnos fuerzas, sueños, aventuras, se que aún la vida por vivir es mucha, pero ya no corras, no hagas caso a los comentarios sin sentido de la gente amargada, solo escucha tu voz, piensa en todo lo que te propongo, deja que llueva en tus entorno, deja que tu cuerpo se estremezca, dame la oportunidad de entrar para nunca más salir de tu vida. ¿Te imaginas?
Las imágenes provocan la sonrisa de Magdalena, en el fondo esta llena de miedos. Mientras su vida sigue con las mismas rutinas de los primeros años de su vida, el trabajo, los sueños, la poca esperanza, el desconocimiento de una madre que en ocasiones parecen hacer falta, pero sin duda cuando se tiene, pocas veces se acude a ella. A veces piensa que mientras ella trabaja, Tomás, andará coqueteando con las chicas de su edad. Tomás se detuvo, se quedo trabado en una sonrisa o un gesto parecido al dolor. "Cuando mi madre trabajaba, venían a casa cuantos enamorados posibles, ese tipo de vida me deje con cierta sensación de asco, no es mi deseo andar de cuerpo en cuerpo, lo que te propongo es puro, honesto". Te confieso que odio la traición, también odio el color blanco. Tendrás que ponerte celosa de otras actitudes, pero no de otras mujeres. Magdalena, no sabe que creer, en ocasiones sus dudas son más fuertes, pero nunca tan fuertes como sus miedos.
Siguieron caminando, juntos, quizá mucha gentes al verlos, pensaría en las mil cosas posibles, después de todo la gente siempre habla tenga o no razón, hace los comentarios más hirientes. Al llegar a casa Magdalena le pide sus llaves a Tomás: "¿Me entregas mis llaves?", por un momento el se resistió. Magdalena le dio las llaves por si algún vez no la veía por el mercado o por el trabajo, él viniera por casa, pues seguramente ella habría muerte, a ella le preocupa apestarse, vive sola desde hace 17 años. Tomás se resiste, le argumenta que piense en el tiempo, en las cosas que pueden hacer juntos, "porque lo pensé, tomé la decisión", decidió por los dos, poco importa lo que el otro piense, si es que le ama o lo que siente, es sencillo, tomar un decisión sin importar que alguno de los dos caiga o tenga una recaída de la cual no pueda rehabilitarse. Todo dentro de una actitud arbitraria.
Magdalena levanta las cejas en una actitud casi cotidiana, le dice que puede tomarlo como se le venga en gana… le dice que existen tantas cosas que no le permiten decidirse con toda libertad, entre ello la edad, luego las cosas que ella siempre ha fundamentado como moral de vida, el que Tomás tenga su familia, sus hijos, una esposa, eso hace todo lejos de un sistema poco funcional, así que si él decide suspender su vida conyugal, dejar de lado sus responsabilidades con sus hijos es algo que a ella no le agrada. Recibe todo tipo de argumentos, que van desde la idea que deben estar juntos para hacer soportable su vejez, que deben pensar que están en una etapa de la vida donde todo es más disfrutable, le dice que es un oportunidad de la vida, le comenta que él esta dispuesto a esperar todo el tiempo que sea necesario para que ella tome una decisión, que ahora es un tiempo precipitado, luego entre sus silencios cada uno entiende que el tiempo pasa volando. Es importante no perder el tiempo, pero más importante es no perder la oportunidad que se pueden regalar.
¿Quizá crees que no tengo razón?, si lo analizas, entenderás que todo lo que hagas te llevara a perder el tiempo, lo único que se construye con nuestros actos es la verdadera cara de lo que seremos al final de la vida, de seguir así cada uno terminara en completa soledad, esa será nuestra verdadera cara, nuestra única cara.
Ella desde siempre se aferra a sus silencios, una forma de responder casi a todo es decir porque así lo marcado la ley, otras veces lo único que dice es que las cosas son así porque así deben, tienen que ser. Otras veces le dice que acepto el que pudieran verse, atender sus coqueteos, pero pensar en que cada uno debe romperse para establecer una relación más formal, luego la doble vida, las responsabilidades, eso es algo que no es simple de entender, al menos ella no quiere aceptarlo. Le vuelve a pedir sus llaves…
Magdalena entre a su casa, cerro la puerta de golpe. Tomás le dije que no entendía, pero que seguiría esperando, no se trataba de retenerla, sino de tener lo que él pensaba podría ser un buen final para su vida. En todo momento le ha dicho que ella es muy injusta con los dos, ella tiene la tentación de dar marcha atrás a sus decisiones, tiene ganas de pedir disculpas por todos los insultos o quizá por todos los malos ratos, su actitud es siempre la de poder, es una forma natural de protegerse en el fondo es más débil de lo que los demás supone, digamos que se rompe con tal facilidad que una vez que siente que puede caer se pone boca arriba, se defiende con lo que tenga a la mano, no importa si con esa actitud termina dañando a los demás. Tampoco importa quienes sean los demás. Dentro de su casa lo vio todo como si nunca antes lo hubiera visto, por supuesto que esa sensación le empezaba a gustar. Por un lado se sentía a gusto, por otro lado tenía unas ganas inmensas de llorar.
Se puso acomodar sus cosas. Noto que sus paredes eran blancas, le agrado en ese instante no permitirle a Tomás que fuera dejando sus objetos personales, pues ante la decisión de no verle más, tendría que soportar el dolor de las mudanzas propias de la pasión, solo hasta ese momento pudo entender su extraño comportamiento, las cosas que suelen hacer los objetos, es una extraña manía, pero ahora le había venido muy bien, no dar paso a esa serie de circunstancias. Después de todo que son las cosas, solo objetos sin vida que ocupan un espacio que al parecer les resulta digamos propicio, pero si uno no le da importancia, pueden irse a la basura con absoluta facilidad, a Magdalena casi siempre le da por deshacerse de los objetos personales, ya sea arrojándolos a las basura o los quema, esa es su extraña manía.
Se tendió en su hamaca. Sin desvestirse, aún con el maquillaje, se cubrió la cara para dejar soltar sus lágrimas en un instante incontenible de pasión, de locura, de muerte. Noto de nuevo que muchas de sus cosas eran blancas. Magdalena recordó lo que hace unos instantes le había confesado Tomás acerca de su odio por el color blanco, le extraño que nunca antes se lo hubiera dicho, pero es de alguna manera normal, que una vez que las emociones se sueltan, se digan las cosas más tontas, también se dicen grandes verdades, es allí cuando somos capaces de expresar nuestros miedos, nos desesperamos con facilidad, allí es cuando se puede conocer a una persona a fondo, no existen secretos, es un momento extraño, es una situación que sin pensarlo nos lleva a las confesiones más extraordinarias. Bajo otras condiciones esa confesión hubiera sido un buen motivo para tener una larga charla, a ella le encantaba jugar con la idea de que él vivía pegado al cordón umbilical que lo mantenía unido a una mujer, a la mujer con la que él hacía esa vida conyugal, ella se divertía con tantas cosas que cualquiera hubiera tomado como agresivas, se aprovechaba de que tenía la situación bajo cierto control. La casa estaba tomada por el color blanco.
Con frecuencia el pasaba por ella a su trabajo, platicaban durante largas horas, de alguna forma ya tenían una relación clandestina que en ocasiones parecían tener una forma de absoluta intimidad. Magdalena muchas veces ha querido decirle a donde van realmente, que ellos ya no tienen la edad para comportarse como dos chiquillos, que sus tiempos son otros, ella desea seguir viviendo sola, pero al mismo tiempo el tener una relación condicionado por otros tiempos, por otras obligaciones, es algo que no le gusta en lo más mínimo. Al darse cuenta que nunca más iba a repetir toda esta experiencia le dio por temblar, tenía un buen amigo, una persona con quien podía hacer más llevadera la edad, luego así es más fácil atacar los efectos de la soledad, pero como siempre su carácter, sus caprichos, le hacían portarse de una forma que ni ella misma podía entender, quizá era porque esta inmersa en este siglo de la violencia.
Se prohibió seguir pensando en lo mismo, pero sus diálogos al desnudo solo sabían regresarla a las mismas cosas, su tema constante, su mente se mantenía ocupada por las imágenes o el recuerdo de las constantes platicas con Tomás.
III
Magdalena continuo con sus rutinas diarias, llego a pensar que la vida le pondría enfrente una serie de problemas, cosa que le importa muy poco. Sabe que si se deja llevar por las cosas de sentido común, la vida puede venirle mucho mejor, pero su vida carece de grandes preocupaciones, nada que no se pueda resolver con unos cuantos pesos, en el fondo sabe que esta dando los primeros pasos a sus reciente estrenados 60 años, le espera un largo camino si es que la historia de vida se repite como el resto de su familia, se puede decir que como vivir otra pequeña vida, la de los nietos, la de los que están por venir o van llegando en estos tiempos al asombroso mundo. Lunes 2. El primer paso de esta nueva edad es arrancar las cosas que tanto le inquietan, piensa en seguir con su rutina interrumpida hace un año. Aprovechar el tiempo, seguir trabajando, a donde le llevan sus actos, acaso un día la vida será diferente. Por lo pronto mantener la rutina es lo esencial. Apresuro el baño. Apenas, tenía unos minutos para llegar a tiempo al trabajo, no podía perder en estos momentos su empleo, pero después de fin de año, tendría otros tiempos, otras oportunidades, debería aprovechar todo lo que se presente después de cumplir con sus plazos.
El primer cambio en esta nueva vida, es que no se preocuparía por si Tomás pasaba por ella al trabajo, tampoco tendría que seguir lidiando con su jefe inmediato, que dicho sea de paso no se cansa de acosarla. Termino de vestirse, luego se fue a pintar las cejas, se dijo que si se la hubiera tatuado no perdería tanto tiempo en delinearse, luego en la madrugada es cuando menos puede ver. Pero entre buscar una estética que se atreva a realizar dicho tatuaje o si las hijas quiere ayudarle a encontrar un lugar adecuado se convierte en el más largo de los favores que nunca se cumplen. Se tuvo que resignar a seguir con su rutina de delinearse casi a oscuras. Noto que tenía hacer los pagos de algunos servicios de la casa, cosas de las que Tomás suele encargarse, pero ahora tendría que hacerlo ella. Al salir debería ir a un centro comercial, porque de ir a las oficinas correspondientes le llevara más tiempo, luego si considera que cierran temprano, pues le resulta difícil cumplir con esos pagos. Nunca ha querido tener problemas por falta de pago en sus servicios, ahora menos los desea tener.
IV
Magdalena pensó que tan solo se llevaría unos minutos en realizar sus pagos, después regresaría por el trabajo, para platicar con los del turno de la tarde, en estos momentos resultaba importante no perder el contacto con los compañeros, luego deseaba dejar todos los pendientes terminados pues para la próxima semana estaría de vacaciones. Pensó que le vendría muy bien ir a la playa, quizá un viaje por el puerto, tantas cosas pasaban por su cabeza, pensó que era tiempo de irse de pueblo en pueblo, realizar aquellos extraordinarios recorridos de su juventud, por aquellos pequeños poblados a ritmo de sones jarochos.
Solo estaba funcionando una caja para los pagos, poca gente en realidad una fila de dos personas esperando turno. Magdalena se formo. Segundos después llego una mujer un tanto desarreglada, con el cabello aún húmedo, con la cara llena de crema. Extrajo de su bolsa, los comprobantes de pagos necesarios. Le comento que ella siempre lleva consigo copias de todos sus papeles no sea que los necesite por alguna emergencia, en estos tiempos no se sabe que se pueda necesitar. "Cargo hasta la licencia, pero no creo que me la vayan a pedir, los de tránsito son mis amigos", eso sin contar que pocas veces conduzco, vive en un sitio tan céntrico. "¿Usted a que viene?" Magdalena respondió un tanto malhumorada, a pagar los servicios…
El tono cortante, no fue un motivo para que la desconocida guardara silencio. Siguió charlando. Pues yo como ya estoy grande no suelo venir a pagar, casi siempre me la paso viajando, a estas alturas uno no debe despreciar las oportunidades, la desconocida seguía hablando; por lo general los servicios los pago desde el banco, pero algo sucedió que este mes no se han hecho los cargos, uno no debería preocuparse por estas cosas, pero cuando se esta vieja, hasta los créditos te niegan, en fin, si tienes una cuenta corriente debes aprovechar esos servicios. En el momento en que se presentan las oportunidades debe uno aprovecharlas, para que más que la verdad, después ya no se sabe si vuelvan a ocurrir, así que si me sale un enamorado, pues ni lo pienso, si se le ocurre que debemos ir a la playa, pues me digo ya se esta haciendo tarde. ¿Por qué me miras así? ¿Piensas que no tengo razón?
Magdalena recordó que alguien, alguna vez le dijo que la vida a los 60 es muy complicada. Marcó al número de Tomás. Escucho su voz, dudo un poco acerca de que decirle: "Vamos sonríe un poco, por fin he hecho caso de tus consejos, he venido a pagar los servicios, luego al salir de aquí pienso ir a la casa de las pinturas, deseo cambiar ese horrible color blanco de mis paredes, ¿qué te parece el verde?... De acuerdo, que te parece si vamos el viernes, para el sábado quiero que vengas conmigo a la playa"…

"La mugre del hombre solo en casa sola."