sábado, 15 de septiembre de 2007

Retorno al punto de partida...


Retorno al punto de partida...

-¿Cuántas veces regresas al mismo punto de tu vida?
-Sin decir nada, la mujer de cabellos desordenados negó con un movimiento de la cabeza, al mismo tiempo que soltó un suspiro.
-Yo he regresado muchas veces.
Ella recorrió con sus manos la piel casi marchita de Alejandro, se entretenía dibujando en el pecho de esté, hacía recorridos lentos que terminaron por estremecerlo. Él se levanto de la cama, caminó sin prisa hasta la ventana, estaba totalmente desnudo. Era una noche fría como todas las noches al sur de la ciudad, por esos rumbos del ajusco.
Aún quedaba un cigarrillo de marihuana, Alejandro acercó la llamita del encendedor. Se puso a observar por la ventana, poco se podía ver en esa noche oscura, la lluvia no dejaba de caer, el vidrio estaba empañado, las cosas nunca salían como se planeaban. Intento que su mirada fuera más allá de las luces de los faroles que entre los árboles lanzaban algunos destellos de su presencia. Todo era silencio, los perros que en otras noches no dejaban dormir estaban escondidos, solo de cuando en cuando se podía escuchar el rumor lanzado por las llantas de un coche que sale presuroso en medio de la noche, sin saber siquiera si viaja de norte a sur o viceversa.
-Cuando te digo regresar, no me refiero al tiempo o espacio físico, es decir, la idea es como cuando te acuestas a dormir, pero no logras hacerlo porque una sensación extraña te invade, es como esos sueños recurrentes donde el mismo tipo de siempre, mata a un amigo tuyo, ese lugar que nunca cambia, quizá la misma esquina de un sitio que te parece desconocido pero tan habitual o el patio de tu casa; a eso me refiero, a esos regresos, no quiero que lo veas como cuando uno se va de viaje para volverse más tarde. Es una sensación extraña que te sucede tantas veces en el año, quizá unos cien o doscientas veces. Es como ponerse a soñar para despertar, para estar de nuevo en el mismo lugar, pero con esa sensación que todo es nuevo. Estar seguro que todo lo que hacemos nos regresara irremediablemente a la misma historia. Algunos dicen que esto se debe a la experiencia de la reencarnación, otros más le llaman tedio a la vida, eso que te sucede cuando dices que tal situación ya la viste antes, incluso te encuentras con un sujeto que nunca has visto, pero juras que le conoces. No se puede decir que algunas cosas solo ocurren una vez en la vida. El primer instante en el que ocurre eso, no es que ya estés muerto, tampoco podemos hablar de la reencarnación, parece algo más simple, ese primer instante donde ocurren todas estas cosas, es regresar al primer punto, al único punto que tenemos de partida para nuestras vidas, quizá somos unos cuantos que nos atrevemos a este viaje sin comparación, yo lo he hecho cientos de veces sin mover una sola parte de mi cuerpo. La sensación es única, incomparable, llena de pasión, podría decirse que es como una muerte chiquita. ¿Alguna vez has disfrutado de una muerta chiquita?, te explico como es una muerte chiquita, seguro que tú ya lo sabes, algunas veces mueres más de quince veces mientras hacemos el amor. Una muerte chiquita es comparable con un orgasmo.
-De ser así, solo se regresa una vez.
-Seguro que eso lo dijo alguien que no ha disfrutado de los orgasmos. Se tienen muchas muertes chiquitas, muchos regresos e igual número de navegaciones, la vida es constante movimiento, se busca porque nada llega por casualidad, regresar es parte de esa búsqueda, despertar es parte de una muerte no anunciada, incluso un orgasmo es parte de lo que andamos buscando, de alguna forma todo ello es parte del camino a la felicidad. A veces quisiera morir cien veces en tus brazos. Puta madre si se lo que son las muertes chiquitas, si se con claridad lo que es regresar al mismo punto. A veces no quisiera despertar porque algunos regresos duelen, pero todo es parte de la vida, sin ello es como no existir. Quisiera no cerrar los ojos, entregarme a tu cuerpo, morir en pequeñas dosis en ti. Las pequeñas muertes suman lo que es la gran muerte, pero si estoy contigo deseo morir lentamente, poco a poco.
-Los muertos se quedan dormidos para siempre, no mueren lentamente -dijo ella tras un largo silencio, dio la espalda. Tenía un cuerpo perfecto, unas nalgas hermosamente redondas, brillantes, llenas de un sabor único.
-Esos son los muertos que solo lo hacen una vez, pero yo hablo no solo de muertos, sino de ese ir o venir a través de tantas cosas en la vida, hablo de pequeñas muertes, no de las que suceden de un solo golpe, esas no me interesan. Hablo de regresar al mismo punto, de esa sensación extraña que nos recorre el pensamiento, que nos enchina la piel cuando descubrimos que algunas cosas, que según nosotros, ya han sucedido antes. De regresar muchas veces, tres o cuatro por semana, durante toda la vida, no es un viaje, sino un encuentro con nuestras sensaciones.

-¿Cómo son tus regresos a esos puntos de la vida?
El silencio de Alejandro fue prolongado, cuando por fin volvió hablar, la mujer de los cabellos rizados en desorden, no le vio sus gestos. Escucho su voz un tanto ronca, con ese tono medio extraño, cualquiera podría jurar que era quizá de Chile o Colombia. Algunas veces su voz tiene un timbre raro, le llegan a decir que es un español venido a menos o cubano, el caso es que nunca logran dar con su identidad del todo, nunca lo hacen mexicano, eso parece imposible.
-Cuando regresas a ese punto tan especial de tu vida, al que he nombrado como el punto de partida. No puedes respirar. Algo te ahoga, es una sensación rara, parece que alguien mueve todo lo que tienes dentro, no te puedes mover, entras en un profundo abandono, las imágenes recorren los campos del recuerdo hasta formar miles de ellas que una vez que se juntan, parecen proyectar una película, la que tiene que ver con tu vida. Tu mano permanece torpemente inmóvil, tus pies no obedecen al impulso de seguir caminando, algunas veces te sucede en medio de tráfico o entre tanta gente que piensas que todos están detenidos, que tú eres quien se mueve a una velocidad impresionante, pero como te voy diciendo, es exactamente al revés. En ese momento parece que pierdes el conocimiento. La cara esta dentro de un charco de agua sucia, pero con los olores frenéticos de las primeras gotas de lluvia, no tienes voluntad, tu cuerpo hace a su antojo lo que desea, puedes orinar los pantalones, eres ajeno, distante de tus voluntades. No puedes hacer nada para detenerlo, es como cuando un orgasmo esta en la parte más alta de su expresión, no se puede detener, si lo haces es una gran tontería. La sangre muchas veces te abandona… Esta lloviendo, se levantan los primeros aromas.
-¿Ahora?
No, me refiero a cuando vuelves. Por supuesto que ahora llueve, llueve todos los días, es la ciudad que no descansa nunca de las lluvias. La misma ciudad, la misma gente. Tantas veces he regresado a ella sin salir, otras veces no estoy en la ciudad, peor aún así regreso, como si todos mis temores, todas mis pasiones estuvieran en ella, es un punto de todos los puntos, ese regreso necesario, porque sino lo hago entonces estaré totalmente muerto, te he dicho que prefiero una muerte chiquita, pero siempre a tu lado. Por cierto a tu lado no dejo de estar, es un regreso constante, eres mi muerte en pequeñas dosis.
Ella empezó a caminar por toda la habitación, el único ruido era el de sus pies al irse arrastrando por ese piso de madera. El frío le recorrió la planta de sus pies.
-Lo malo de si te mueres es que ya no me contaras historias.
-Eso es lo que tú crees. Aunque no muero, lo mío son regresos, volver al punto inicial.
-Los muertos no creo que se dediquen a experimentar orgasmos.
-Conozco a muchos vivos que están bien jodidos, en su puta vida han experimentado un orgasmo. No cogen, según ellos porque están a dieta, quizá deberían morir de un solo golpe, aunque la muerte en pequeñas dosis tampoco se interesa por ellos, insisto, están bien jodidos.
Alejandro se alejo de la ventana, se acerco a la cama. La mujer de los cabellos ensortijados le sonrió. Le dijo que se le antojaba un poco de su calor, que para un hombre que a regresado tantas veces, que disfruta del placer de múltiples orgasmos a los que él llama una muerte chiquita, no debe ser gran cosa un poco de calor, quizá con una pequeño abrazo, todo este bien.
-Pides más de lo que esperaba en este instante.
-Para un tipo con lo que experimentas, eso debe ser nada o lo que es lo mismo, debe ser como una jalada.
-Eso si que no, una jalada es un jalada, pero preparar un café, eso implica un gran esfuerzo. Mejor deberías darle unas jaladas al cigarro de marihuana, sirve que me entiendes mucho más.
Alejandro regreso hasta la ventana.-Sigue lloviendo.
-¿Acaso estas ahora en unos de tus regresos?
-No, ahora no. se tuvo que mover para esquivar un ejemplar de Pancho Villa de Paco Ignacio Taibo II que ella le había lanzado.
Le gano la sonrisa, la tomo por el talle, deslizo sus manos entre sus hermosas nalgas redondas, el frío de la noche se estaban apoderando de ellas. Entonces le dijo que cubriera su desnudez o pescaría un resfriado de nalgas, que le parecía una pena que esas nalgas se enfermaran, al mismo tiempo abrió las ventanas, un aire más frió que las nalgas de ella fue llenando todos los espacios, del pequeño cuarto.
-Allí esta dijo la mujer de los cabellos ensortijados, los que son como tú no pueden disfrutar de tantas cosas, parece que siempre andan huyendo, muchas veces te siento ausente, en esa ausencia es imposible pasar por esos lugares que tú me cuentas, a veces dudo que te enteres que estoy teniendo un orgasmo, pienso que finges, incluso he llegado a creer que todo esos de las pequeñas muertes no es otra cosa que un invento, sabes muy bien que eres bueno para inventar. Es difícil que disfrutes de tantas cosas, lo que yo creo, es que me mientes, así te justificas. Ahora mismo todo esto que me cuentas es para poder estar juntos, todo lo haces por tener mis nalgas entre tus manos, una vez que te sientes satisfecho haces lo de siempre, te alejas, luego me vienes con estas mamadas de que uno hace viajes sin viajar, que con el tiempo uno termina por regresar al mismo punto, que todo es parte de tus muertes, que así te gusta vivir, insisto, todo es una gran mamada de tu parte, ya no te creo nada.
-A lo mejor tienes razón, yo no trato de convencerte. Además el que tenga tus nalgas en mis manos, es para los dos placenteros, solo así se justifica que muchas veces nos volvamos acostar, que hagamos el amor, además no con todos los hombres se pueden experimentar los orgasmos, la clave esta en la confianza, así que digas lo que digas no dejo de ser un tipo especial para ti.
-Creo que en la cabeza tienes algún loco. Dijo la muchacha.
Por cierto que muchas cosas solo suceden porque es parte del espacio donde nos toca vivir.
-No debí enamorarme de ti, es lo que entiendo, no de un loco mexicano, que se pasa la vida viajando, que se deja llevar por sus locuras, que algunas veces se siente escritor, de todo mundo podía enamorarme, pero no de ti.
-Lo cierto es que nunca debiste enamorarte de un tipo que va muriendo a diario, pero que no deja de regresar al mismo punto, porque cuando regresa viene cargado de muchas emociones nuevas. Redescubriendo sus historias.

Hace una semana que había vuelto a ciudad de México, desde entonces no ha parado de llover. El reencuentro con los viejos amigos resulto muy agradable, tenía muchas que agradecerles, sobre todo que cuidaran de sus cosas mientras estuvo fuera, no eran grandes cosas, pero ya ven que uno se encariña con ellas. Estaba convencido que sus malos momentos ya habían terminado, incluso se decía que le había ganado terreno a eso que llaman disciplina, que ahora si estaba convencido que se podría convertir en un buen escritor, no en un mal escritor, sino en uno reconocido, según él había recuperado la confianza. Sus miedos no estaban del todo infundados, por un lado el volver implicaba una serie de encuentros con sus emociones, eso sin hablar que ya no quería hacerse responsable de una serie de cosas que en los tiempos pasados le habían robado todos sus alientos, luego el ruido de la ciudad, su oído se había desacostumbrado a ellos, sin contar con la gran cantidad de gente mentándose la madre porque alguien les estorba, porque tienen una gran necesidad de llegar a sus casas. Deseaba no tener un solo pretexto para regresar, pero esas cosas nunca pasan. Días llenos de miedos, de esa extraña paranoia, la ciudad exige mucho, nada es como cuando estaba joven, en esos tiempos donde todo resultaba fácil de hacer. Le punzaba un dolor constante en la columna, esos in hablar de los miedos, de esos que llaman tremendos. Sus manos ya no tenían la misma fuerza. Darle la espalda a la puerta muchas veces significaba más que un encierro. Con todo eso se vio en la necesidad de regresar a la ciudad, se vio en la necesidad de conseguir un trabajo, visitar a los amigos, llenarse de quince o treinta orgasmos de la mujer de nalgas redondas, brillantes, hermosas, todo era parte de este regreso, el estar en esta ciudad que no esconde las lluvias, donde el viento no sopla fuerte, donde ese mismo viento solapa la presencia de las aguas, esas aguas que tienen que ver con su regreso al mismo punto, al mismo espacio, al mismo cielo. Contestar el telefono le traía cierto pánico, nada era como en otros tiempos llego a pensar. Diferentes voces le solicitaban, pero siempre contestaba que ya no vivía en esta casa, o si le decían que deseaban hablar con el que contesto hace un rato, se reía para decirles que ya había renunciado aquel tipo, que era un aprendiz de algunos oficios pero que no encontró lo que buscaba. Si alguien le decía que deseaba verlo, veía casi siempre un enemigo llamando a su puerta, así que este regreso le resultaba más que complicado. Cualquiera hubiera dicho que ya había muerto que sus actos no correspondían aun ser vivo, que la mujer de cabello ensortijado platicaba con un fantasma. Lo peor es cuando una voz desconocida te habla de tú, e intenta intimidarte.

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