domingo, 2 de septiembre de 2007

La amenaza...


La amenaza...
El teléfono suena todo el día. Fuera de la casa pasan todo tipo de vendedores empeñados en que les compres algo, luego llegan diversas visitas que te roban el tiempo, eso sin contar que no deja de llover, la puerta suena, nadie quiere abrir, nadie quiere contestar el telefono. Adalberto se desatiende. Permanece de pie ante un motor que no se cansa de arrojar humo negro, humo muy sucio, tampoco deja de toser, guiado por su corazonada, piensa que si sigue acelerando el motor, pronto se solucionara su problema, piensa que si le mueve más piezas al motor terminara por ponerse peor. El teléfono sigue sonando, a la puerta no dejan de llamar. Desde temprano sus vecinos le han pedido que les arregle el desperfecto del motor, que solo van al trabajo, pero en cuanto regresen quieren que este listo, pues tienen que ir por los niños a la escuela. Adalberto esta irritado, corre a contestar el teléfono, le dice que le esperen un rato, después va a la puerta, pero ya no encuentra a nadie.
El tipo que ha estado llamando, pregunta por un sujeto desconocido, al menos no para Adalberto, el caso es que le pregunta que es él para dicho sujeto, luego le dice que desea dejarle un mensaje que es muy importante. Adalberto le explica que no puede atenderlo, que esta trabajando, pero el tipo que le llama le insiste, le habla de los beneficios de atender la llamada, no importa que le explique que no lo conoce, que no sabe nada de la persona a quien busca, el que llama le dice que debe atender a su mensaje, que él también esta trabajando, que sino lo hace no puede hablar de la calidad de lo que hace, sino tiene calidad con su trabajo, no le pagaran. No me interesa su mensaje le contesta Adalberto. Entonces el que llama explota, le dice que no debe encubrir a quien esta buscando, que debe decirle que ya les pague, incluso le propone que Adalberto les preste dinero, insiste en los beneficios.
El tiempo transcurre, el agente del banco insiste en que el es el abogado Martínez, que si habla es para darle una nueva oportunidad de solventar los problemas de pago del sujeto desconocido, que incluso se puede llegar a un acuerdo, que de los ocho mil pesos le pueden hacer un descuento hasta del 80%, insiste que sino esta, pues que Adalberto se haga cargo de la deuda…
II
Adalberto insistí en que quizá sea un número equivocado, pero la persona que le llama, le da los datos correspondientes de número telefónico, como la dirección de la casa, por un momento se espanta, pero no es su culpa desconocer al sujeto de la deuda, luego un 80% de descuento si que es una ganga, con poco menos de 1600 pesos sale de sus deudas, pero a él que le importa.
Mientras el auto no deja de toser, el espacio se va llenando de humo negro, el olor de la gasolina ya empieza a picar por todo el entorno. Mire licenciado como se llame, no me este molestando, le voy a colgar. El licenciado amenaza con volver a llamar, así que Adalberto le dice que si le sigue amenazando va a llamar a la policía, pero el supuesto licenciado se enoja, le dice pinché viejo, si esta encubriendo a un tipo que nos debe que se puede esperar de usted, debe ser usted igual que él, un defraudador. Después de un rato de discusiones, el tal licenciado le ofrece un crédito, aunque Adalberto le dice no estar interesado, el tal licenciado insiste, le habla de los múltiples beneficios, como si tener una tarjeta fuera tomar lo que te prestan, sin importar si puedes pagar o no, pero en cuanto le menciona que es pensionado le dice que no es posible. Entonces vuelve al tema del pago, del descuento que le ofrece incluso, le dice que no sea malito, que le preste al tipo desconocido, que sea cuate, que pague ya la deuda, a cambio promete dejar de molestarlo. Adalberto cuelga, ya esta enojado.
Al motor que no deja de toser le ha comprado sus bujías, pensó que si se las cambiaba la cosa iba a cambiar, pero sigue fallando.
Regresa al motor, pero ahora esta enojado, no sabe contra quien debe explotar, se siente confundido, como es que un tipo sabe tantas cosas de él, claro que le explico que trabaja desde unas oficinas inteligentes, pero que inteligencia pueden tener la oficinas como para saber su número de telefono o como para decirle su dirección, luego ese tipo al que están llamando, como saber de quien se trata, como hacerle entender que no lo conoce. No entiende que alguien muy tranquilamente le diga que le preste o que cubra el la deuda al desconocido, que hoy le están ofreciendo una ganga, que todo lo que desean es que paga, poco en realidad, pero como pedir que pague por algo que no debe, ese es el descaro más grande que puede existir, pero el caso es que el supuesto licenciado quiere cumplir con su trabajo, pero mientras le ha sacado de quicio, ahora tiene que apurarse, los vecinos están por venir a recoger su carro. Le dieron un número de telefono que no anoto, también el mensaje de que si por alguna razón se encuentra usted con el señor desconocido, le dice que nos llame, que tenemos para él un atractivo plan de pagos, después de todo jodido mundo consumista, no importa como, el caso es tener más dinero. Antes de que Adalberto le colgara amenazo con volver a llamar.
III
El telefono vuelve a sonar, Adalberto no responde, aún no se saca todo su coraje de encima. Piensa que tal vez el supuesto trabajador del banco, no sea más que un espía que conspira en su contra, tal vez un secuestrador o uno de esos asaltantes de ocasión que busca la manera de espantarlo para después robarlo, se asoma a la ventana mientras el telefono no deja de sonar, en la esquina ve a un sujeto que esta hablando desde su celular, bueno para que esta llamando porque no mueve los labios, entonces el coraje se convierte en miedo. Adalberto ha puesto un pequeño taller de autos, para poder solventar su situación económica, las cosas en el país no van nada bien, luego con dos mil pesos al mes que recibe de su pensión, no alcanza para nada. También sus vecinos han puesto sus negocios informales, el de la esquina tiene una especie de tienda de abarrotes, aunque lo que más vende son cervezas. El vecino de enfrente vende pollos asados los fines de semana. Cada uno tiene un trabajo extra, todo para ganarse unos 50 o 60 pesos al día. Vuelve a sonar el telefono, las llamadas son muy insistentes, se empieza a preocupar, se pregunta si es que no paso algo.
Decidí no resistirse más. Aunque también piensa que tal vez se trate del dichoso licenciado, aunque no parece licenciado al telefono, parece un tipo muy vulgar. Aunque no sabe si los licenciados son tipos ajenos a la vulgaridad. Le preocupa que el fulano sea en realidad un asaltante, luego que tal si se lleva su herramienta, nada es barato y todavía no termina de pagar el escáner. El ruido es más insistente, parece que se trata de alguien desesperado, así que no lo piensa más, se atreve a contestar, total lo que sea que sea de una buena vez.
Cuando al fin contesta lo hace con la total disposición de agredir, pero quien le llama es su mujer, le pregunta que porque diablos no contesta, que ya se estaba preocupando. Antes te he llamado y estuvo todo el tiempo ocupado, con quien hablabas, para Adalberto resulta muy complicado explicarle a su esposa lo que esta pasando, pero no tiene más opciones. Le dice que no entiende su actitud celosa, que mejor deben calmarse, que él ya esta muy enojado, que es un día difícil, que aún tiene muchas cosas por hacer. La esposa le dice que muy bonito que él se la pase hablando por telefono mientras ella se la pasa en el trabajo. Vuelven a llamar a la puerta, Adalberto pega un grito de terror, su esposa le pregunta por lo que le pasa. Adalberto le cuenta que están llamando a la puerta, le explica acerca del tipo que le ha llamado, le habla de sus sospechas, le cuenta de sus miedos, su esposa le dice que no abra, que lo espera que ya va para la casa.
Adalberto permanece inmóvil, sale de su miedo cuando escucha las voces de los vecinos que le piden que abra la puerta, mientras el motor de su vehículo continua tosiendo. Abre la puerta, les ofrece una disculpa. Le explica que aún no esta listo su auto, que deben disculparlo pero que toda la mañana lo han molestado. Les dice que ya le cambio las bujías, que si lo esperan un poco, va a lavar los inyectores. Los vecinos le dicen que no lo pueden esperar que les de las llaves del coche porque tienen que ir a la escuela por sus hijos, que ya es muy tarde. Que mejor se lo llevan al mecánico de la otra calle, que él lo arreglara en unos minutos, que si le han dejado el auto era para ayudarlo, que a quien le tienen confianza es a Elías.
Adalberto cierra la puerta, pero escucha a los vecinos decir, “pinché viejo, no puede ni con su alma, dizque quiere trabajar, pero en cuanto tiene trabajo, no hace nada, para mí que ni sabe esto de la mecánica, ya ves le dije de los inyectores, pero se pone a cambiar las bujías, por eso no se las pague, haber si así aprende”.

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