viernes, 19 de octubre de 2007

Hermoso el coincidir...


Eso de cuidarnos de las cosas que hacemos, de pensar que estar en otro país lo es todo, de negarse a las llamadas telefónicas, de ocultarse en la caparazón de una tortuga que no es nuestra y decir todo lo que no nos gusta, luego mencionar que no se espera y se espera sin desesperar. Pero nada es como descubrir un atardecer en medio de la carretera y que te digan que no te puedes estacionar porque se puede ocasionar un accidente, acaso es nuestra culpa que el atardecer nos llegue cuando vamos tomados al volante. La idea de saber que nos esperan tantos viajes, que en otros sitios se despojan los sueños de su irrealidad para convertirse en todo lo que de alguna forma hemos ido imaginando. Amo los atardeceres y tengo ganas de llevarme a mis amigos en mis locos viajes. Quiero verlos a todos, reunidos un día sin necesidad de saber si es lunes o martes o mayo o diciembre, y no dejar de soñar. Eso de evitar estar vivo porque vivir duele, eso de decir que no quiero amar porque el amar mata, eso de dejar de soñar porque la realidad demanda, eso de saber que tienes una segunda oportunidad y que el único costo que tienes que pagar no nada más que con el tiempo. Eso de que la soledad es la única que es fiel, que nunca se va y que en soledad nos sentimos muy bien y que de noche se le abraza más y más fuerte, pero que dentro de uno existe el deseo de no estar solos y si estamos con alguien nos decimos que solo nos gusta soñar con los ojos abiertos y tomamos el telefono para llamar a todo mundo porque dentro de nosotros algo se va gestando, algo nos va gastando pero lo único que hacemos es sostener una relación que hace muchos meses dejo de ser funcional porque hace muchas noches estamos soñando con otros espacios, que importa si lo que nos importa es cuanto tiempo se tardara el viento en derribar un muro fronterizo o si las autoridades deciden no construirlo porque afectan o alteran su ecología, que importa. Cuantas horas para derribar todas las barreras que nos alejan de los sentimientos humanos, cuantas cosas dejaremos sin resolver. No puedo olvidarme de mí, de todo lo que he hecho y tampoco quiero hacerlo, no dejare de soñar, pero siempre con los ojos abiertos.

Esto, aquello, lo otro, tantas cosas que solo se explican cuando ya no podemos más con lo que hacemos, el llanto fácil o pretender descender a donde es imposible, eso es lo que somos, ruidos, siempre ruidos, aunque muchas veces hablamos del mundo y sus rutinas, eso quizá nos pasa cuando no tenemos ganas de hablar de nada. El mundo esta en otra parte, pero en que parte, luego, los vacíos, esas formas de explicar sin decir nada.

Cambio de cielo, cambio de piel, cambio de no se cuantas cosas, de no saber quien soy, de pretender que soy y luego quedarme con esas ganas de descubrirme, de atraparme, de no dejarme contagiar por otras locuras porque la mía me parece única y especial, luego los miedos, las dependencias, y descender para poder ascender y el cielo tan lejos y el abismo tan oscuro que tengo más opciones que dejarme allí en ese mismo espacio, en esa misma tierra que en otros tiempos me parecen agresivas y la ciudad y sus calles y su cielo, y las estrellas que están en el mismo cielo pero que muchas veces parece que nos quedan más lejos y el tiempo que sigue, pero que diablos es el tiempo sino le damos importancia…
Ahora a moverse, a buscar la desnudez del alma donde nadie pueda imaginar, mudanzas, sentimientos de extranjerías o trámites de visados que parecen estar negados desde un principio por esta incapacidad llamada pobreza, donde somos los que más y los demás unos cuantos que tienen para poderse pagar una noche o dos o todas las noches en esos espacios que llaman el extranjero. Cambios, piel, cielo, mundo, la mentalidad prevalece, la humanidad pierde, pero nos gusta conservar, bueno no se que diablos sea lo que se conserva, pero eso se dice que hacemos, luego ascender a un cielo lejano, descender a un abismo oscuro, los miedos, los tragos amargos, cambia, siempre cambiar, siempre pensar que existen otras oportunidades, mejores oportunidades, aunque las realidades sociales digan que nos estamos jodiendo…

Del deseo. De las palabras que tienen ese sentido mágico, donde uno se puede disculpar diciendo estaba jugando, el doble sentido, el contrasentido, los mundos que se confrontan y solo somos un espacio que espera, que nos espera, mientras aquello no sabemos que es, mientras, aquel, sea lo que sea se pone frente a nosotros y nos reclama nuestra frivolidad, nuestra incapacidad de ver que ahora son ellos los que sufren, sufren aquellos, sufre aquel, que importa lo que yo o tú lleguemos a sentir, no estamos capacitados para eso.

Se pueden decir otras tantas cosas, se puede pretender hablar de lo que se desconoce, de los atardeceres en lugares que quizá ni siquiera se puedan conocer ni en sueños, se puede hablar de la isla de Neruda o los campos de Zaragoza, se puede hablar de los buenos amigos, de cómo las olas se rompen por muy pequeñas que estas sean, se puede pretender que los muros de la vergüenza tardaran más en construirse que en caer, se puede decir lo que no tiene un sonido definido, incluso, un día, el menos pensado se puede cambiar de piel, de rostro, de nombre, pero lo que no se puede cambiar es lo que somos, porque gracias a eso podemos decir que existimos, que somos, aunque no deje de pasar un día en que uno se diga, quien diablos soy…

El cielo se ve cada vez más intenso, las ganas que tengo por estar en la casa del lago viendo como se pierde la tarde es aún mayor, las cosas no son las que parecen, las que se plasman ante nuestros ojos, los miedos llegan, tiemblo, luego me digo que ya es hora de abrir los ojos, de soñar despierto, de dejar de contar a las cuantas horas se cae un muro, dejar de pensar que el mundo es un caos, pues esa es su naturaleza, me digo que ya es hora de salir al frente, a dar la pelea, ir armado de papeles, tinta, sueños y la promesa de tener un mundo mejor, con amor todo es posible, en eso creo…

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