viernes, 26 de octubre de 2007

Alucinaciones...


Por un segundo creo que las cosas, que los sueños, que la luna, están allí para hacernos creer que existen otros mundos, otras vidas, después me digo, no, no puede ser, todo esto no es otra cosa que la anticipación de los días que deseo vengan con prontitud, pero siempre me queda esa duda. Mis ruidos me van llevando de la mano a los mundos que todos conocemos, no puede estar mal, pues las cosas se hacen por esos caminos que para muchos podrían resultar complicados, voy bajando o subiendo en una espiral no existe el límite, no existen otras situaciones que me hagan pensar que nada es parte de este diario andar, estoy desnudo, exactamente desnudo ante el umbral del conocimiento. Soy un hombre desnudo que se aleja de los poemas, que encuentra en su locura un momento más para seguir con su diario invento. Los versos son ajenos, casi siempre de otros, son parte de la enseñanza, de las cosas por las que uno no debe preocuparse, los versos, llegan como gotas de lluvia, se escapan del pensamiento para ir a estrellarse en los labios de los seres que les van necesitando, pocas veces esos versos tienen la vélelas de la luna de octubre que lleva en el cielo tres días a todo lo que da, pocas veces tienen la gracia o el consuelo de esos cantos que te roban el aire, en estos tiempos los versos están ausentes y van de la mano del hombre solo. No escribo prácticamente nada, no hago otra cosa que inventarme dentro de este mundo lleno de complejos, acudo al llamado del dialogo, acudo cada día en busca de un poco de tolerancia para las cosas que he ido dejando de hacer, primero el verso porque la poesía no lograba crecer dentro de mí, después los relatos se fueron cortando, quizá porque tenía mucha hambre de poder escuchar el sonido exacto de la desesperación o porque no sabía pensar en otra cosa, después me aleje de alguna forma de las letras y voy cazando unas cuantas de ellas como si tuviera una serie de moscas que se amontonan tratando de llevarse el mejor de los bocados, las letras se convirtieron en ausentes, mis ausencias se fueron reinventando, las cosas se alejaron de un cause posible para determinar un rumbo, mis dedos comprendieron la grandeza de estar desnudos, pero saben también de lo bueno de ir charlando, son mis dedos los que intentan aterrizar sus ideas, son dedos pensantes, paseantes, dedos que les gusta la libertad para atrapar lo que se les viene en gana y que pueden marcar todas las noches un número telefónico, dentro de ese mundo tan especial que va desde sus ruidos y las pasiones propias de su naturaleza, son estos dedos que no fueron capaces de construir versos, que en el día a día libran sus batallas para decir que acá están, que están listos para todo.

Hace unos meses habría tomado la decisión más loca, me habría dejado llevar por la soledad e incluso me habría inventado lo que fuera para seguir mis impulsos y de alguna forma mis instintos, estaba dispuesto a lavar trastes a servir en las mesas de los europeos, estaba decidido a condenarme en las miras de una pasión a la que nombre amor, estaba con los pies en un avión para emprender un largo viaje, de esos viajes que son más bien mono-viajes, que se dan en un sentido y que jamás te traen de regreso, estaba dispuesto a todo, a la apuesta más grosera, no se aún si en nombre del amor o en nombre de mi soledad, meses después todo a cambiado, me gusta lo que siento, voy experimentado la vida con toda calma, pero no dejo de ser un tipo precoz, todo lo que hago me gusta, poco me importa cumplir con las ideas generales de una sociedad que se encarga de analizar cada cosa que vamos haciendo, pocas cosas me importan como antes, eso porque he dejado de sentir miedo, porque todo que hago parte de mi convencimiento. A veces pienso que lo único que me hace falta es ponerme a escribir, aunque creo que he caído en una especie de incapacidad, eso no tiene que ver con que existan ideas nubladas, pienso que se debe a que me dejo seducir por muchos pensamientos hasta legar al punto donde uno mismo se pierde con tanta idea alocada, así que entonces parece que la solución esta en detenerse un poco pero detenerse significan menores líneas, menores escenarios, menores viajes y de los males los menores, todo tiene una repercusión en lo que se hace, en lo que se decide, después de todo pocas son la excepciones de nuestros actos que nos hacen estar lejos de lo que fomentamos.

Los sonidos internos son muy importantes, sin ellos soy poca cosa o quizá soy nada, de esos sonidos se desprende el juego diario llamado vida, es como un ritmo único.

Tengo ganas de salir corriendo, de gritar mi nombre, de notar que sigo siendo el hombre desnudo, el hombre solo, pero no en soledad, tengo ganas de recorrer los caminos antes andados, de estar frente a mis amigos de otras tierras y no por ello lejanos, tengo ganas de pensar que no pienso, de construir un solo verso, un poema que contenga tan solo un verso, de escribir el cuento más loco, más corto, pero pretender superar a Monterroso, es como pretender inventar las cosa menos probable, inventar que los patos van a la lectura de historias escritas por otros locos o que los mismos patos están interesados en la presentación de un libro, por nombrar a alguien, digamos el último libro de Cristina Rivera Garza, La muerte me da… los patos están menos locos que uno, ellos van al mercado con su rebozo de bolitas y dicen cua cua…

Hablaba en un principio de las cosas, de las cosas sin sentido, quizá estaba hablando de lo que soy, en otra esquina de mis pensamientos se esta generando un dialogo digamos intenso, se esta gestando la idea de que pronto las cosas tendrán mucho movimiento, mientras todo eso espera para suceder, debo decir que no tengo nada interesante que contar, que relatar, que hacer, quizá deba regresar a la tarea diaria de entretenerme con motores que han perdido su potencia, quizá deba recetarles unas cuantas dosis de viagra, quizá debería quedarme en silencio por las siguientes noches, pero confieso que eso es por decirlo de alguna forma, imposible…

No hay comentarios: