miércoles, 24 de octubre de 2007

días sin cosas por hacer...


Uno puede querer la luna, incluso pretender tomarla descuidada, para seducirla, uno puede querer tantas cosas, pero el hecho es que no basta con querer, debe existir un esfuerzo, un deseo, un compromiso para las cosas que nos interesan.

Se siente que el frío se va alejando, son los primeros avisos de algo que parece que estará en las próximas fechas, en las calles se escuchan comentarios acerca de que puede nevar y esas cosas, lo cierto es que el cielo se ve uniforme, gris y uniforme, no puedes notar las presencia de esas nubes que tejen borreguitos o que se inventan formas, el cielo gris nunca me ha gustado. En mi último viaje fuera del país, estaba sentado cerca de un gran ventanal en Lille, me pregunte cuatro razones por las que deseaba volver a México, la primera es que en los últimos días un aire gélido azotaba a esa ciudad del norte de Francia, la segunda es que el cielo gris no me gusta y me decían que pasarían por lo menos unos seis meses para que pudiera ver de nuevo un cielo azul y hermoso, la tercera es que tenía muchas ganas de compartir con mis amigos y la cuarta es que tenía ganas de huir. De que puede huir un hombre solo y simple como yo. Por supuesto que no estoy en franco escape de las leyes de un país, de mi país claro, tampoco de las leyes de otra país, que puede esconder un amante de las letras debajo de la capa que cubre sus secretos, no es otra cosa que historias, historias que van o vienen en una mente que se ocupa tan solo de ir disfrazando todas las historias posibles. Huir. Cuantas veces tendremos que huir, alejarnos de todo lo que en verdad queremos, no se trata del amor o si el amor lo es todo, no se trata de historias o comportamientos complejos, no es otra cosa que ese placer que despierta el ponerse en movimiento, todos los movimientos como si nuestra condición original y la única condición que tenemos de vida nos hiciera estar en moviendo perpetuo, es movimiento de péndulo, ese andar sin ritmos, sin estar atado a nada y querer estar en todo.

No dejo de escuchar todos los ruidos posibles de este mundo, la gente que se queja y en esa quejas dice mucho de sus temores, de las que le faltan, dicen lo que nunca creyeron decir, se entregan cuando alguien les habla, cuando alguien les escucha, quizá porque todo lo que desean es ser escuchados, quizá porque todo los ruidos existentes en ellos se asemeja al silencio, pero no porque no haga ruido sino porque de oír tantas veces sus dolencias, creen que ya no dicen nada. Ruidos a todos los instantes posibles, incluso estas letras se generan en base a ruidos, ruido de las tres de la mañana que es más fuerte que el de las cinco de la tarde, saben porque esos ruidos se oyen con tanta fuerza, la verdad es que podría ser el silencio cómplice de los alrededores o nada, aunque la nada suena a un espacio inexistente, quizá todo esto no sea otra cosa que preguntarse sin tener eco, preguntar tal vez por preguntar, pero a veces estas preguntas tienen respuestas donde menos se piensa.
Existen días en que no se de quiero hablar, mucho menos se si deseo escribir, solo se que tengo ganas de algo, pero no se muy bien de que y entonces todo mundo nota que soy un poco extraño. Existen días como hoy que decido no trabajar y termino trabajando, todo porque el no hacerlo me llena de aburrición, escribir es otra cosa, pero cuando las condiciones no ayudan o cuando siento otras cosas ajenas a las letras, la tarea se torna complicada, ahora mismo siento la punzada del hambre, las ganas de unos besos, el frío que me inquieta las ganas de todo, las ganas incluso de mí, que soy yo sino tengo ganas. Responsabilidades ante la vida, pero es algo que no suelo tener, las responsabilidades me son ajenas, pero lo complejo no esta allí sino en poder ser disciplinado, me vengo repitiendo este tema durante todos los días de mi vida, no puedo comprender como muchos pueden ser responsables o inventarse tantas cosas, pero la disciplina se me antoja como un bicho raro, ya saben una mezcla entre araña, mosca, cucarachas o algo exótico, pero no conozco bichos exóticos. El caso es que si pudiera ser disciplinado, la cosa sería mucho más fácil, podría escribir con absoluta libertad o podría inventarme tantas cosas, peor igual podría trabajar respetando ciertos horarios, pero lo flexibilidad de lo que uno hace te permite tener más libertades que obligaciones. En el fondo soy un tipo afortunado, solo que muchas no me lo creo, no es posible creer que la suerte tiene que ver con todo lo que uno hace, aunque eso de hacer suena un tanto loco, más bien me gusta la idea de deshacer, responsabilidad, disciplina, acaso no es mejor solo ser y hacer lo que uno quiere.

La luna no esta muy lejos, el cielo amenaza con estar despejado para mañana, mientras todo eso pasa me entretengo con una nueva lectura, leer a Julio Cortazar en ocasiones me llena de placer, aunque para algunos amigos Cortazar no es algo que les agrade. Leer es la situación que más me gusta hacer por las tardes, pero como últimamente tengo que trabajar mucho, pues casi no lo hago o avanzo muy poco, en realidad muchas de las cosas que hago se han transformando, hasta dejarme en un nuevo espacio, por ejemplo antes tenía una rutina para mis cosas. Despertar, escribir, trabajar, leer y después dormir. Ahora las cosas no son del todo diferentes, solo que me día a parido más horas y con ellos más actividades, por las noches lo que hago es hablar por telefono, creo que ya tengo oído de telefonista, supongo que la pasar el tiempo la gente que trabaja bajo esas condiciones termina sorda o con un tremendo dolor de cuello sino se acomoda bien, pero en mi caso esas platicas son muy intensas, porque hablo con el amor y porque ella y yo nos iremos a vivir a la luna….

Hace muchos días que deje de sentirme solo.

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