jueves, 29 de noviembre de 2007

Yelile


Yelile

De andamio en andamio,
me encargue de construir los tiempos,
la risa, tu rostro, la imagen
que los andantes pueden ver cada
se cruzan en tu camino
sin tocar tu cuerpo.
Intuía en ti el amor,
no sin antes suponer,
casi hasta adivinar las cosas
que contigo vendrían,
adivine tus manos,
tu piel, el sabor de tu piel,
la sensación de tus labios en los míos,
tu risa, tu voz e incluso me atreví
a dibujar tu rostro,
a construir tu rostro
dentro de la adivinación diaria
de esta vida que empecé a construir
para los dos desde la vieja infancia,
ahora tan vieja pero que en aquellos tiempos
me resultaba tan inquieta, tan llena de gracia.

Me perdí del mundo de un día para otro,
deje de existir, más no me llene de vergüenzas,
bien podría ser un albañil
que intenta ir armando el rompecabezas de su casa piedra a piedra,
pero más bien moldeaba la piedra
al igual que lo hace un escultor,
con delicadeza y entrega;
fui tallando tu imagen,
te fui encontrando hasta escuchar tu voz,
hasta oírte decir suave,
hasta oírte decir alma mía,
hasta convertir mis sueños
en la más dulce realidad
y la saliva en el intercambio
más inquieto para los dos.

Cuantas veces me he entregado en falsas situaciones,
en falsos amores que no desean nada,
cuantos veranos han tenido que transcurrir para construirte,
cuantas horas han pasado mientras mi sangre te hacía mía.

Tú mía, pura mía.

Cante en silencio tantas veces,
me puse a buscar tus huellas
en el polvo removido tras una tormenta de arena,
te busco en mis labios que se cansaban de no besar,
cuantos veranos en soledad,
cuantas cosas para al fin de todo encontrarnos,
para después de brincar nuestras sombras, andar por el mismo camino.

Te amé mientras te fui construyendo,
te hice todos los espacios en mi mundo,
estuviste desde siempre en mi lecho,
te adivine, te construí, nunca tuve temor a no encontrarte,
porque mis silencios,
porque mis ausencias eran algo calculado,
eran el paso necesario para que tu existencia
estuviera del todo completa.

Todos los besos que te he dado
para vencer a la soledad
al final surgen efecto,
terminan por vencer.

Trabaje todos estos años,
me convertí en escultor,
te fui construyendo en mi soledad
hasta llegar a ti,
hasta escuchar todo los sonidos
que salen de tu corazón
de tus inquietos sentimientos,
hasta sentir que al igual que yo, tú me amas.

No fue ausencia, la de los dos,
fue el periodo de construcción,
el periodo en el cual el mundo no nos observo,
besamos el silencio, nos buscamos,
empezamos a existir en nuestros brazos,
en nuestros tiempos,
en nuestra magnifica construcción…

No hay comentarios: