martes, 27 de noviembre de 2007

Probar el sabor de tu piel...


Probar el sabor de tu piel,
no el agrio sabor,
ni el sabor entre lo divino o lo inquieto,
sino el sabor de tu piel,
ese sabor con el cual despiertas,
el sabor de todos los días
ese sabor de segundos antes
de que la primera gota de agua
recorra tu cuerpo, es caminarte
de los pies a la cabeza
sin abrir los ojos,
porque no quiero
ser sorprendido
por el resplandor del sol
al amanecer, aunque de noche
me gusta ver tu belleza
de inquieta luna.

Seguro en tu vida
existe quien tomo un pellizco
de lo que eres,
seguro que tuvo miedo,
que no se atrevió a quedarse al placer supremo,
al canto hechizante de lo que irradias.

Probar el sabor de tu piel,
es como tomar el chocolate,
no un pellizco del chocolate,
ni un trago da la más exquisita bebida,
estar en tu piel no es como andar
en una olla rota
de esas ollas rotas
que algunos cuelgan
en las puertas de sus casas,
no eres adorno,
eres inquieta, eres propuesta,
eres una flor que no se marchita,
aunque muchos tontos
no saben que la flor al marchitarse
sigue siendo flor,
que la flor caída al suelo
sigue siendo flor,
que la flor muerta sigue siendo flor,
que la flor nunca deja de ser flor.

Probar el sabor de tu piel es único.

Camino por todo tu cuerpo con los ojos cerrados,
no quiero que algún rayo del sol me sorprenda,
no camino a pies descalzos,
aunque no calzo nada en mis pies desnudos,
camino con una lengua partida
que húmeda va en ti,
recorriendo tus inquietos espacios,
no quiero ser sorprendido por nada,
no dejo que un pequeño espacio se me escape,
tu dureza me atrapa,
tu piel suave como la semilla del mamey,
tu sabor a la carne del mamey,
tus ojos con brillos de luna,
tu misma un canto de sirena
que hechizas con la mirada.

Probar el sabor de tu piel es alcanzar la gloria.

Hubo quizá por allí alguien que se ha confundido,
alguien que por error abrió los ojos
intentando sorprender al resplandor del sol,
o atrapar tus historias, lo único que ha logrado
es una ceguera de su inquieta alma.

Hubo quien probo el sabor de tu piel a pellizcos,
no quiso atreverse a más,
no fue al encuentro con los amigos,
se escondió bajo cualquier pretexto,
ahora piensa que es el momento,
pero no le queda más que una olla rota,
olla que se ha puesto en una pierna
en forma de tatuaje;
el instante se convierte en recuerdo,
la oportunidad en historia,
el sabor en una sensación rara.

Probar el sabor de tu piel se lo debo a esos pellizcos en tu vida,
a los pellizcos en la mía a los compadres
que no venían a tomar el chocolate
porque preferían el juego en otros lugares,
porque era mucho más sabroso el cuerpo
de otros seres en otras mañanas en otras camas,
porque sus cuerpos no tenían el resplandor del sol,
porque podían tener los ojos abiertos,
porque podían recorrer todas sus distancias calzados,
porque andar descalzos, es cosa mal vista el día de hoy,
probar tu piel es lo mejor que pudo pasarme.

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