viernes, 20 de marzo de 2009

Las consecuencias del olvido


Las consecuencias del olvido

Cuantas veces más olvidaste la pastilla suicida. No existe mucha diferencia entre un micro aborto y un aborto abrupto de muchas semanas, eso dicen los expertos, la verdad es que no lo se, pero supongo que si la hay. No me pongo a pensar en todo esto por aquello de las ideas de Dios y su mano torturadora, no el caso es de simple pensamiento, de poder dormir o no, de no tener nunca más una buena salud mental, aunque a los locos eso no nos preocupa.

Te pregunta si estas segura, que tan solo fue una vez, se que es agresivo preguntar por las cosas de tu cuerpo y las que haces o no, pues nadie mejor que tú para saberlo, al menos me hiciste creer que solo fue una vez y nada más que conmigo, porque según decías manejabas con exactitud tus fechas, pero ya ves lo que hace un pequeño olvido. No crees que fue un riesgo innecesario si manejabas tus fechas con tanta precisión. A veces creo que te gusta el juego, el ponerle emoción a todo que no medias las consecuencias, pero que hay de mí, sea como sea soy tan culpable como tú y teniendo en cuenta que sumar no es una tarea tan compleja, debí ponerme a contar el día exacto de tu fertilidad, al menos debería tener una franca idea, pero con toda la pereza posible delegue la responsabilidad siempre. Te gustaba la idea de la rebeldía, de hacer repeler a los demás, también te gustaba la idea de manejar todo a tu antojo. Cuantos años tendría ahora, creo que seis, pero mejor dímelo tú. Lo cierto que después de tomar tu decisión, empezaste a culparte por todo, me hiciste el dueño de tus miedos, y de tu amarga experiencia con el aborto, solo me hablabas de responsabilidades que me habías quitado de encima, que el problema era de los dos y que yo me había hecho a un lado.

Te recuerdo que nunca me dijiste nada, ni siquiera me mencionaste tu embarazo, tomaste una alternativa, el decidir que hacer y listo, así que llegaste un día y dijiste, “qué crees, estaba embarazada, pero ya lo arregle todo”, arreglar todo era tirar, deshacerse. Me dijiste necesito para antibióticos, para los honorarios del médico y dijiste sentirte feliz porque habías comprado la fertilidad en ambos, por lo menos no tendremos el problema de muchas parejas adjuntaste. A veces me pregunto si en verdad ocurrió o me tomaste el pelo. Ya esta, así como si nada, -pum. Eso si, me comentaste que te acompaño tu madre y tu abuela, como si fuera tarea exclusiva de mujeres, como si solo entre ellas pudieran protegerse, luego ellas ponían cara de hastiado al verme, hasta no poder más y terminar por odiarme, solo que se les olvido entender que yo no había matado a nadie, si que se mato a alguien, cuantas semanas dices que tenía, ¿seis?, si quieres recuérdame, para no olvidar las cosas importantes.

Las otras veces si es que existieron esas veces quien te acompaño, cuantas veces perdiste las cuentas o te gusto correr el riesgo, cuantas veces te olvidaste de la pastilla suicida, cuantas veces dijiste, -mira, ya me he tomado la dosis. En realidad todo eso no importa. Lo importante era compartir la responsabilidad, la toma de decisión y no solo el costo de los antibióticos y los honorarios del médico, pero creo que a ti te pareció lo mejor para los dos.

Muchas cosas no ayudan mucho, los debates tratan de educarnos, de hacernos cobrar conciencia de la importancia de las responsabilidades. Ten por seguro que si me hubieras contado lo que estaba pasando, habríamos tomado la mejor decisión ambos, así fuera la misma, porque era nuestro derecho, nuestra responsabilidad, no me enoja que lo hicieras, sino que me condenaras a tus reclamos diarios.


El tiempo no ayuda a curar, sobre todo cuando se tienen dudas, el tiempo es enemigo del olvido, por lo menos no se olvidan las cosas que se quieren, sino las que no se desean olvidar. Uno no se olvida de las frustraciones, pero se olvida de las cosas que parecen sin sentido, como la sonrisa o el coqueteo de los demás. Pueden pasar todos los tiempos, las horas, las semanas, los meses, los años y convertirse en décadas, en siglos, y todo sigue allí, como el recuerdo más fresco, como si todo hubiera sido ayer, todo con la misma fuerza, con ese impacto que nos sorprende y nos arranca de nuestras rutinas, las palabras nos recorren, nos hinchan la pasión y muchas veces nos destruyen, la pasión se fractura, la vida ya no es igual y no existe una sola posibilidad de regresar y reparar los daños, tienes que aprender a vivir con ellos.

La pastilla suicida no combate los recuerdos, pero te ahorra tragos amargos, te quita de encima angustias y te permite no recordar las cosas que duelen. Es imposible usarla para olvidar cuando el daño ya esta hecho, es muy buena sin embargo si tienes dudas con tus cuentas, y aunque se digan tantas cosas nos ayuda a dormir tranquilos, fuera de todos esos atributos la vida es la misma, no dejamos con facilidad de debatir, de luchar a diario contra mil recuerdos, y tratamos de recordar cosas que quizá nunca pasaron. Nos hicimos mucho daño, nombramos a nuestros actos oportunidades futuras, pero tú y yo no éramos precisamente unos adolescentes y las oportunidades ya estaban en marcha, nada las podría frenar. Nos llenamos cada uno de sus egoísmos, tú decidiendo y yo pensando que tu decisión no fue lo mejor, juzgando y dictando sentencia cuando nosotros mismos creíamos que la justicia esta en no ser precisamente juez y parte. Nos olvidamos de la pastilla, de las cuentas, de paso olvidaste decirme lo que te ocurría y un día me regalaste una cuenta y la gran noticia.

Esta tarde hemos abortado…

1 comentario:

En tus manos O.o°• dijo...

Quien te ha olvidado¿?

. besos de amaneceres a la orilla del mar envueltos en una manta