miércoles, 18 de marzo de 2009

Rutinarias...nueve


En la frontera entre España y Francia, los agentes de migración nos pidieron nuestras identificaciones. Siempre me ha pasado que al pasar por un punto fronterizo soy parte de una serie de investigaciones, sobre todo me preguntan si en verdad soy mexicano, luego acerca de lo que hago y de cuales son mis intenciones en el país que deseo visitar, me preguntan mi edad y otras veces sino pertenezco a alguna organización criminal o si mi familia no es árabe, en otras ocasiones me confunden con Colombiano, incluso en mi tierra natal, muchas veces me han detenido los agentes de migración para interrogarme. Quizá sea mi forma de hablar, parece que tengo un acento peculiar o un tanto extraño, o quizá la adrenalina que se me sube al máximo y demuestro mi nerviosismo. Después de pedirnos nuestros documentos y verificarlos, me pidieron que bajara del autobús y no solo eso, sino que bajara también mis pertenencias, pues tendría que quedarme en el puesto de revisión, la falta de sello en mi pasaporte era el pretexto inicial, lo segundo es que no llevaba el boleto de regreso de avión. Por un rato les explique mi situación, el porque no traía a la mano mi boleto de regreso a México, pero a ellos les parecía que me quería quedar a vivir en su país, cosa que vista de manera fría había sido el objetivo inicial de mi viaje, pero a estas alturas las cosas ya habían cambiado, ya no tenía tal interés, una porque me estaba cagando de miedo y la otra porque después de tanto soñarlo lo había entendido y nadie esta mejor que en su propio suelo, en su tierra, donde la gente habla el mismo lenguaje y sea como sea se ayudan. Cuando me dijeron que tenía que bajar del autobús, pensé lo peor, pensé en que ya me habían boletinado, como si en realidad fuera un delincuente de máxima peligrosidad, por resumirlo de alguna forma, hoy en día siquiera existe una demanda judicial en mi contra y lo que había hecho tampoco ameritaba dicha demanda, pero ustedes saben que el miedo no anda en burro y que en país de ciegos el tuerto es rey, en mi caso la ignorancia era mi pero enemiga. Sea como sea, me mantuve tranquilo y en vez de preocuparme me tome las cosas con calma. Eran quizá la una o dos de la mañana. El paso a seguir era regresarme a Francia, pues si ellos no me habían puesto un sello, entonces el problema era de ellos y no de los españoles, como quien dice tirar la bolita, así que tenía que esperar a que una patrulla pasara a territorio español y me llevara de nuevo a Francia a unos escasos metros, pero las reglas son las reglas, miren que yo deseaba irme caminando, no pensaba que fuera para tanta humillación y luego si me investigaban y si en verdad estaba boletinado, la cosa se pondría peor, pero era inexperto en esas cosas que solo me resigne a esperar.
De nada me serviría llamar a mis amigos en España. Pero si hubiera, considerando que el supuesto hubiera no existe, pero bien, si hubiera tomado el teléfono y llamado al vasco, quizá habría ido por mí sin importar de que lado de la frontera estuviera, y no solo eso, me habría dado cobijo por lo menos un día, las cosas no tendrían ese tono de desagradable y de soledad, pero no quise molestarlo, no quise alterar la vida de nadie, ni siquiera la de sus amigos, después de todo pensé que no podría pasar, pero uno no puede juzgar y hoy en día muchas cosas seguro serían diferentes, pero como dije antes me estaba cagando de miedo y no había sido honesto con nadie. Soledad era lo que más tenía y lo que más temía. La espera fue larga, al menos eso me pareció. La policía Francesa no estaba interesado en mi persona, de nada servía irme con ellos, pero eso estaba aún por saberlo, yo pensaba que una vez que estuviera e sus manos me sellarían el pasaporte, pero nada de eso era posible, pensaba como puede cualquiera pensar, sin embargo una vez que fueron por mí y me subieron por primer y única vez en mi vid a una patrulla me preguntaron en un español confuso de cual era el problema y simplemente me explicaron que esa no era una complicación y que no me podían sellar un pasaporte, que para eso tendría que ir a un aeropuerto internacional o regresarme a Paris, lo que mejor me viniera. Así que me pasaron del otro lado de la línea, al lado francés, me tomaron mis datos y me dieron una patada por el culo, que hiciera de mi vida lo que se me viniera en gana, si deseaba quedarme a vivir allí era bienvenido, que gente les hacía falta para el trabajo, pero en medio de un mundo donde nadie habla como tú, poco se puede hacer. No tuve más opción que caminar hacia la estación del tren, muchas veces había visto que la gente va allí a dormirse, al menos lo había visto en las películas, así que algo de cierto debería de tener.
La estación de tren estaba cerrada, empezaba sus operaciones a las seis de la mañana y todo el calor del día se había transformado en frío, no había un hotel cerca y de tomar un taxi y luego un hotel se me iría el poco dinero, así que tenía un movimiento muy limitado, dormir en la calle, como un autentico vagabundo, no es algo que hubiera hecho antes y la verdad es que no lo estaba deseando, pero no había opción, debería intentarlo, debería tirarme allí en medio de una ciudad que desconocía y si bien después me entere de su nombre, me resultaba poco romántico. Es decir la sola idea de estar en medio de la calle durmiendo, cuando no persigues un fin en particular es por si mismo agresivo, pero allí me quede y por si fuera poco, al cielo le dio por llorar. Europa, tres de la mañana, ciudad al sur de Francia, Irun, frontera con España, sueños destrozados. Que diablos estaba haciendo allí, mi primer noche en Europa de lo que yo había considerado el inicio de mi nueva vida, la primer noche de mi segundo chance, no era del todo prometedora, deseaba un poco de tranquilidad. Abrieron la estación del tren a las cinco de la mañana, parece que allí las puertas se abren automáticamente, por lo que aproveche y busque un sitio, pensé que tendría toda la estación para mí, pero mi sorpresa fue aún mayor, porque todo estaba lleno, gente que espera, gente que no paga hoteles y también los mendigos, los que no tienen a donde ir, me sume a ellos, me perdí entre ellos.
No pude dormir en realidad, estaba agotado, había tomado una decisión, entonces de donde venían los miedos. Me pregunte durante toda la madrugada que es lo que había hecho, porque había dejado que la vida se me fuera de control, me pregunte no una vez y no encontré respuestas todas las veces que lo hice, me sentía agredido por los agentes de migración española, pero ellos tenían razón aunque no podrían estar seguros, pero mi idea era la de vivir en su país por el resto de mis días, al menos eso cuando salí de México, porque cuando llegue a Europa, ya había cambiado de planes, no podría aguantar mucho, seguro que me pasaría inventando mil pretextos para regresar, pues en el fondo soy un hombre débil aunque la gente que me conoce lo sabe sin ir necesariamente al fondo, es decir transpiro mis inseguridades y miedos. La soledad es lo que más preocupaba, me sentía abandonado, no esas cosas que tienen que ver con el amor, pero estaba seguro que el amor me podría rescatar, como si el amor fuera un faro y mi necesidad en este naufragio me estuviera condicionando a encontrarme con ese faro. No existían las malas intenciones, pero tampoco deseaba incomodar a nadie. Ahora pienso que de haber movido las piezas correctas, que de haber tomado los hilos verdaderos, las cosas habrían salido como las pensaba, pero dude, preferí lo que según yo consideraba mejor y termine por quedarme cada vez más solo. En la estación de tren me dieron ganas de comprar de nuevo un boleto para alguna ciudad de España, pero estaba seguro que correría con la misma suerte. De no haber llevado esas mochilas con toda mi historia podría cruzar la frontera a pie y seguir mi camino ya del otro lado, pero tampoco fui paciente, esa fue mi primer derrota la falta de paciencia, me quise abalanzar sobre un destino inexistente, me moví antes de hora, y todo era cuestión de esperar solo un poco más. Lo sensato era ir a un café Internet, además de que era lo más económico e imprimir mi reservación de regreso a México, pero lo que más me hizo falta fue la inteligencia, sobre todo la inteligencia emocional. Compré un boleto de regreso a Paris, pero ahora en Tren, era lo más rápido, y con ello podría ganar un poco de tiempo y pasar la noche en alguna casa de España, en una cama, después de bañarme, me urgía descansar y necesitaba llenarme de energía positivas. El viaje en el tren fue solo y callado, al menos no tenía con quien platicar, pues casi toda la gente hablaba en una lengua rara, hoy creo que rea en francés. El dialogo más intenso, era con mi mente. De nuevo en Paris, el ruido y el calor eran insoportables. En Paris a correr, fui al aeropuerto, pero en pocas palabras me mandaron al diablo, no había nada que hacer, si quería ir a un lugar necesitaba obtener mi boleto de regreso a México y con eso podría moverme, pero nadie me lo dijo, todo era tan sencillo como acercarse al mostrador de la línea aérea y el asunto estaba resuelto, pero uno nunca piensa en eso cuando tiene ganas de otra cosa. Estuve un buen rato dando vueltas pero no logre nada, así que pensé que lo mejor era llegar a Barcelona por aire, así no me detendría un agente de migración, pues los vuelos son de tipo domestico y puedes andar como por tu casa, es decir si eres ilegal y tienes dinero para viajar no importa.

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