sábado, 9 de mayo de 2009

Memorias...


¿Se pueden inventar las pasiones inmemorables de la niñez perdida? Pocas cosas puedo recordar de la niñez, el patio de la casa que se me hacía gigante, los combates con los primos, donde invariablemente la lucha libre estaba presente, yo era el Santo, aunque a las orillas del río me convertía en Tarzan. ¿La casa?, nada, era un cuadro de cuatro por cuatro, no se porque pero la gente construía sus casas en un cuadro de cuatro por cuatro, en ese espacio, teníamos el comedor y los dormitorios, el baño estaba al exterior, al igual que la cocina, se puede decir que casi al aire libre, la construcción de dichas imágenes no es compleja, porque aún se ven ese tipo de construcciones en los patios de la ciudad que he crecido. Pero mis deseos van de la mano de la pasión de aquellas noches casi a oscuras, noches alumbradas por los desechos fósiles de los dinosaurios y que en casa teníamos un quinqué, hoy en día eso debe ser una extravagancia para muchos, aunque más bien es un artefacto desconocido, incluso conseguir petróleo ya resulta ser una tarea titánica. En las casas donde se vendía el petróleo, tenían unos tambos de doscientos litros, un gran embudo y una bomba mecánica con la cual extraían el liquido que nos despachaban, por supuesto que yo no imaginaba que en mi bote traía restos de dinosaurios y algunos otros desechos fósiles, de haberlo sabido, seguro me pongo a inventar historias. El olor del petróleo era muy peculiar y de aspecto más bien grasoso. En las manos te quedaba una sensación sedosa, pero la piel terminaba por resecarse. Con unas cuantas imágenes es posible reconstruir los recuerdos, armar el trama de un pasado, solo que desde siempre he tenido una mente que lo enreda todo y no se detiene ante la idea de averiguar si ese pasado corresponde a la realidad. Un barrio de callejones oscuros, eso si, no había pavimento, con dificultad te encontrabas con un carro a no ser que fuera el de la Pepsi, la Coca allí no tenía tanto éxito. En ocasiones me da por poner casa donde nunca habían existido, me da por poner personas y alego que siempre estuvieron allí, que no es posible el haberlas olvidado.

Por supuesto que en aquella infancia no teníamos problemas por si la luz, como la conocemos ahora, decidía irse. Tampoco existía esa fijación por tanto juego moderno, por lo general nos reuníamos en las tardes y los más viejos contaban sus historias, no hacían las versiones tan renombradas de las revistas como Lágrimas y Risas o Memín Pinguin o la Familia Burron. Dibujábamos en el suelo, algún juego o ya en la oscuridad nos atrapaba la idea de jugar a las escondidas, al tú las traes, que dicho sea de paso nos regalaba excelentes condiciones físicas porque no entiendo como pero corríamos y corríamos sin cansarnos, tampoco fuimos niños obesos. Por supuesto que ahora, todos queremos una moderna consola de juegos, en fin es como si aquello nunca hubiera tenido lugar y solo es posible entre suspiros. Noches olorosas a luz carbonizada, esa prehistoria que nos acompaño en cientos de tareas. La cosa en aquel tiempo no requería de televisores, nos divertimos a lo grande, tampoco añoro de forma desmedida la infancia casi a oscuras, las bondades de la memoria me hacen transformarlo todo y entonces me parece un lugar mágico, pero sin el incandescente parloteo entre la noche y esa necesidad de iluminarlo todo, claro que la mayor parte del mundo ya conocía las bondades de la luz eléctrica, incluso nosotros. En el barrio de a lado, seguro que nos veían como retrasados, pues ellos disfrutaban de unas pequeñas luciérnagas que los alumbraban todo el tiempo y tenían instalados en las salas de su casa un gran televisor que tardaba media hora en calentarse y otra media hora para sintonizar más o menos un conocido canal. A esas casas fuimos para ver las películas del Santo, ya no recuerdo cuanto nos cobraban, pero valía la pena el pago, pues por las noches teníamos más argumentos para descubrir el mundo, nuestro mundo que estaba al lado del progreso y a unos cuantos metros de cables, por suerte esos metros tardaron muchos años en llegar hasta nuestros dominios, quizá para cuando ya nos había dominado otra pasión y los juegos no nos interesaban más, había llegado la época de querer besar chicas. Cuantos escenarios, cuantas historias han quedado atrapadas en los recuerdos y de cuantas de esas historias hemos quedado preñados para después, con el escenario de la luz, tratar de reproducirlas, tratar de contarlas, aunque eso si, las hemos llamado nuestra versión, aunque nunca se pueda seducir la memoria y esta nos regale un inagotable mundo de sensaciones que se puedan atrapar con letras, pues el olor a prehistoria y los bellos diamantes que tejían esas historias son voces que corresponden a un escenario muy especial, del cual solo quedan sensaciones, quizá la mayor parte ya las he olvidado.

En casa teníamos un quinqué, creo que tenía más años que mi padre. Los primos que eran al parecer más pudientes, tenían una linterna, pero ambas quemaban petróleo y muchas tardes nos fuimos de compras con nuestros garrafones. Nos vendía el preciado liquido don Genaro, poco me acuerdo de él, solo se que era un hombre que vivía solo, y después de morir, su casa se fue viniendo abajo y ahora solo queda un viejo árbol de tamarindo en aquel sitio, ese lugar es un espacio común de esta memoria; recuerdo con la exquisita precisión, la composición de los sonidos y la fuerza de los olores, recordar un lugar común del pasado, es parte de la pequeña construcción de los recuerdos y con ello logro evocar imágenes, recordar con los olores incluidos, es por demás seductor, resulta en verdad muy pasional y me hace temblar, por la emoción. De camino a la compra del liquido prehistórico, cientos de veces me puse a inventar mis historias y comprendí que soy un mentiroso, aunque no le tolero a nadie que me llame así, ¿el por qué no lo tolero?, bueno eso es parte de otra historia, y fue de cuando ya teníamos luz, por ahora suspiro por aquellos tiempos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que paso=te deje un comentario hoy mas temprano,hora local,y ahora no aparece...!
no me olvide de vos...solo que me hablan y automaticamente cierro la oagina...oy dipersa, pero pa tanto!
andale,tu trabajo es padre...por decirlo con un modimo tuyo guey...me gusta y te sigo,pichon...con muchas alas volando por las palabras,magetuosas que escribis
un abrazo
amigo...y que alga ete comentario porfa
lidia-la ecriba perenneç
www.deloquenosehabla.blogpot.com