lunes, 30 de junio de 2008

Las mascaras que cubren mi otro yo


DE OMBLIGOS Y OTROS MIEDOS

En el ombligo de la tierra,
descubro la impotencia
que me rodea,
observo una y otra vez
las imágenes que me rondan;
nada es nuevo,
aunque todo tiene
un tinte de aire moderno.

Trinan a todas horas,
son los pájaros de hierro,
no cesan sus ruidos
es una cacofonía magistral,
a veces,
son inquietas aves
de vistosos plumajes,
en otras más,
leones que rugen,
así es la selva en el asfalto;
tan solo se,
y no por suponer,
que todos son bichos maleables,
llenos de ruidos, son
térmicos, son adaptables,
pero sobre todo, están
dotados de instrumentos escandalosos;
ruidos que te llevan
y te traen de manera oportuna;
el ombligo de la tierra
es una selva asfaltada,
rodeada por unos cuantos picos,
picos que son nevados;
mutilado por esas suertes
que definen los futuros;
el ombligo de la tierra,
alimenta a sus hijos,
son hombres nuevos que se resisten,
que hacen circular las historias
de los nuevos hallazgos.

En el ombligo de la tierra
nacen con los dolores naturales del parto,
esos breves espacios,
las esperanzas nuevas,
el hombre que no fue arrojado,
y así,
a diario se precisa de los ruidos.

En el ombligo de la tierra
se esconde una mirada,
se escapan los lujos,
el frío es leve,
lo leve es vida,
la vida se gesta en cada espacio
y los espacios se reducen
en cenizas volcánicas;
en los espacios del ombligo
me encontré con unas mascaras,
más allá de las mascaras
observe mi rostro
y comenzó el miedo.

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