viernes, 27 de junio de 2008

Despertar y creer que nada es un sueño


Despertar y creer que nada es un sueño

Despiertas temprano,
tomas el telefono,
envías un mensaje,
despiertas alegre,
continuas con tu rutina,
podría ser diferente,
es decir te levantas
temprano en el viejo continente,
tomas rumbo a lo desconocido,
lavas un poco de platos,
les sirves la comida a los ricos,
a los orgullosos,
a los que tienen con que pagar el servicio;
incluso podría ser la siguiente situación,
despertar temprano
dentro de un penal de máxima seguridad,
limpiar tu espacio y el espacio de otros,
tomar el desayuno,
después hacer la faena
y hacer todos los trabajos
de regla o por que no,
despertar en medio de la selva,
lavar la mascara que algunos
llaman pasamontañas,
montar a caballo,
fumar la pipa y hacer política
desde todas las fronteras posibles.

Despiertas y todo tiene un sabor raro.

Despiertas temprano,
te cubres el rostro,
tomas el telefono,
un par de llamadas
un pequeño mensaje,
luego juegas a que escribes,
piensas en la compañía
de fusileros paracaidistas,
en los arrestos por mal comportamiento,
en el viaje que pudiste hacer durante el día,
en las noches que no estas con ella,
en ella cuando estas con ella,
en su trabajo,
en el ciento de imágenes
que tuvo que ver
para poder regresar a casa
o por qué no,
en la comida rápida
que ha compartido
con sus compañeros de trabajo;
piensas en el motor
que no logras reparar,
pero hasta ahora,
solo logras abrir los ojos,
despertar a medias e intentas
escribir un tonto poema.

Despiertas y descubres que aún estas vivo.

Lo mejor de despertar es saber
aún estas, que todos los sueños
son posibles, que las cosas
que imaginas, no son
más que el producto
de los tiempos en que no haces nada.

Despiertas y tan solo por estar
despierto vale la pena la vida

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