viernes, 27 de junio de 2008

De los que aquí habitamos


De los que aquí habitamos.

A la gente que conozco,
no se le permite enfermarse,
hacerlo es un lujo,
andan por las calles con los pies descalzos,
y con un poco de suerte,
quizá se ponen una especie de calzado,
uno que trae como suela
un pedazo de llanta
que ha rodado un millón de veces,
hombres o mujeres que se levantan al alba,
que desmenuzan sus sueños, para el desayuno
mujeres que antes, con sus manos batían la masa
para hacerse sus alimentos,
pero que ahora, con tanta competencia
les resulta más barato comprar
las tortillas en cualquier esquina,
gentes que pueden tener incluso
los mismos nombres o tu nombre o el mío,
pero que les toco nacer bajo otras circunstancias,
bajo otras miradas o quizá
bajo la única realidad posible del país,
mujeres que se atreven,
que cruzan fronteras para ser esclavizadas,
que sus cuerpos se destrozan con ese hedor
que ronda a la escoria de otros sitios,
hombres que poseen un sueño
pero que dicho sueño no se aloja en ninguna cama,
sueño vacío, lugares de miedo.

A la gente conozco no le da rabia
por andar todo el día en el sol,
tienen las manos llenas de callos,
manos partidas por el trabajo,
y unos brazos fuertes,
quizá una pequeña panza que destaca de su cuerpo,
aunque en general son delgados,
tan delgados que podríamos decir
que se están muriendo por no comer a tiempo,
pero su mirada dicta otra historia.

Ese gente que conozco, no sabe de cosas extrañas,
pero igual te hablan de las noticias de este mundo
saben de redes o de cables que comunican
saben de máquinas, pero todo de oídas,
esa gente que se levanta por las madrugadas
para buscar en el patio un poco de suerte
para salir temprano, porque más tarde el sol cala,
esa gente que no se enferma ante los ojos de los demás
porque enfermarse es muy caro, esa gente
que cuando le hablan de quimioterapias
se quedan sospechando del médico
pues piensan que es un truco nuevo,
un truco que los convertirá en seres poderosos,
porque lo único que saben del cáncer es que mata.

Esa gente que conozco,
camina en la mayoría de las calles de este país,
es gente común, alegre e incluso
llenos de una alegría, que aún no se de donde sacan,
gente que hace años lucha por su vida
que no entorpece sus días con el discurso
del poder, que alega con tanta fuerza
que pronto terminara con esa gente extraña,
que pronto no existirá más pobreza
que pronto, que pronto, que pronto,
cuando ya no tenemos tiempo de nada.

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