miércoles, 2 de julio de 2008

NACIMIENTOS


NACIMIENTOS.

Cuando nacimos las historias
aguardaban para ser tomadas
por lo que ahora somos,
por supuesto que nadie sabe
donde se guardan las historias,
que nadie sabe el sentido de ellas,
ni siquiera alguien sabe
de la existencia del destino,
yo mismo a diario niego su existencia,
no sea que me gane el conformismo.

Cuando nacimos nuestras madres pujaron,
lucharon con el dolor de parirnos;
la mía se arrastraba en un suelo rugoso,
en suelo lleno de polvo,
en una historia que no correspondía,
en una vida que le era del todo ajena,
en algo que la agredía;
sin embargo nací sin ser expulsado de su vientre,
sin que su útero deseara mi partida.

Cuando nacimos el día era nuestro
sin importar su nombre,
sin importar el número o sin
preocuparnos por los gritos
de los extraños o si la penicilina
era un excelente amigo
para combatir las amenazas
en la que nos vimos envueltos;
cuando nacimos no teníamos envolturas,
ni un catalogo que nos definiera,
solo nacimos con una alegría única,
la alegría de sabernos queridos,
ahora la historia es tan compleja
que mejor la cuento otro día.

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