miércoles, 12 de diciembre de 2007

Los regalos...


Yo no haría cosas que no comprendo. A la hora de ir pensando en las anclas, imagino que tal vez podría comprar un par de anillos, pero al hacerlo estaría atentando contra las cosas que no creo, sería un acto deshonesto, luego el tener hijos o el ensodarme a ella, no lo se, la verdad es que no existe nada mejor que entregarse por completo sin tener pretextos o situaciones que te amarren, las amarras no son otra cosa que las inseguridades. En otros tiempos, hubiera pensado que no existía nada mejor que estar a solas conmigo mismo, pero esos eran otros tiempos. Ahora quiero estar con ella por el resto de mis días, que por cierto son muchos aún.

Pienso que cuando alguien te hace un regalo, lleva de antemano otras intenciones, por ejemplo: existen los que te regalan un reloj, que no es otra que una cadena pesada y amarillenta que se encarga de recordarte el poco tiempo que te queda de vida o se encarga de ir midiendo el tamaño en tiempo de tu infierno, por supuesto que hablo de los infiernos personales, las cosas impersonales se quedan para otros días. Te dan un reloj esperando que te dure una eternidad, así que escogen una buena marca sino es que la mejor, eso que son suizos, etc., aunque muchas de las veces no se ajuste a la muñeca y tengas que quitarle un par de eslabones y tampoco sea tu estilo, el caso es recordarte para el resto de tus días que de alguna forma, que él que te ha hecho el regalo allí estará presente al igual que el reloj, esperando, por si decides cambiar de opinión, el reloj estará colgándose de tu muñeca, aferrándose a lo que eres sin ser parte de ti, pero siendo tú, porque entonces ya no puedes vivir sin ese tiempo, pendiente si es que tienes que darle cuerda o preocuparte de que su mecanismo marche puntualmente, porque sino un día puedes llegar tarde a las citas; regalarte algo así, no es otra cosa que verte en tu condición un tanto precaria de lo que imaginan que eres y es un leguaje escondido donde te sugieren que puedes aferrarte a un cuerpo fuerte como el de ellos y que tú eres como un débil bracito, como si tú fueras en realidad tal reloj, es algo eterno sin duda, el caso esta en aceptar, en el fondo no es otra cosa que una ancla más, no tan formal como pudiera ser un anillo, pero lleva el mismo mensaje.

La idea es que te des cuenta todos los días de su presencia, cada que necesites saber la hora, cada que tengas una cita, cada vez que tengas que saber el momento del tiempo, que él, el tipo que te regala un reloj esta allí, de alguna forma uno se puede obsesionar con ello, con la idea de llegar a tiempo, de no perderse en la ciudad por falta de tiempo o llegar tarde por no saber la hora, pero también se de estar pendiente de darle cuerda o mantener funcionando a dicho reloj, yo aún pienso en los relojes de cuerda, pero también existen los automáticos que de cuando en cuando, supongo que se deben sincronizar, pero los buenos relojes, los que en verdad son buenos deberían ser de cuerdas, eso es lo que creo. Así que ese regalo viene de la mano de un gran capricho y de tener que atender con precisión todos sus caprichos, la necesidad de hacer un regalo así lleva cierta maña incierta, pero también pienso que nos convertimos en el regalo o los deseos de los otros, de los que nos regalan a esos artefactos. Un anillo de bodas no representa un pacto sagrado, pero no demanda tanta atención, sirve para recordarnos ciertas obligaciones, pero cuando ya no existe el amor, esos recordatorios de poco sirven, un reloj es aún más poderoso. Un reloj tiene marcas, entonces piensas que es mejor que tal o cual marca, piensas que si lo pierdes no es buena idea, con ello viene el miedo, incluso si lo usas piensas que te lo pueden robar o que se puede romper, quizá hasta le festeje uno los cumpleaños al reloj, después de todo nada se da sin tener terceras intenciones. Todo esto quizá es parte de nuestro lenguaje, nadie hace cosas porque se le ocurra de la noche a la mañana, es decir, de laguna forma nos damos a conocer y es entonces que cada uno actúa de una forma tal que atrapa a los otros, por eso la próxima vez que quieras regalar algo, debes pensarlo un poco, trato de decir con esto que quizá sea mejor un regalo donde al interesado no se afecte su ritmo de vida, donde las cosas que se le den no tengan que ser tan personales que puedan causar cierto impacto o le transformen la vida. Yo sigo pensando de que me serviría una brújula si con precisión a donde voy, si se con exactitud donde quedan todos los puertos importantes de mi vida, seguro alguien me regalaría una brújula para hacerme reír un buen rato, debería tomar su buena intención como un buen chiste, pero en el fondo es algo tan innecesario en mi vida. Acerca de los anillos, bueno es algo que según pienso nunca haría, porque de alguna forma estaría traicionando a mi forma de pensar y entonces empezaría a ser deshonesto, eso no quiero que suceda, algo que si puede pasar es que me endose a su nombre, en eso si he pensado y me agrada la idea, pero para estar con ella no necesito de pretextos o anclas, lo único que necesito ya lo tengo, y se llama amor. He pensado que un buen regalo no existe, quizá existen los regalos prácticos, un buen libro, aunque ese concepto de buen libro depende del ojo del lector, así que un libro esta bien o una caja de chocolates suizos, parece que todo lo suizo es bueno, en fin, dejare por un rato de decir tonterías…

1 comentario:

RosaMaría dijo...

Es que no son tontería, aunque no lo veo yo del modo que vos pues, me encantan los relojes. Marcan tántas horas buenas, a esa hora nací... a esa hora tal... a esa hora cual... En fin, puntos de vista, pero muy bueno el tuyo también.