lunes, 17 de diciembre de 2007

Instintos...


En el fondo tanto silencio, no es otra cosa que un dialogo intenso que nunca termina, donde todas las cosas que se dicen no tienen voz perceptible, pero el eco interior es tan profundo que nos logra transformar.

Podemos preguntar por tantas cosas que en la realidad cada uno sabe que no tienen respuestas, podemos sentarnos a esperar que no pase nada, a decirnos que estamos a la espera de que nada pase, para ver si algo pasa con nuestras vidas o pensar que un día sin pensarlo mucho, la gran casualidad, el gran evento que estamos esperando llegara a suceder, esas cosas pueden pasar, pero no creo que sea porque cada uno tenga marcado de alguna forma su destino, las cosas que se quieren se consiguen a base de esfuerzo de otra forma, el que se cruza de brazos y se sienta a esperar lo único que termina por conseguir con toda seguridad es la muerte. Todas estas cosas se me ocurren porque a lo largo de estos años me enfrascado en una serie de discusiones que no llevan a nada, discusiones acerca de quien tiene la razón, no la razón en la que se miden los comportamientos, o los miedos, es decir los miedos también son grandes protagonistas, sino esa razón en la que cada uno justifica su forma de actuar, argumentando que el comportamiento que tienen es debido a su movilidad que más bien parece la gran inmovilidad motivada sin más, por esas ganas de no arriesgar, tal vez porque el mundo que se ha descubierto les viene muy cómodo o quizá porque el no salir a la busca de lo que se quiere es muy pero muy agradable. Quizá eso es lo que nos lleva a una condena sin sentido. Condena con la cual nos acostumbramos a vivir o nos resignamos por el resto de nuestras vidas de una u otra forma es lo mismo.

Se pueden tener todas la conjeturas posibles que a diario se nos puedan ocurrir, incluso podemos librar mil batallas a diario porque pensamos que un evento determinado terminara por robarnos los únicos espacios que consideramos únicos, personales, que sin esos espacios no somos nada, nos condenamos eso si a los estereotipos de todo, aunque casi siempre los condicionamos en el ámbito de la belleza, si la persona tiene una buena pierna, si sus cadera so perfectas, esas cosas que algunas veces no son más que triviales que con el paso del tiempo terminan por desaparecer pero que no dejan de estar allí, pero luego que pasa cuando todo ese entorno de belleza manipulada de alguna forma desparece, que sucede cuando nuestro comportamiento nos orienta de nuevo a la batalla constante entre ese ser que nos dicta un comportamiento en el que al parecer lo principal es satisfacer a una sociedad que nos reclama, que sucede en realidad cuando nos descubrimos ante una incapacidad de humanizarnos, de sensibilizarnos, de externar en verdad lo que somos, quizá somos tan egoístas que guardamos silencios, y decimos que nuestros silencios es para no dañar a los otros o es que jugamos a no dañarnos y evitamos cerrar las posibles puertas que nos hagan regresar por algún camino más o menos conocido si es que las cosas se salen de control o tan solo será que me pongo en medio de alucinaciones sin sentido. Pienso que en todo momento vamos experimentando una mudanza, ya sea en los sentimientos, en los gustos o los pensamientos, una mudanza interna que termina por arrojarnos más o menos de forma violenta a otros espacios, esos lugares donde un día descubrimos que todo nos es desconocido, incluso la misma imagen que nos regresa el espejo, quizá nos observamos más viejos, con arrugas y esas cosas y para convencernos de que no somos nosotros recurrimos a la imagen del recuerdo, perdiendo valor lo que se observas, acaso no puede ser así al observar las piernas, el rostro de los demás, quizá ciertas ausencias nos impiden observarnos tal y como somos, la belleza externa parece tener mayor peso que todo lo existente. En el fondo esta mezcla de ideas no es otra cosa que el revoltijo diario de cosas que me suceden, no es un invento, si una marejada de situaciones que se me ocurren mientras los dolores de cabeza hacen de la suya o una molesta tos no me deja del todo o quizá la noche me atormenta con la existencia de pensamientos que me orillan a pensar en las consecuencia de actos que aún no he vivido pero que intento explicar de una manera lógica cuando lo último que no tienen es lógica, las cosas solo suceden si uno las desea y pone empeño en ellas, nada viene por efecto divino ni por gracia de la casualidad, aunque a veces me pongo a pensar en tantas situaciones que parecen ser arrancadas de la casualidad, quizá este equivocado del todo, en verdad no lo se, lo que me mueve es esa inquietud poderosa donde las emociones no tienen calma alguna y me pongo a pensar en tantas cosas hechas, en los viajes, en los amigos, en el amor y en las esperas sin desesperar, en las acciones que determinan un rumbo, en los rumbos que determinan un comportamiento, entonces es cierto que no existe la casualidad ni el destino, pero es muy palpable que existe un principio que viene de la mano de un nombre, ese principio llamado incertidumbre, la verdad es que me gusta. Por sentarme a esperar quizá me sucedan tantas cosas como he soñado, por sentarme a esperar quizá muera en completa soledad, el caso ahora sería sentarse, por mi la vida ya esta en marcha, las cosas van, yo voy en ellas y me gusta. Lo demás es otro pensamiento.

En ocasiones me dejo llevar por los arrebatos, algunos decimos que confiamos en la intuición, después de todo que somos sin la intuición, pienso que es como no tener un sustento a lo que somos, pero debe ser aún más agresivo no tener claro que también somos en buena medida seres instintivos, quizá esa sea la herramienta más importante que poseemos, aunque para muchos nos parece un tanto irracional, en parte también somos eso.

No hay comentarios: