martes, 29 de enero de 2008

Las otras esquinas...

Para Belen y la Santidad Innombrable.




Soñar con los ojos abiertos.

No hace falta hacer tantos aspavientos para que alguien se entregue a lo somos, para entregarnos en la misma medida de lo que podemos llamar deseos, no hace falta invertir horas enteras entre ideas de efectividad y tiempos de recorrido o si un país es mejor que el otro, porque en el fondo nos pasamos añorando las cosas que están del otro lado de lo que tenemos y entonces de que sirve tanta lucha acerca de las emociones si lo que nos gusta se transforma en pasividad de la pasión y un eterno encanto por las cosas, esas mismas cosas que suelen llamar materiales, es como cosificar un poema, un texto, un sentimiento y contra eso no existe un lugar efectivo ni tiempos cortos, solo existe una gran incapacidad, un gran velo, una nota que por más que se quiera sigue estando en medio del vacío más extraordinario que los mismos demonios de Dante, a lo largo de todos sus infiernos terminan por esconderse, para no ser vistos, para pasar desapercibidos. Aunque los demonios son los demonios y el hambre de trascendencia es otro juego, que va de la mano de la efectividad y la contundencia, como si estuviera en disputa nuestra vida, la mía por cierto siempre es lenta, amo la lentitud de un país, porque el realismo esta teñido de magia, de carnaval, de ese sonido propio de la nostalgia y no extraña lo viejo de otros entornos, pero quizá de tenerlo no le vendría muy bien. Todo eso tan solo existe de este lado, aunque suene duro, esa es la magia, no existe más, prefiero las noticias que van a paso de tren lento, tren que hace cien mil paradas antes de llegar a su destino, prefiero el ambiente de estos cielos que se contaminan de nuestra incapacidad para mudarnos de piel ante la necesidad y nos hace soñar, pero soñar casi siempre con los ojos abiertos. Después de todo los Beatles se oyen igual, sin importar que tan rápido se muevan las cosas.

Soñar con los ojos cerrados.

Quizá ya son las dos de la mañana, al parecer ha sonado el telefono, alguna emergencia, de esa que parecen existir a todas horas y llegar a destiempo, el sonido es corto, como que en realidad no fuera parte de la realidad que no quiere uno escuchar, pero no comprendo con facilidad si estoy dormido o despierto, si continuo vivo o es que estoy muerto. Soñar como nunca antes, quizá debería regresar a mi cuaderno de cama y tenerlo para despertar después de cada encuentro extraño con una realidad que nada tiene que ver, imágenes que me persiguen durante todo el recorrido nocturno, eso sí, ojos bien cerrados y sumido en una especie de sueño profundo que me pone alerta en todo momento, como si estuviera por enterarme de lo que pueda venir mañana, pero por desgracia no tengo esa magia que algunos dicen poseer y que les permite entender lo que sucederá el día de mañana, le llaman ellos, los que pueden hacer esas cosas, revelaciones. Lo único que puedo decir es que me he llevado a la cama una serie de emociones que me han despertar con la piel erizada y con los labios secos de tanto correr, de no parar de correr, de descubrir que las cosas no son como uno las imagino o se las fue inventando en los últimos tiempos, hombres sin rostro, perros de dos cabezas, animales agresivos y agredidos, disparos, nada tiene un orden lógico, sobre todo nada es parte de la realidad cuando la gente deja de tener rostro, algunas veces me da por ponerles el nombre de mis mejores amigos, pero quizá sea fácil de entender que en unos cuantos intentos se me terminan los nombres, y no importa porque al no tener rostros en los sueños, los nombres se pueden repetir. Despierto más de cien veces, quizá sea exagerado decirlo, pero en cuanto despierto cierro los ojos de nuevo y ya estoy soñando otra vez, aunque ahora son cosas diferentes. Me hace muy bien soñar, sobre todo porque durante muchos años no podía recordar lo que pasaba en cuanto cerraba los ojos.

Soñar como sea, con los ojos abiertos cerrados o abiertos.

Cuando hablo con ella me siento especial, al menos me regresa a la realidad de la misma irrealidad, es decir no dejo de soñar, pero como algunos dicen con los pies en la tierra. Cuando estoy con ella, se que soy especial, por lo menos no tengo necesidad de cerrar los ojos para pensar que se trata de otras de mis pasiones inventadas, todo allí es parte de las cosas diarias, entonces me llena saber que no he dejado nada en el camino diario hasta esta realidad, que en verdad he amado durante todo este tiempo a mis pies y todo lo que me pertenece y no tengo necesidad de seguir cambiando de casa o de nombre. Yo mismo pienso en donde esta la realidad de todo esto, pero la verdad es que poco importa.

Cuando estuve fuera de casa, no importa el rincón, no importa el espacio, me detuve a soñar en todos los ámbitos posibles. Ahora las cosas son diferentes, quizá pueda soñar que un día de estos pueda viajar con rumbo al norte del sur y al sur del norte sin preocuparme hasta donde pueda llegar, sin tener ni un solo problema para hacerlo.

Soñar como sea y donde sea pero soñar.

Si alguna vez dejo de soñar, las cosas no tendrán ningún sentido, si un día me preocupo porque es lo que sucede primero, si un día me pongo a competir con mis amigos, entonces nada de esto que deseo tendrá sentido, nada habrá válido la pena, si un día me pongo a pensar quien hace las cosas mejor que el otro, quizá me este convirtiendo en un hombre común, quizá sea tan solo excéntrico de la peor calidad, así que mejor es soñar sin importar si estoy dormido o despierto.

La realidad…

Pienso que mi carta llegara muchos días después de esta loca idea, pero de seguro leeré antes que nadie de tus letras, después de todo que importa quien es primero, lo importante es estar en los pensamientos y las acciones de la gente que nos quiere y que amamos.

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