domingo, 3 de junio de 2007


El secuestro

Existe el mundo de atrás. El mundo que nadie ve, el mundo fuera del alcance de nuestros ojos, el mundo que se esconde detrás de nuestras paredes. Allí sucede algo. ¿Te sigues quejando?, la verdad es que no es para tanto. Hace más de dos años, me viene pasando, aunque ahora las cosas son diferentes, hace más de dos años, cuando ambos, estuvimos en Quito, la noticia del secuestro se desparramo por todo el país, no era algo novedoso en mi tierra, pero si algo nuevo en mi familia. No estoy exagerando, todo mundo sabe de los secuestros Express, o de la gente que es amagada desde otro automóvil, en fin cosas diarias. En nuestra niñez nadie se atrevía a meterse con nosotros. En verdad que no exagero.
Omar se limpio los ojos, se levantado del suelo donde estaba sentado. Saco de su mochila, unas hojas amarillentas, en ellas esta todo el recuento de las mil penurias que ha tenido que pasar para recuperar a su hermana. Sofía, poco sabe de todo ello. Ella se siente como la victima que no es rescatada a tiempo, esta llena de ira, de temores, de maldiciones hacia su hermano. Esos gestos enmudecen, obligan a sentir cierta culpa. Omar no lo entiende.
Casi todo mundo sabe de las historias de secuestros, pero siempre desde la mirada del secuestrado, nunca desde la mirada de la familia, de ellos poco se sabe, quizá porque entre otras cosas se deben guardar ciertas apariencias que no ponga en peligro la vida del secuestrado. Quizá no existe un rincón del mundo donde la gente este a salvo, quizá todo esto son extrañas conjeturas que lo único que hacen es entorpecer aún más los sentimientos. Para Omar, las cosas está fuera de su sitio, fuera del alcance de sus ideales del mundo, fuera de sus sueños, de las cosas que él entendía como posibles, como únicos, ese gesto de robarle a alguien su libertad no tan solo se convertía en la más agresiva de sus experiencias, sino que a la larga se llevaría entre todo ello a una larga lista de amigos, eso sin contar con los problemas recurrentes con los bancos, así como la perdida de todos sus bienes, una flotilla de taxis, una grana de gallinas ponedoras, un departamento, pero sobre todo se encontraba la perdida más grande, la que tenía que ver con sus sueños, con ese ideal del mundo mejor.
En un principio todo eran llamadas hechas desde un teléfono celular, una voz puntual con exigencias bien definidas, pero con cambio constante de planes, desde el primer momento la exigencia quedo bien limitada, un millón seis cientos mil pesos, por el rescate. La única prueba de que el secuestro se había realizado era una voz desgarradora, una voz llena de miedo que al parecer provenía de Sofía. Omar tenía siete años sin saber nada de su hermana, todo esto le parecía absurdo, pero no podía dejar a la suerte el destino de Sofía. Después de pagar el rescate, las llamadas fueron por parte de la gente del banco.
Durante dos años, las negociaciones se mantuvieron a la orden del día, las llamadas de media noche e incluso las llamadas durante la madrugada eran de lo más común, tonos amenazantes, mentadas de madre, insultos, que otra cosa se podía recibir, día tras día, el tono de la voz iba creciendo, una vez pagado el rescate solicitado, no se dio la liberación correspondiente, un nuevo giro vendría afectar la vida de todos, en ese instante, el secuestrador decidió que necesitaba un poco más de dinero, no era la gran cosa según, dos millones de pesos para cerrar el trato, con lo único que se podía contar, según él era con su palabra, la gran interrogante es si un secuestrador tiene palabra, o si la palabra tiene algún valor en el momento en que se ha faltado a un acuerdo. Omar no entendía los juegos o los empeños de palabras, su urgencia estaba en poder rescatar con vida a Sofía, el dinero, los bienes materiales, poco importaban en ese momento. Recurrió al banco para poder completar la ultima suma que se le exigía, no tenía más remedio.
Nadie estaba soñando, de la noche a la mañana, ese mundo de comodidades pasaba a las manos de un secuestrador, la vida incluso estaba en sus manos, si el día en que tenía que devo9lver a Sofía se encontraba de mal humor, igual no la entregaba o tiraba sus restos en algún basurero de la ciudad, que importa la ciudad, el caso es que todo dependía de sus miedos, de sus inseguridades, de su ambición. Fueron más de dos años de constantes luchas internas, de pasiones que se desataban por la falta de sueño, por los ardores constantes del estomago que como consecuencia de todas estas batallas, termino con una terrible ulcera, gastritis, presión, estrés, de todo le dictamino su médico.
-Me vale madres si no tienes el dinero para la próxima semana. Cabroncito, ¿quieres que te entregue a tu hermanita en pedazos?, si ese es tu deseo, pues no pagues, ese no es mi problema. Más te vale que me creas.
Muchas veces Sofía fue puesta al teléfono, su voz cansada terminaba por desesperar, por hacer llorar al impaciente Omar. De nada servía todo lo hecho hasta este día, todo los bienes materiales pasaban a la mano del mejor postor a precios ridículos, pero la necesidad, es así, pocas veces nos importa cuanto a costado hacerse de algo, lo importante es lograr seguir con vida, ese era el pensamiento en la mente dolida de Omar.
Casi dos años después de nuestro encuentro en Quito, Sofía fue devuelta. Eso de fue devuelta suena extraño, más bien fue comprada en tres millones seiscientos mil pesos, para ello eso poco importa. Omar pensó que la vería cansada en extremo, incluso pensó que todas las batallas que ha tenido que liberar su hermanita la tendrían molida, pero sorpresa, Sofía, se ve radiante, llena de vida, retando al mundo como nadie, quizá ese comportamiento no es el de un secuestrado. Ella llego a casa de su madre, bajo de su auto nuevo, como si cuenta bancaria en todo este tiempo no se hubiera tocado sino para hacer depósitos exclusivamente. Hablo de todo, de sus planes de boda con Germán. Poca creíble su actitud, Omar empezó a sospechar de Sofía.
-¿Fue idea de Germán?
Digamos que nunca lo vamos a saber. El día que ocurrió el secuestro, nosotros estuvimos en las orillas del Cotopaxi, recuerdas que ese día me perdí durante largas horas, que tuvieron que esperar mi descenso de las faldas del volcán, también perdí una cámara fotográfica, ese día mi suerte fue echada, ese día empecé a perder todo lo que tenía, sobre todo perdí los sueños. Tarde mucho para descubrir el engaño, por supuesto que Sofía no lo admite. Un día telefoneo a casa de mi Germán, por cosas de la vida me toco contestar. El mismo timbre de voz, el mismo tono, era él, Germán era la voz que amenazaba desde el celular para exigir el pago de un rescate. No le importo tener cuidado, el identificador de llamada salto con un número tan conocido, de tanto verlo, de tanto oírlo, era imposible confundirse.
-Me comunicas con Sofía, demando su voz- agregue diciéndole, que aún no se le quitaba ese tono de exigencia, dijo que no sabía a que venía mi comentario.
A cualquiera de los dos se le había ocurrido la idea del secuestro. Años atrás Sofía había trabajado para el gobierno del estado, se convirtió en la tesorera, se dio lujos que ni en sueños volvería a repetir, viajes alrededor del mundo, excesos, drogas, pasiones la límite de la gente que de un día a otro se encuentra con tantas riquezas. Allí fue donde conoció a Germán, era su secretario particular. Ahora, Sofía se encuentra protegida por el gobierno federal, le han cambiado el nombre, es parte de ese programa de testigos protegidos, su virtud es que ha declarado en contra del ex gobernador, señalando a este último como el único responsable de todas las fugas en le presupuesto estatal a lo largo de los seis años que duro su administración. Ella dice que se llama Esther. Para Omar eso no tiene importancia.
-¿Por qué lo hiciste Sofía?
Sin duda la respuesta es algo que nunca llegara. En el patio de atrás de la casa suceden mil cosas, pocas veces nos enteramos de lo que pasa, nadie suele voltear para mirar lo que se queda atrás. Dinero, todo por dinero, maldita enfermedad de todos los tiempos, pero si Judas fue capaz de vender a un Dios omnipotente, entonces no podemos fingir asombro por las cosas de Omar, no podemos pensar que el dinero no es un mal para la vida de cada uno, no podemos imaginar un mundo donde Sofía sea diferente, donde sus necesidades, donde sus vicios, le han llevado a traicionar un amor que por ella pudo sentir Omar. En el fondo, tras siete años de ausencia, uno supone que las cosas no cambian, pero es imposible presentarse ante los que han vivido nuestra ausencia, para fingir que no ha pasado nada, como tampoco nos agrada la idea de que ellos crean que no hemos hecho nada de nuestra vida, todo cambia, todo tiene otro tinte, a veces dramático, pero sin duda nada permanece igual, eso es un sueño imposible.
Omar tiene miedo. Piensa que por sus venas corre la misma sangre que en la de Sofía, quizá un día toda esa maldad lo tome por sorpresa, lo haga hacer cosas que en su fuero interno odia, la duda persiste. El secuestro, que de alguna forma se transformo en robo, el robo que de alguna forma se transformo en su ruina, luego la pérdida de sus amigos, el entorno silencioso que ahora lo envuelve, es una situación que lo va tragando, un mundo sin paralelos.
Germán ha llamado varias veces, en ocasiones se puede notar en su voz el tono de burla.
Omar sabe que no le puede decir nada de esto a su madre, ella sufre del corazón, una noticia de este tamaño, le llevara directamente a la muerte, ella se vio muy mal durante todo el tiempo que duro el secuestro, en realidad no se como llamarle, si secuestro o la estafa, tiene el tinte de ambas cosas. Las presiones psicológicas son las más duras de superar, a veces esas presiones terminan por llevarnos a la tumba.
Los amigos pocas veces entienden los silencios, pocas veces pueden entender las necesidades por las que cada uno tiene que atravesar, no es fácil el transito de un punto a otro, no es fácil ir dejando en el camino una serie de secuelas de nuestro comportamiento, sin embargo es fácil juzgar, decirnos a la cara lo mal que nos portamos, sin atender todos esos ruidos internos que nos van desbaratando, luego cuando el dinero esta en medio de todos estos intereses, las cosas se tornan imposibles de comprender. Silencio. Soledad. No existe otra cosa en ese eterno vacío provocado por los actos de los seres que se aman, amar es una tarea difícil, sobre todo porque se debe tener constancia en ello, incluso es necesario un poco de disciplina, andar despreocupado por el mundo es una tarea que requiere de poco esfuerzo, es algo que todos pueden hacer sin necesidad de pregonar mil cosas.
Pase lo que pase entre Omar con su hermana Sofía, las cosas siempre serán igual, por sus venas siempre circulara la misma sangre, solo un error podría cambiar las cosas, seguirán hasta la muerte siendo hermanos. Omar piensa que debería vaciar sus venas e irlas llenado con un poco de la sangre de esos amigos a los que tanto ama, quizá su vida sería diferente, pero es imposible pensar en esas cosas. El mundo es practico, se tiene que seguir viviendo, poco importan los bienes materiales perdidos, poco importa si tiene una cuenta que no podrá saldar con el banco, poco importa que su hermana se burle de él en sus narices o que Germán se atreva a presentarse como sino fuera culpable de nada, poco importa la vida sino existen valores, sino se tiene ganas de vivirla, en este caso desde el otro lado de un secuestro, en la parte de atrás, en el mundo que nadie ve, las cosas fueron más terribles, más dolorosas que en el mundo del secuestrado, donde se supone que la libertad era privada…
-Ojalá un día tus actos te refundan en la cárcel.
-¡La veo, ya viene mamá!
- Es tan preciosa mi hermana, la veo llena de vida, como si nada le hubiera pasado. No la imagino sin un dedo, tampoco me imaginaba sin un quinto, que importa el precio, ella lo vale.- Omar la toma en sus brazos, la huele, la siente, se muere de tristeza, de alegría, de nervios- es tan hermosa mamá, después de todo valió la pena estos años de espera.
Sofía no dice nada, tampoco se le llenan los ojos de lagrimas, es orgullosa, se nota que de su boca al abrirse saldrán insultos, reclamos, como si todo fuera la más fácil de las tareas, como si reunir dinero fuera ir al campo a cortar lo que en ese momento tenga en abundancia. Lo que más me duele es la actitud, por lo menos un poco de agradecimiento, por lo menos un poco de asombro, pero nada, parece que la vida le cobra a cada uno las facturas a precios exagerados, ya pagara cada quien sus pecados, acá en la tierra que es donde se cometen porque de seguro la vida es una, única, de existir otras oportunidades no es algo que se tenga por seguro, pero lo que hacemos, lo que nos identifica, pues ni como esconderlo.
Omar se toca el cuello, esta a punto de reventar, pero decidí seguir callando, su naturaleza siempre fue así, por qué cambiar ahora.
Lo que más duele mi amigo, es que no puedo estar en casa, en mi casa, en ese mundo que fui construyendo conforme han pasado los años, me duele no poder estar con mis amigos, me duele tener que esconderme doblemente, por un lado me escondo de mis responsabilidades, no tengo fuerzas para afrontarlas, no tengo deseos de solucionar nada, por otro lado el pero de mis enemigos me sigue por todos los rumbos que piso, se que adivinas, se que entiendes que hablo de mis demonios, de mis pasiones, pero lo que más me duele en verdad es tener que renunciar a todo lo que soy, no existe una forma de recuperar el tiempo perdido, no existe una forma de salir delante de todos estos escombros que fueron quedando al paso de mi destrucción, me duele renunciar a lo que fui, tener que negar lo que puedo ser, me duele entender que nunca más podré ser lo que tanto amo, de paso voy dejando a los amigos, solo unos cuantos sobreviven, los más jóvenes, los que poco saben de mí, me duele tener que confesar que estas trampas terminaron por separarnos, me duele decir pese a lo mucho que siento por ti, que quedamos reducidos al recuerdo, todo me duele…
-Ojalá que algún día puedas entenderme...

No hay comentarios: