martes, 23 de diciembre de 2008

Ideas que se escapan del lenguaje


Ideas que se escapan del lenguaje

Qué es un mundo imaginado, acaso este encuentro con las letras, con estas palabras que por un segundo pienso que fueron ingeniosamente concebidas, o son los inventos diarios, esos que nos hacen aparecer un día en medio de la nieve, y decir que la hemos tocado, que la hemos olfateado, cuando quizá lo más cerca que hemos estado de ella es en nuestra imaginación. Un mundo de adeveras, pero con cuentos, con inventos, con noticias y uno que otro sentimiento encontrado y las horas muertas. Pero no hago otra cosa a diario que mudarme de sueño en sueño, de imaginar que el mundo es otro y que es perverso y creo que con toda esa perversidad y todos esos imaginarios se puede escribir un libro, no importa el tema o si es que el libro habla de algo, sino escribir, porque al hacerlo estaré pariendo y tendré esos hijos que todo mundo añora, un hijo que no consuma toneladas de pañales y no tenga que limpiarle sus desechos instantáneos, acaso no es eso más perverso y duradero que la misma idea de tener un hijo, en el fondo cada uno se debate en sus locos sueños, incluso lo imaginario en ocasiones nos llena de melancolía. Escribir una historia separada de lo que soy, de lo que pretendo, es como creer que la navidad es la nieve o que se pueden inventar las cosas, puede uno incluso estar contagiado del realismo mágico de un gran número de hombres, pero ese mismo realismo viene contagiado por una dosis de verdad, de la historia misma de cada uno, de lo que nos toca vivir, pues sin vivencias no existen historias y apelar al recuerdo es intentar contar las cosas como una las recuerda y no como fueron y después de todo esas cosas terminan llenas de mentiras aunque a nuestro favor podamos decir que nunca es así, que somos lo más íntegros y sinceros de de este mundo, en el fondo siempre gana la vanidad, así que una historia contada al pie sin margen de otros acontecimientos y digo al pie de lo que nos pueda suceder, de lo que experimentamos, de las voces de un orgasmo, no de los recuerdos de un posible orgasmo o las pasiones de aquellos años donde nuestra inseguridad más bien nos hacía débiles. Por supuesto que hoy en día todos son ingeniosos y son Quijotes, que todos tienen bajo la manga a su maga y sus hechizos son los más profundos e inexistentes, pero que se combinan a la perfección con lo que se desea, si la navidad se pudiera traducir como la presencia de la nieve y si todo aquello que desconozco tuviera una estación, es probable que estaría mucho más perdido, pero como todo ese desatino, y todo esa serie de sensaciones no son otra cosa que mi mundo inventado, entonces no importa lo que se pueda o no conocer, lo mejor es seguir en lo que se desea.
Me he mudado de sueño en sueño, en el proceso he perdido una serie de amigos y me he encontrado con libros que ni siquiera imaginaba su existencia, me he mudado tantas veces como he podido, he conocido el rincón de una tierra insospechada, saboreado el beso más amoroso y me he enamorado donde al parecer no existía alguna esperanza, pero quien no se ha enamorado incluso de la muerte y resulto al final de todo ganador y con ello se gano una inmortalidad que pareciera compleja, después de todo la mejor de las inmortalidades es cuando te mueres, porque eso de vivir miles o cientos de años seguro que es de lo más cansado y nunca nos logramos satisfacer del todo.
Aún me puedo encontrar por las calles con las hojas caídas en el otoño pasado, puedo encontrarme con miradas perdidas y suelo perderme entre la ropa más extraña para arroparme de un frío mentiroso pues no hay nieve y la navidad esta encima. El frío me recuerda un rincón de Chile, y de aquella tarde cuando llego José a las cercanías de la Chimenea y me rescato, no se aún si del aburrimiento o de mis ganas de no morirme de frío o de que aquel viaje se transformara en un encuentro más con la soledad, pero ese movimiento estratégico, esa pieza bien llevada por unas manos virtuosas para el piano le dieron otra dimensión a la vida, dieron el verdadero pulso de un viaje, entonces el corazón empezó a bombear notas alegres, no dejo un segundo de descanso y me enamore, me llene de la tierra, de los ojos, del agua, de las historias y la magia que encierra cada lugar, ese era el mejor de los momentos para escribir una historia, pero no me quise arriesgar, pero todo estaba allí, si fuera un pintor, equivaldría a tener el caballete listo y entonces el lienzo se empezaría a poblarse de todos los colores posibles, esa fue el mejor despertar, pero por supuesto que esas cosas si las dejas escapar, corres el peligro de olvidarlas para siempre. Entre tantas vivencias, recuerdo que olvide los calcetines, medias o como se llamen a la interfase que va entre el pie y el zapato, y luego el frío, quizá recuerdo todo esto porque en esos días el frío se dejaba sentir. La primera noche lave los calcetines y los puse a secar sobre el radiador, pero no me fue muy bien porque al otro día me los tuve que poner húmedos pero la cosa fue peor, dure muchos días con ellos y la situación no fue nada cómoda, hasta que me decidí a tirarlos y ponerme de forma prestada unos que no eran míos, cualquiera puede decir que debía salir a comprarme unos y dejarme de tonterías, pero saben no es como comprarse una maquina de afeitar, además en la mayor parte del viaje andaba sin dinero en los bolsillos, algo que no era fuera de lo común en mí. Pero hablaba del olvido.
Lo cierto es que en gran medida cada uno genera su dosis de incredulidad y eso a larga resulta ser el callejón que nos lleva a los eventos más formidables y milagrosos, pero en el fondo ese mismo callejón nos puede llevar a los abandonos. Un día abandone a uno de mis amigos, aunque antes él ya me había abandonado, pero no importa si ellos me abandonan, sino que yo decidí abandonarlo para abonarme a la cuenta de amigos a uno, que ante el primer comentario negativo decidió que su silencio era lo mejor y que si quería ganarme más de su amistad tendría que hacer mucho más de lo que hasta ahora había hecho, y la verdad es que hasta ahora yo no había hecho nada, solo que en el momento más complejo, en el momento en que tenía que estar sin que me lo pidieran, allí estuve y cuando era mi turno me tope con pared, y no estaba huyendo, solo que estaba lleno de miedo. Al amigo que me sirvió para el cambio, nunca más volví a escuchar de él, quizá viva y de ser así ahora estoy territorialmente mucho más cerca de él, pero buscarle es como querer encontrar el santo Grial y empezar a llenarme de historias fantásticas que nada tienen que ver con el verdadero significado de lo que deseo y persigo.
He abandonado tantas veces como me han abandonado y pocas ausencias me duelen. En todo este camino, me he encontrado con otros cómplices, la mayoría tiene forma cuadrada y en su interior guardan grandes tesoros. En parte, fueron quedando en mí gracias a los vicios de unos ojos, esos ojos de lluvia, ojos de ríos, donde el agua nunca se revolvía e invitaba a nadar en ellas, por esos ojos empecé atreverme, a jugar que soy lo que aún no logro ser, aunque para ser sincero no se que esperaba ser. Quizá deba seguir buscando dentro de mí, quizá sea posible encontrar un lugar imperfecto donde salgan a flote todas las cosas que no soy y pueda reconocerme en todo este continuo proceso de lo imaginado y de lo que ingeniosamente me ha ayudado a vivir. Pero los libros no se hacen solos, uno debe empeñar su palabra, su vida, debe llenarse de historias, debe permitir que los demás les cuenten que es lo que pasa en su mundo, debe dejarse seducir por sus imperfecciones, por sus ritmos, no creerse del todo aquello que no tienen nada que contar o que no les alcanza el tiempo, muchos menos creerse que ciertos tipos de errores les han llevado al fracaso constante, la verdad es que no, la idea es atreverse, mirar a los ojos, no dejar de enamorarse y seducir a la vida y a los dueños de historias, no con el afán de robarlas, sino con la idea que desde ellas se puede construir, aunque sea un poco de esta locura, de imaginarios, de héroes, de victimas, de sueños, del mundo inmortalizador, de esos hijos que se desean tener sin necesidad de cambiarle los pañales o de gastar en cesáreas y heridas que quizá con el tiempo vuelvan insensibles a ese pedazo de piel…mi necesidad viene de la mano de estas ganas de parir, de hacerlo yo, pero para eso necesito contar como son las cosas y no como las recuerdo, y esa es una tarea muy complicada, más no imposible, quizá con un poco de suerte descubra las imperfecciones y empiece a describir mientras escribo en paginas transparentes.

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