martes, 22 de abril de 2008

Voy hasta ti


Todo me lleva hasta ti,
los días de ausencia,
las noches en vela,
las poesías que se escriben en pausa,
las historias, e incluso lo inexistente
tiene ese sabor de tu presencia,
ya no tengo necesidad
de tocar la puerta de tu casa,
porque desde ahora ya no se toca
para mí esta abierta.

Lo único que se decir es tu nombre,
tu nombre en esta lucha
por no mencionarlo dentro de los versos,
las letras que más recuerdo
son los de ese nombre,
son lo único que reconozco;
mis manos se deslizan entre tus piernas
hasta entender tu humedad y bailar sin querer hacerlo,
bailar de ganas, de éxtasis,
bailar porque el ritmo de ambos, así lo pide.

Espero hambriento por el regreso,
un mundo si partir, sin estar,
espero y grito tu nombre,
me gustan tus labios, tus cabellos,
tu risa y tu ritmo,
me gusta cuando me dices, te quiero.

Evito gritar tu nombre y no es por miedo,
llevo el ritmo de mis locuras,
el olor de ese tabaco que ya no fumas
y el humo que de allí se desprendía,
llevo la sonrisa encendida,
algunos días sin dormir;
tengo en todo instante los sueños de mi barrio
que lucha con fuerza para que el sol no lo calcine,
es quizá lo más duro que he conocido,
pero también lo más hermoso que recuerdo,
hablando diciendo tantas cosas,
hablo recordando los tránsitos uterinos,
las conquistas olvidadas,
los sueños de la gran ciudad
de la que poco a poco me voy despojando,
sueño porque es otra forma de amar.

No pido grandes cosas,
ni siquiera que tu cuerpo me amamante o
que tus labios me arropen,
solo pido un poco de lluvia
porque afuera el calor me esta agotando.

Que todos los días sean los otros días
y que en las noches nos demos la mano
para bailar a nuestras formas, a nuestros antojos,
aunque parezca que para nada me muevo.

Me detengo, ocupo mis manos en mil cosas,
no quiero llamarte porque siento
que hago imposible las esperas,
oculto mis manos en el bolsillo,
lloro mis locuras, salgo a caminar y me lleno de ruidos,
todo el tiempo ruidos,
en las mañanas son los pajarillos los que me despiertan,
luego ruge el león de este gran asfalto,
acelerones, frenos, claxon, y el zócalo
como suspendido en el tiempo,
suspendido al igual que la Torre Latinoamericana,
aunque ella siempre esta erguida.

Lloro en ocasiones,
me invento soledades o tardes llenas de sueño,
noches en vela y días con un te extraño,
pero no lo digo,
porque de hacerlo,
pienso que me robo tu libertad
de ir existiendo, me aguanto.

Escribo cartas a desconocidos,
nunca las envió,
me muero a cada día,
por la noche existe el resurgimiento.

Que importa si todo es indestructible.

Salgo a las calles desnudo,
siempre voy así aunque la gente
note en mí un disfraz de hombre lento,
no respeto sentidos, alucino, me invento,
reinvento y continuo lento,
sí, lento pero desnudo.

Todo lo que hago me lleva a ti,
no existe otro sitio,
no existen puertas que tocar,
aunque a simple vista parece
que todo esta inmerso en ruidos que ensordecen
y tocar se convierta en lo más necesario,
es sencillo, no existen esas puertas para mí,
sin importar a la hora que sea,
ese sitio siempre espera por los dos.

Todo me lleva a ti, quiero tocar de nuevo tus labios.

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