domingo, 1 de abril de 2007

La derrota

La derrota
Hace tiempo que ya nada me sorprende. Pero esta mañana antes de abrir la puerta de mi departamento, quedé como asombrado por la imagen de Rosario. Ella decidió abandonarse a la suerte, a las raras coincidencias de esta vida, pero hoy, especialmente hoy estaba vestida de una forma tan extraordinaria, tan llena de vida, tan propia de lo que fue en los mejores años, ahora sus formas ya no son las de antes, pero el hecho de que la ropa le quede justita le da una apariencia interesante. A Rosario le ha dado la enfermedad de andar detrás de un hombre que ni es tan viejo pero que anda a la búsqueda de su memoria, ella se ha armado con todos los utensilios necesarios que le permitan tramitar con la suciedad reinante en su casa. La libertad de hace un tiempo era algo provisional, después de casarse las cosas le alejaron de todo lo que ella amaba, sus amigas quedaron en un plano distante, que decir de los amigos o de los fines de semana cuando podía salir por las calles del centro histórico a presumir orgullosa sus zapatos, a reflejar en otras miradas su sonrisa, esa sonrisa que sin duda debió romper un par de corazones, ahora vive pendiente del próximo embarazo, se interesa por si alguna serie de esas que pasan en mil partes con los mismos números de capítulos no llega al fin feliz que ella suponía. En casa se viste con un raro atuendo que nunca se quita, atuendo que conforme pasan los días ha va perdiendo su color, dice ella que es para que su poca ropa que aún le queda no se le eche a perder, luego sus zapatos, aquellos que por ella sentía tanto orgullo, reposan tranquilos en una esquina de la casa, soportando el dolor de la ausencia, humedeciéndose, para que sea esta, la humedad la que los haga inservibles e invisibles en cuanto pase un poco más de tiempo. Rosario en cuanto se caso decidió que era el momento de dejar de trabajar, nunca pudo entender que allí precisamente estaba el fin de su libertad, interpreto mal los signos, pero se sentía plena con el matrimonio, luego llego el primer hijo, entonces tenía más pretextos que nadie para no regresar a lo que le regalaba una libertad, libertad que según parece se trataba de algo condicional. Las cosas parecen ir muy mal con ella, su cara empieza a marcarse por los estragos de las noches en vela, de seguro nada tiene que ver la crianza de los hijos, más bien debe ser ese profundo descubrimiento diario de su pareja para encontrarse dentro del mundo que esconde bajo el disfraz de su memoria, mientras ella, la Rosario que todos quisimos, se pierde en una ausencia cada vez más prolongada, lo que se puede ver de ella poco coincide con las imágenes que guardamos con mucho cariño, es una especie de cosas que se rompen, luego al intentar pegarlas nunca son lo mismo, eso es lo que creo que pasa.
II
La pobre de Rosario debe estar cansada de vivir cerca de nosotros, de alguna forma es como si su conciencia tomara voz, cuerpo, algo que le esta reclamando constantemente, se que en ocasiones desea mandarlo todo al mundo del carajo, pero algo se lo impide, algo superior a todas sus decisiones, esa es la presencia de lo que ella de manera equivocada ha nombrado como amor, luego traduce su lenguaje, se dice que ese amor es el motivo de su felicidad, no importa lo que cueste, pero el precio que se tiene que pagar va de la mano de consumir su vida, sus sueños, sus esperanzas, todo lo que ella pudo ser, tener en los mejores tiempos. Pero esta mañana todo parece diferente. Por supuesto que ya no tiene la misma alegría que hace años, luego sus ojos no irradian precisamente sueños, se les nota el dolor, pero en el fondo algo de brillo tienen. Dice que ahora si va la buena, que esta dispuesta a intentar de nuevo en la vida, que decidió buscar un empleo, que es ahora cuando se siente mejor, se le ve optimista, muy segura de si misma, hace mucho tiempo que no le veía ese rostro, más bien me encontraba casi todas las mañanas, eso cuando la podía encontrar, con rostro cansado ajeno de sueños, ajeno de las horas de dormir, en las madrugadas casi siempre el grito horrorizado de lo que parecía ser una situación de sumo, placer, todos los días de una de la mañana a las cinco, después todo era silencio, reinaba una cierta calma que si se pudiera interpretar tendría una especie de sabor agrio, pero esas son las cosas que se me ocurren pensar.
Muchas veces le he hecho comentarios acerca de su comportamiento, pero ella se siente ofendida, me contesta diciendo que lo único que trato es de robarme a su hombre, entonces la tristeza se apodera de mis tardes, por lo que entonces prefiero guardar silencio, prefiero reprimir mis espacios a su presencia, desisto de la idea de ayudarle, pero ella lo toma como una venganza, como la más cruel de mis traiciones, Rosario, es mi hermana, pero desde que ella decidió casarse las cosas entre las dos se fue tornado en un infierno muy particular. Cada una tiene su departamento, un regalo de la vida. A veces me dan ganas de mudarme, de olvidarme de todo, de preocuparme, pero otras veces me digo que este en donde este su sombra me ha de perseguir.
III
Después de dos años de tener a la primera de sus hijas, se vistió tan alegre como la veo hoy, dijo que estaba resuelta su vida, que ese día se presentaría a trabajar con su antiguos jefes, en el despacho contable donde trabajaba hasta antes de casarse. Se perdió todo el día, lo cual alimentaba ciertas esperanzas. Regrese hasta muy noche de mi trabajo, cuando regrese del trabajo fui a buscarla, la encontré llorando en la orilla de su cama, mientras su hija jugaba con cierta inquietud por los límites del departamento, su esposo como todas las noches estaba sumergido en el mundo de los juegos, como ausente, poseído, idiotizado. Le pregunte que paso. El llanto fue más fuerte, después me contó que todas las cosas eran diferentes, que de haber tenido que hacer un examen de conocimientos terminaría por reprobarlos todos. La estuve animando, después pedimos algo para cenar, solo así fue como mi cuñado dejo de jugar un momento para alimentarse, parecía que no lo hacía desde hace muchos días, sentí asco. El primer fracaso de Rosario fue al dejar la universidad, fue contratada en el despacho de un contador que al parecer estaba amargado, la trato de los mil demonios, desde entonces sus miedos por estar en un trabajo la han consumido, su problema más que otra cosa es una inseguridad que la atacan fuertemente, entonces su abandono fue creciendo. Durante un tiempo estuvo trabajando en una empresa que se dedicaba a la venta de cosas relacionadas con los plásticos, realmente no puedo explicar mucho que era lo que hacía la empresa, ella se dedicaba a aspectos contables, pero paso por ese sitio sin pena ni gloria, aunque de debo decir que las penas que se trajo de dicho trabajo nada tenían que ver con el trabajo, pero si con el amor, en fin las cosas que hacemos en le nombre del amor.
La estuve animando, le dije que no existían las cosas imposible, le propuse hablar con un amigo que le podría ayudar para que estuviera al día, así podría tener una oportunidad más, eso la hizo sonreír, mi cuñado ni siquiera se dio por enterado, él tenía el piso lleno de las sobras de lo que habíamos cenado. Al otro día la vi levantarse muy temprano, esta dispuesta a todo, por lo menos se saco por un pequeño tiempo su traje desteñido, usaba los zapatos olvidados en el armario, parecía que alimentaba una esperanza de que todo era posible, su situación ya me estaba cansando, me cansaba todo, las llamadas por teléfono de algunos acreedores o que al salir a la calle alguna vecina me reclamara por la falta de seriedad en las cosas de mi hermana, después de todo yo no tenía culpa de todo ella, peor tenía que soportar, agachar la cara, decirles que yo me encargaría de darles su mensaje, pero sin comprometerme en nada, sabía de la situación, de lo absurdo, de lo complejo, de lo imposible que le resultaba todo esto.
Dentro de todo ello, Rosario lograba sobrevivir con la ayuda que recibía de mis padres, por supuesto que lo negaba con un orgullo que no puedo entender aún, pero se aferraba a una vida que nunca antes ha tenido, pero resultaba imposible hacerle entender que todo ello era parte de su irrealidad, que lo que en este momento podía experimentar, era lo que ella había decidido vivir, pero eso era tratar de gritarle a un sordo para indicarle el camino a seguir, sin embargo el silencio absoluto no existe, el problema es que cuando alguien se decide a no entenderte de poco sirven los esfuerzos realizados, así que en ocasiones me daba por vencida, bajaba la guardia, pero el dolor existente me hacía pensar que aún existía cierta esperanza de no haberlo intentado hoy me sentiría culpable de todas las derrotas ajenas. Parecía que las cosas se saldrían de control, pero esas eran las cosas que a ella le gustaban, las cosas que decidió para su vida, pero como entenderlo cuando estas en la otra orilla observando todo, cuando te das cuenta que el camino por el que va tiene un gran precipicio dos o tres pasos más adelante, sin embargo ella insistía que me gustaba su marido e incluso un día me reclamo porque según mi cuñado, yo le había ofrecido tres mil pesos para que pasara una noche a mi lado, en un lugar alejado de nuestros departamento, pensé que bromas son esas, pero sin duda tal actitud me rompió el corazón, no por eso deje de preocuparme por ella.
Se dedico a tantas cosas sin sentido, desde ir armando pequeñas cajitas que aún no entiendo para que sirven, otras veces pegaba etiquetas a pequeños frascos, luego se le ocurrió que podría tener una panadería, eso porque mi cuñado según era panadero, todo era sin necesidad de reflexión alguno un rotundo fracaso, el caso es que ninguno de los dos tenía ganas de luchar, luego se proponían vivir en un mundo que no coincidía con la realidad, lo peor no era ello, sino que ante la primera oportunidad lo abandonaban todo para que cada uno se dedicara a lo que al parecer les producía el mayor placer, él a jugar la mayor parte del día, luego al llegar la media noche le daba a ella su dosis de lo que llamaba amor, no se aún si se pasaban cuatro o cinco horas haciendo los ruidos más extraños, los ruidos que más que placer denotaban un mundo de abusos, de excesos, pero traducir los ruidos tan solo me llevaba a comprender a medias que esa era la felicidad, así que no podía hacer nada, no podía decir nada, por lo cual mis silencios prolongados, también resultaba agresivo porque ella decía que no tenía ningún interés por lo que estaba atravesando, tiempo después caí en la cuenta que era el más grande sus chantajes.
IV
Siempre se la paso afectada por el primer gran rechazo que sufrió con su primer jefe, luego cuando sus últimos jefes le dijeron que no existía otro espacio para ella las cosas fueron mucho peor. Intento vanamente conseguir una serie de trabajos informales, en algunos le decían que reunía ciertos requisitos, pero el no saber hablar alemán, como el no tener conocimientos de japonés, le limitaban o les impedía contratarla, aunque la necesitaban para encargarse de hacer los envíos de la paquetería de la empresa, en otra ocasión pensó que se le presentaba una buena oportunidad, se requería una encargada de una tienda de mascotas, el primer requisito era saber nada, la otra es que tuviera conocimientos avanzados en el tratamiento de enfermedades de los elefantes, lo cual le regalo nuevamente un fracaso más. Una ocasión fue a un despacho contable donde necesitaban a cierto especialista en los trámites ante el SAT, se trataba de un empleo simple, algo así como sumar o restar, pero ni siquiera algo así de complejo, pues lo único que tenía que hacer era poner en una lista todo lo que se compraba, como todo lo que se vendía, luego un programa se encargaba de todo el trámite, su experiencia como los requisitos pedidos, al igual que la simpleza del trabajo, apuntaban a que trabajaría por fin después de muchos años de ausencia en un empleo, tuvo que pasar una serie de exámenes, trece exámenes para ser precisos, pero llegado el momento de firmar el contrato surgió un inconveniente, ella tenía 40 años, ellos deseaban a alguien que tuviera de 25 a 39 años, lo cual le impedía ser contratada, en ese momento deseaba morir, no sabia si todo era cuestión de mala suerte o si se equivoco al abandonar hace años su trabajo, ahora al parecer ya era demasiado tarde.
Esta mañana parece que todo es diferente, se ha puesto su traje sastre, se ha puesto sus tacones altos, al menos para presumir sus zapatos, ojalá no abandone este intento o que por lo menos quiera salir todos los días de la rutina que la esta matando, al menos se ve alegre, en su rostro quedando las marcas que deja el consumir los mejores años de la vida en las cosas absurdas, parece que ha llorado toda la noche, mi cuñado no esta, anoche no escuche los ruidos rutinarios de media noche, quizá no ha pasado la noche con ella, pero haciendo memoria tiene varias tardes que no lo veo jugando, tampoco lo veo por las noches, llegue a pensar que estaba enfermo pero al parecer no esta, pero mejor no pregunto, no rompo ese ambiente de felicidad. Mi hermana sigue engordando aunque ella se niega a reconocerlo, apenas entra en la vieja ropa que ha mantenido almacenada en los últimos tiempos, su hija mayor se casa muy pronto, sus ojos están cansados, todos nos hemos cansado de verla derrotada, pero no fue nuestra culpa cada uno decidió por el destino que deseaba seguir, cada uno fue haciendo el camino con su andar, a veces nos encontramos en algunas partes de nuestro andar, nos vimos de reojo, pero no existían las mismas pasiones del pasado, las mismas caricias, los mismos compromisos, algo entre nosotras se había roto, poco se podía hacer, ella decidió por aquello que llamo su felicidad, yo decidí respetar su decisión.
Lo único cierto es que desde aquella tarde cuando ella abandono sus sueños, desde aquella tarde en que se ahogaba en llantos, donde toda su seguridad se perdió, desde aquella tarde empezó a experimentar su derrota, derrota que le exprimió al máximo toda posibilidad de vida, sus ojos desde entonces no volvieron a tener ese brillo combinado entre inocencia, entre juego, entre placer de vida, desde entonces se dejo arrastrar por los caprichos de mi cuñado, aunque ella siempre me decía gritando lo feliz que era, pero lo que se ve no se juzga. La derrota no tiene un espacio en la memoria, solo recordamos a los que triunfan, así fue todo.

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