domingo, 25 de febrero de 2007

Estos Rumbos



Estos Rumbos
Carlos Saavedra
Casa a los cuatro vientos
Las cosas parecen ir mejor que el año pasado. Por lo menos se respira cierta calma, los vientos de febrero no dejan de ser fuertes, no dejan de llevarse los techos mal afianzados, como tampoco dejan en paz la tierra que al levantarse se convierte en polvo, ese polvo que recorre todos los rincones posibles hasta antes de volver al suelo donde le corresponde estar la mayor parte del tiempo. Pero el año pasado fue peor, no solo se llevo los techos mal construidos, sino que fue capaz de tirar esas paredes construidas con láminas de cartón. La gente es pobre, nada que ver con la imagen que venden fuera de esta tierra, nada que ver con la realidad, ni el que digan que somos no se que potencia mundial económica, ni con otros tantos cuentos que se dicen. La lucha real no es con el narcotráfico, ni con la violencia, la lucha es contra el hambre. Josefina Luis se mecía los cabellos al ver su pequeña casa por los suelos, así como unas cuantas laminas de cartón en otras casas, aquí el que se duerme se queda sin nada, el que la preña la mantiene, o el dicho más conocido, camarón que se duerme se lo lleva la corriente. José le había no sabía ejercer su función de padrastro, por si fuera poco la preño dos veces, luego cuando descubrió que su pasión estaba en otras tierras, le dio por huir, allí la dejo, solita, sin paredes para una casa, sin techo, dejando como condena, como herencia, el que ella tuviera que vivir a los cuatro vientos, en un cruce de tantas cosas, por si fuera poco con los ventarrones de un febrero que se tornaba más agresivo que nunca. Que José se huyera no le parecía extraño. Le dolía el vientre, esta a punto de parir las trágicas de sus historias.
El que se fuera el padre de sus dos últimas hijas, le obligaba a trabajar, le llevaba a tomar la decisión que ningún otro hombre entraría a su vida, cuando dijo entrar fue en todos los sentidos, es decir entre sus piernas no tendría nunca más a un hombre, hombre que jadeando, sudando dejara en ella sus descargas de pasión, de momentos llenos de una morbosidad que terminaban si la suerte no estaba de su lado en una fenomenal panza que debía cargar por varios meses. Tuvo que construir de nuevo sus paredes, busco, hurgo en todos los rincones de la ciudad para ir armando una casa con desechos de plásticos, cartones, lo que hubiera al paso, total en este lugar nunca llueve, se fue a los limites de la ciudad, allí donde los árboles de huisaches, mezquites, como otros tantos marcan el fin. La realidad es que ella no sabia hacer nada de gran utilidad, algo que diera grandes ganancias, por lo cual las cosas se ponían graves, mantener a tres hijos no es tarea sencilla. Para ella desde ese día habían muerto los hombres, aunque en el caso de Antonio el padre de su primer hijo todo era diferente, pues este murió en un accidente de carretera, no iba conduciendo, sino que trabajaba en la construcción de esta.
Así que tuvo que emplearse en lo que fuera, un día lavando platos, otro lavando ropa ajena, planchando, despertando a las cinco de la mañana para hacer piñatas, para inventarse cuanta cosa que le acercara los centavos de ganancias para con ello ir viviendo, la verdadera ganancia era casi siempre algo en especie, es decir, si vendía comida, lo que sobraba era la ganancia, tenía para comer, así el dinero no se perdía totalmente, se iba invirtiendo, aunque es sabido que pequeñas inversiones no arrojan más que inútiles ganancias, pero Josefina se decía que mientras pudieran vivir, mientras tuvieran para comer las cosas estaban bien, mientras los hijos pudieran seguir estudiando, se abría una oportunidad en el futuro, quizá con ello sus hijos no pasarían estas tempestades de febrero, por los menos en este año, las cosas no fueron tan agresivas. Aunque los tiempos nunca pasan a la velocidad que uno quisiera.
Con Antonio las cosas no fueron tan malas, pero tan solo duraron un suspiro, ni siquiera pudo ver nacer a su Adalberto. José tenía la enfermedad de los celos, lo cual lo hacía parecer un hombre malo que no deja trabajar a su pareja, puro machismo. Así que cuando se fue el tal José las cosas fueron mucho mejor, empezaron a experimentar la libertad, luego les dio por afiliarse a un partido político, estos nunca suelen dar chamba, pero ya saben si están en tiempo de campañas, pues allí tienes que la despensa, que la ayuda para construir, cuanta cosa que casi siempre suelen convertirse en cosas inútiles, pero te las dan, malo que no te den nada, de todas formas, gobierna el de siempre, el que señale el dedo del que esta arriba, a poco creen que es diferente. Así que ella sin educación alguna, pues que otras cosas podía hacer, solo trabajar en lo que se presentara, pero eso de abrirse de piernas a los hombres nunca más, ni siquiera para comer, prefería robar a tener que abrir sus piernas antes los hombres, toditos iguales. José le heredo una planta de soldar, un taladro de media pulgada, un esmeril, vaya uno a saber de donde se los robo, pues el tipo era de lo peor. Falta decir que también dejo una arco con una segueta de diente fino, un par de pinzas, dos desarmadores, como una lima de las que llaman cola de ratón, eso fue todo, lo demás se lo llevo, tampoco era gran cosa un par de camisas rotas, como un viejo pantalón, eso sin contar lo que llevaba puesto. Experimento la libertad como nunca antes, ni modo de ser tonta, no modos de cambiarlo para que un hombre le haga escenas de celos, para que ni siquiera le deje asomarse a la calle o le quite las ganas de vivir, si estar sola es mejor que acompañada, ya lo dice el refrán. Las cosas fueron fáciles. Los achaques tempranos de múltiples enfermedades, la vida llevada a los extremos suelen complicar las cosas, luego las labores de la maternidad, pues ni para donde hacerse, pero algo se debía hacer, se fue haciendo. Al menos se tenía para comer.
Muchas tardes se puso a maldecir, muchas tardes se tuvo que tragar sus llantos, tardes en los que todo lo planeado se venía abajo, eso si, tenía una casita de colores, la casita a los cuatro vientos decían sus vecinos, esa casita que en tiempos de calores se podían alzar los plásticos que jugaban ese rol de paredes, pero ni así el aire entraba, porque otra cosa es la temporada de calor, en esos tiempos ni siquiera se mueven las moscas de tan intenso que resulta el calor, de lo asfixiante del ambiente, del aire que escasea, del aire que cuando llega se mueve como una gran ola de calor, mejor que no viniera. La casa a los cuatro vientos, se mantiene alimentado tantos sueños. Muchas veces sus hijos le prometen entre llantos que le van ayudar, que ya no serán las cosas como hasta ahora, al otro día las olvidan, se dedican a sus juegos, a sus amigos, no se pueden perder su infancia, ni que hacer, es como si todo estuviera dicho, pero a nadie debe preocupar, estamos en un país donde todos tienen una oportunidad, los que no las toman es porque no las quieren, estamos bajo un sistema que anula a los analfabetas con tan solo inscribirse a la escuela, lo importante es la estadística, que los ojos de las grandes compañías detengan sus mirada en este país, que todo les parezca atractiva, es decir somos como un gran postre con tantos adornos, pero por dentro vacíos.

II
Muchas veces estuvo a punto de abandonarlo todo, pensó en dejar a sus hijos, en quemar las paredes que no eran paredes, en arrojarse al vicio, muchas noches frente a una botella de vino que hasta no hoy no se abre para vaciar su contenido en el cuerpo, luego con el cuerpo agrio de todo lo que se vive salir para nunca más volver a lo que pudiera ser la única solución de esta vida que le ha tocado vivir, la vida que es de otros más, solo que en otro escenario. Cuantas noches tuvo que llorar en silencio, otras más agrito abierto, como quien abre sus heridas esperando que estas dejen de supurar, las abren esperando que sangren de un solo golpe, para siempre, muchas veces en las que el sueño no hizo acto de presencia, para después de un tiempo notar en ele rostro las marcas de una vejez que le sorprendían por adelantado. Se lleno de miedos, pero nunca se dejo vencer. Mujer que llena de orgullo pudo ir construyendo una pared de sueños, una pared no muy distinta al humo, solo que el plástico o el cartón eran capaces de dar otra sensación muy diferente a la que puede denotar el humo. Habita dentro de un barrio donde todos eran desconocidos, donde poco a poco se iban llenado de nuevos habitantes que venían a sufrir sus penas en un lugar nada extraordinario, pero esa era la suerte, las cosas que se tenían que hacer mientras ante los ojos del mundo, este país se debatía en dejar claro que los negocios ilegales, que los asuntos de ventas de drogas no estaba bien visto, el dinero invertido en fuerzas armadas, en historias que tampoco dicen mucho. Es cierto que las fuerzas armadas están compuestas de la gente más pobre de México, pero subirles el sueldo no ayuda a erradicar tal pobreza. Lo único que le quedo a Josefina fue el seguir luchando, el conseguir que sus hijos no abandonaran la escuela, el inventarse cuanta situación le fuera posible de un día a otro, de pasar de vender comida a vender piñatas, de lavar ropa a participar en mítines políticos donde se juntaban para hacer bola, luego al final les daban sus despensas, despensas que no alcanzaban para nada, pero algo es algo.
Tantas luchas diarias. Se tenía que seguir adelante, mientras los vecinos hurgaban en las botellas de vino por si podían sacarle una gota más, algo que les calmara su sed de sueños, de esperanzas, pero hasta ahora nadie sabe que allí se pueda encontrar la inspiración. Noche tras noche sin dormir, espacio que le servía para ir armando las piñatas, para detenerse un segundo, para soñar que sus hijos se convertirían en ese tabla que le vinieran a salvar, pero nadie te salva, ella lo sabía muy bien, pero soñar hasta hoy no cuesta nada, así que por nada dejaría de lado dicha oportunidad, soñar hasta el último momento de ser necesario. Casi estaba por finalizar este febrero, pero no podía confiarse que los malos tiempos estaban superados, marzo suele ser aún más traicionero, aunque esta vez tenía mucho más fuerzas que el año anterior. La pérdida de José a la larga resulto lo mejor que le vino a suceder, pues ello le trajo un mundo de libertad, las privaciones económicas siempre han existido, pero al menos después de que él se fuera, se da el lujo de soñar libremente. Su rostro representa la presencia de al menos cinco décadas, pero apenas experimenta el recorrido de la tercera de ellas.
Decir que es la señora cuatro vientos tiene su gracia, al menos se le llama así porque no tiene ni una sola pared fija, todas son de plásticos que se pueden mover según sople el aire, (eso si es que sopla), en temporadas de calor. Aquí la gente suele conocerse por los diferentes motes que se les ocurre, por supuesto que cada mote se va ganando según sus acciones o algún rasgo físico que les da ciertas formas, así no existen confusiones, aunque existan mil gentes con los mismos nombres. Abierta a los cuatro vientos, sentada todas las tardes, alzando la mirada para poder observar en el cielo su programa favorito, programa que tiene cobertura especial para un espacio donde de noche se experimenta la más grande de las oscuridades, donde la luz de una vela o la luz de la luna llena les hacen el favor de iluminar los diferentes pasos a través de los diversos caminos improvisados. A unos cuantos metros la ciudad bulle en los diferentes ruidos de lo que puede ser una gran ciudad, se escuchan los ritmos modernos, los anuncios constantes de las cosas que se pueden adquirir, en las casas de material o tabicones, de esas casas bien afianzadas donde la presencia del aire de febrero poco importa, se pueden observar los cientos de canales que ofrece la televisión por cable. A los lejos si pudiera existir la luz de un gran espectacular, se vería centellando las palabras que darían ala ubicación exacta de la Casa a los cuatro vientos.
En realidad no tener que pagar la luz eléctrica que además de cara cuenta con el apoyo del gobierno para no hacer pagos excesivos, o el no tener que hacer un pago cada dos meses del consumo del agua o el recibo del teléfono cada mes, resulta a la larga uno de los beneficios más grandes, pues si así no alcanza para vivir, imaginen con otros gastos, quizá deberían hacer lo que cientos de familias mexicanas que se cuelgan de los múltiples servicios.
III
Antes de que empezar este año, se dio el cambio de gobierno, dicen que fue fraude, a veces pienso que fue algo habitual, lo que sucede es que todavía no terminamos de conocernos. Las intensas andanzas de Josefina en las campañas del nuevo presidente municipal, terminaron por arrojarle sus frutos. Le propusieron ocupar un puesto administrativo, pero el no saber leer, resulto la más grande de las limitantes, luego con un poco de suerte, con un poco de mañas por parte de las autoridades entrantes, terminaron por darle trabajo en el mercado, no alcanza el sueldo para nada, pero al menos vive un mejor febrero que el del año pasado. Después de que esta administración se marche, es posible que se quede vendiendo en el mercado, total ya conoce a tanta gente, luego los planes siguen jugando en su mente.
La casa a los cuatro vientos se mantiene pese a todos los ventarrones de este mes, de seguro ya sabe de la posible influencia de Josefina con la gente que esta en el poder. Las tardes no dejan de ser para los sueños. Mientras los sueños de un país se debaten en poder acceder al primer mundo económico, mientras las reservas petroleras se van agotando, o los precios del crudo caen de manera alarmante para una economía como la nuestra, muchas compañías se interesan en comprar algo que va en franca caída, es como todos los negocios que se hacen en el país donde suele pasar todo, un día nos dicen que ciertas empresas ya no son negocios, las venden, luego son de las más poderosas del mundo, así que parece que nos quieren dar el mismo atole pero esta vez parece que olvidaron que debe ser con un dedo especial, con un dedo oficial, el dedo del poder, que en estos días debe andar dando conferencias o escribiendo historias para convertirse después en uno de los hombres más ricos como ocurrió hace poco con un ex presidente del país que dice ser vecino o que en otras ocasiones prefiere ser la casa principal, para así convertirnos en su patio. Pero mientras todo eso pasa, Josefina espera que este sea un buen año, ha pensado en tener un contrato con la compañía de luz, tener un reproductor de música, soñar que desde unos minutos pertenece a la nueva sociedad, que es cierto que somos la quinta potencia económica, que para mañana puede comprarse un par de sandalias más, que puede tener todo lo que sueña, que puede incluir a su familia en todos sus proyectos, por ahora no desea alejarse, ni siquiera en sueños, por ahora esta feliz con lo que tiene. Que otra cosa se puede desear. Aunque los fines de mes al hacer sus cuentas se de cuenta que sigue sin alcanzarle para todo lo que desea, poco importa porque al menos tiene seguro su salario. El miedo vendrá después de tres años, cuando se de el cambio de presidente municipal, pues no pueda participar en las próximas campañas electorales, luego aunque pudiera hacerlo, como estamos en un país en pleno crecimiento democrático, pues ni modo de saber quien va a ganar, ni que se pusieran a los gobernantes por dedazo. Eso ya no sucede. La Casa a los cuatro vientos, hoy se debate entre un gran ventarrón, pero mientras dure esta administración se mantendrá allí esperando su oportunidad para llevarse el techo de cartón, para destruir todo lo hasta hoy construido, por cierto como me recuerda los hechos que solo ocurren en un país, dicen que ese país esta aquí. Vaya uno a saber. Por lo pronto somos la quinta potencia económica, tenemos menos analfabetas, una historia por construir, por si fuera poco dentro de tres años, vienen los festejos grandes, el aniversario de la Revolución, de la Guerra de independencia, ¿vienen con ello otros tiempos?

No hay comentarios: