domingo, 15 de abril de 2007

El torito no ha muerto...



El torito no ha muerto…
Por ahora no me preocupa el trabajo. La verdad es que debería preocuparme un poco más, pero casi siempre la suerte te llega en el momento que menos crees tenerla. Luego el negocio de los carros, es decir el del taller de los carros pues ya esta por todos lados, en cien metros cuadrados encuentras por los menos tres o cuatro talleres, también el negocio de la venta de carros se ha incrementado, eso de los créditos esta por todos lados, hasta la gente con menos oportunidades ya tiene su carro, no tendrá para calzones o tortillas, pero bien que compran gasolina, luego con lo que cuesta el litro, sin contar las mensualidades pues ya se imaginan como es esto. Pero te decía que no me preocupa lo del trabajo, basta con pararse en algún lugar, luego de echar un vistazo pues alguien te contrata, te permite reparar los autos del lugar.
Por supuesto que existen esos seudo talleres donde el mecánico tan solo se preocupa por ofrecer un servicio sin importarle la calidad, es más si te atontas hasta te dejan sin carro, eso ya es muy normal hoy en día, es decir son de esos mecánicos piratas, ya que la piratería también esta en todos lados.
Tengo trabajo, decir gracias a Dios es una extraña costumbre, por supuesto que estoy en un taller que otra cosa puedo hacer, que me regale esa libertad que tanto se puede desear. Aunque no se hasta cuando tenga dicho trabajo, primero porque deseo mudarme de ciudad como casi siempre me estoy mudando pues ya se me hace normal. Aunque por acá los autos casi no se descomponen o existen tantos mecánicos piratas, malos mecánicos que buscan la forma de economizar, de no gastar en composturas o pagan la mensualidad de lo que sea o se quedan sin carro, quedarse sin carro es como cortarles las alas a las mariposas, pero eso que lo van a entender. Yo le les llamo a esos mecánicos de la muerte, pero ya te contare porque. Talleres de prestigio no existen en este lugar. Elías piensa que son mecánicos del hambre.
Según él los mecánicos del hambre saben oler, detectan a tiempo por donde se descomponen los carros, así que llegan ofrecen sus servicios de emergencia sin garantizar un buen trabajo, luego ante cualquier reclamo, improvisan, argumentan que la calidad de las refacciones son en gran parte las culpables, con eso de que los chinos, ya están en todo, pues que otra cosa se puede esperar. Lo importante para esa gente que por alguna razón se le descompone el carro es obtener un servicio barato, la calidad es lo de menos, a la larga las cosas salen peor. Por supuesto que otros más son mecánicos piratas que desconocen el verdadero funcionamiento de un auto, pero como dije antes ahorrarse unos cuantos pesos, los hace inventar cuanto sea necesario, dan risa esa es la verdad. Es como esas sopas que te venden en vasos de unicel, sopas de tres minutos, cualquiera es capaz de hacerla, pero realmente aportan algo.
No sabía tantas cosas de los talleres o esos mecánicos del hambre, peor una vez que me lo explico Elías, no tengo más remedio que creerlo, vaya usted a saber si es verdad pero suena un tanto lógico. Lo malo del maestro del taller, es decir yo soy su chalán como se acostumbra a decir, en otras palabras me encargo de pasarle la herramienta, lavar los fierros, hacer los mandados, en fin esas cosas propias de un aprendiz. Es que trabaja muy lento. Según él porque hace las cosas a conciencia, un trabajo de una hora las hace hasta en 6 u 8 horas, se hace eterno. El carro tarda más en salir del taller que en volver a descomponerse, pero poco importa.
II
Mi primer día de trabajo fue un día muy caluroso. Por la mañana había caído una leve llovizna que solo logro levantar más calor, un calor saturado de humedad. Le pedí a Elías si podíamos trabajar un poco más rápido, así se podía terminar pronto, al no tener más trabajo podría regresar a casa. En ese momento creo que me convertí en su enemigo, al menos me mostró una actitud de desconfianza. Me dijo que incluso a mi edad, jamás podría ser un maestro mecánico, al menos él no me dejaría su puesto, es decir no me cedería su lugar, ni siquiera pensaba dejarme el lugar bajo una situación apremiante. Me menciono de forma casi insultante que era yo uno de los mecánicos del hambre. Pensé que muchos trabajamos para solventar una necesidad. El hambre es una gran necesidad.
Elías sigue pensando que en cuanto sea maestro en el taller, seré una más de esos mecánicos mal hechos, que por unas monedas extras le importa un carajo como queden los autos. Por supuesto que no se puede trabajar más allá de los límites que te brinda el mismo comportamiento físico, luego ponerse a inventar que eres capaz de trabajar revolucionado, pues solo que no sea uno del todo humano, las condiciones tampoco ayudan, si te pagan por día pues tienes que consumir el número de horas que se requieren, de nada sirve estar acelerado, es decir se trabaja por necesidad no por hacerse rico, nadie se hace rico de la noche a la mañana, solo que se compre un billete de lotería, por supuesto debería salir premiado, pero eso es cuestión de suerte. La verdadera suerte sería encontrar dicho billete tirado, con premio, pero casi nadie se encuentra un billete tirado, en Colombia, el billetero lo tira, para cuando lo levantas, te dice que es tu suerte, entonces te vende el billete, pero por acá no pasan esas cosas. Elías se pone furioso, parece que hubiera insultado a su madre, pero que se le va hacer cada uno es como quiere, se viven tiempos acelerados. Parece que idolatra a su madre, al mismo tiempo que me confiesa que el no pudo conocerla. Dice que el tuvo el privilegio de ser un buen mecánico, gracias a su paciencia. Al diablo es lo que me digo en mis adentros.
III
Después de nuestro primer día de trabajo Elías parecía haber perdido el habla. Después de advertirme que por él no sería jamás maestro mecánico. Quizá aún no entiende que lo que deseo no es precisamente ser maestro mecánico, que a mí me encanta andar con la mochila al hombro. Por supuesto que para él lo importante es la mecánica, sin ello no puede entender la vida. Si le preguntaba alguna cosa acerca del taller no me respondía, es más no respondía a nada. Me puse hacer mis cálculos, debería permanecer en esta ciudad por lo menos un mes, eso significa un proceso insoportable si es que deseaba seguir trabajando a lado de Elías. Para que pase todo ese tiempo que es lo que debo hacer. Durante unos dos días me puse a mirar a las muchachas que pasaban frente al taller, pero te ven con cara de horror, no se si por lo sucio o porque descubren con facilidad mi edad o quizá tengo una mirada lasciva, en verdad no lo se, pero bueno lo que pude notar es que ven con menos desprecios a los uniformes que usan los militares, no a los militares en si, sino a sus uniformes, que importa pues. Al parecer buscan quien les de una especie de vida cómoda, es decir quien las mantenga, lo mismo ando buscando me dije en silencio. Así que decidí mantener toda mi atención en el trabajo del maestro, si ponía tan solo un poco de interés podría aprender con relativa facilidad, pero tampoco es algo seguro.
Así estuvimos unos días. Es imposible imaginar lo que para mí es estar en silencio, pero diré que se compara al hecho de no respirar. Intente familiarizarme con tal situación, imposible. Lo que me preocupaba en ese momento era que Elías me reportara con el gerente, me ha costado esta vez mucho el conseguir este trabajo, así que no deseo perderlo por un capricho un tanto extraño. Aunque no tenía otra obligación que cumplir con la tarea de quitarme el hambre, después de todo me confesé como un ayudante más del hambre, que se le va hacer, si fuera más fácil que fumarse un cigarro pues no me preocuparía, es decir cualquiera te regala un cigarro, pero pocos te dan de comer… (Mientras me escribo, Belén me cuenta de su problema con el cigarro).
Le explique que aquel día le pedí hacer el trabajo un poco más rápido porque me madre estaba enferma, así de terminar pronto me sería muy reconfortante el poder verla. Pensé que era la mejor estrategia, sobre todo porque el me había mencionado que no la había conocido. Elías se llevo la mano a la billetera, saco una foto de su madre, me dijo, miré a mi madre fue una mujer santa. Solo pude ver una foto desgastada, donde los rasgos de un rostro se habían borrado casi por completo. Una madre los es todo, como también es lo único para muchos hombres. Entonces al fin puede verlo sonreír. Dice que su madre se despidió de él, que aunque tenía tan solo dos años se acuerda muy bien de ella. Tonterías es lo que se me ocurrió pensar.
Necesitaba quedar bien, así que no hice comentarios tontos. Por otro lado tenía curiosidad por saber los detalles de la muerte, es un tanto esa curiosidad que nos entra cuando pensamos que las historias son dignas de ser atrapadas en letras, en otras palabras pensaba que mi verdadero trabajo era el de escribir, todo lo demás tenía el sentido de curarme el hambre. Total a la velocidad con que trabaja Elías, luego considerando que faltan aún tres semanas para empezar a viajar de nuevo, pues tiempo es lo que me sobraba. Elías me explico que intentaría contarme la historia.
IV
"Mi madre se llamaba Carmelina. Era de un pueblito donde en esos tiempos no había nada, aún sigue siendo un pequeño pueblo, aunque es más la gente que lo habita, Chahuites, es el nombre del lugar, era un lugar donde las fiestas del pueblo se traducían en la llegada de las ferias, a veces llegaba el circo, fuera de eso nada de importancia. Mi padre era un peón de vías, si de las vías del ferrocarril, fue en la época en la que el ferrocarril construido por Don Porfirio comenzaba a tener más redes por el resto del país, así fue como mi padre llego hasta el pueblo de mi madre, tendiendo los durmientes donde descansarías, las vías del ferrocarril. Se conocieron un domingo, bueno es lo que decía mi padre.
"Mi padre dejo de trabajar muy pronto en las tareas del tendido de las vías, pero poco tiempo antes se había casado con mi madre. Los domingos ellos iban a al iglesia, eran Nazarenos, aún no se que significa eso. Él era mucho mayor. Tardé mucho en nacer, eso porque soy el último de 6 hermanos, murieron los dos primeros. Mi madre se consagro al trabajo, se dedicaba de forma decidida a las labores del hogar, eso sin contar que hacía cuatas cosas fueran vendibles, ella era muy trabajadora, todo según las visión de mis hermanos mayores como las cosas que me contaba mi padre, él también ha muerto.
"Las cosas no podían ser mejor, pero un día al terminarse el trabajo en el ferrocarril, luego en el campo sobrevino un tiempo de sequía, pues las cosas se salieron de rumbo, mi madre tuvo que trabajar a toda prisa, eso para solventar los gastos de la casa, pero no por trabajar con tal empeño se solucionaron las cosas, las deudas siguieron creciendo, luego vino su enfermedad, estar pegada durante largas horas al horno, termino por destruirle todo los órganos vitales, trabajar, luego bañarse desde siempre es malo. Así que mi madre no tenía muchas opciones, deseaba ayudar a mi padre, eran momentos críticos, no era una situación tan solo de ellos, el país, el mundo mismo experimentaba una citación de rezagos económicos, eso sin contar las consecuencias de las grandes guerras. En la radio sonaban tantas canciones que hoy se consideran olvidadas, se escuchaban los nombres de tantos artistas, a mi madre no le gustaban esas cosas, la idea de su religión, les permitía pocas facilidades ante el mundo común, cantar las de Pedro Infante o Agustín Lara era un claro signo de rebeldía, un momento de duda ante la fe. Fue en esos tiempos cuando nací. Un poco tarde quizá, a la mitad de un siglo que ha pasado con tanta premura…
"Aparecieron las teles, los radios, tantas cosas, aparecieron muy pronto los Beatles, pero a mí siempre me gustaron las canciones mexicanas, los corridos, los Tigres del Norte, aunque mi gran ídolo siempre fue Pedro Infante, es más cuando vea esa su película donde el torito se muere, se que no es cierto, pues el torito aún vive. Las cosas se pusieron mal en casa de mis padres, mi madre redoblo sus esfuerzos, murió cuando apenas tenía dos años, pero recuerdo muy bien sus palabras, luego la foto que te eh enseñado es la única que existe de ella, la conservo con mucho amor, la traigo en mi cartera porque si la pierdo se que la muerte me habrá llegado, así son las cosas. Antes de morir me dijo que me amaba, me encargo a mis hermanos, en fin tantas cosas.
"Mi padre siempre se disgustaba con nosotros, rara vez nos pego, es más no recuerdo si alguna vez nos puso la mano encima. Era un hombre justo como él mismo decía. No le gustaba verme cantar esas canciones de Pedro, se enojaba, nos llevaba a la iglesia, solo que allí los coros cantados no era como para aprenderlos, sin embargo las canciones de Pedro, nos las aprendimos con tan solo escucharlas una vez, para que más, lo que te gusta lo aprendes de un solo golpe. Crecí cuidando chivos, después a los 17 años empecé en el taller, jamás imagine ver tantas maquinas, mucho menos pensé en reparar tantos motores digamos especiales, finos, que decirte decaeros lujosos, ahora todo mundo tiene un buen carro, no importa si es que los deben.
"Mi padre termino trabajando en una ladrillera, quizá ese era el destino para nosotros, uno de mis hermanos continua su trabajo en una de ellas, oportunidades nunca sobraron, pero tampoco tuvimos grandes oportunidades, es decir la vida nos dio lo necesario, después de todo se trata de sobre vivir, aunque algunos dicen que viven, en verdad no se mucho de esas cosas. La pobreza puede matar a un hombre, también lo puede hacer aunque de manera más dura el cáncer a mi padre lo mato el cáncer no por su pobreza, sino porque es algo que le fue creciendo en su interior son de las cosas que nadie puede ver. Durante mucho tiempo seguí cantando los corridos de los Tigres del Norte, después me retire del trago, había tomado tanto que a veces me sentía poblado por el alcohol. Temblaba tanto por las mañanas, me preguntaba si el efecto de tomar tanto me regalaba estas tembladeras, que sentido tenía estar bebiendo, más de una botella al día de vodka, no me gustaba combinarla con nada, deje de tomar entre otras cosas porque empecé a desechar una especie de sangre un tanto putrefacta que me ahogaba, quizá ya era demasiado tarde para hacerlo, pero al menos he logrado vivir muchos años después de ese abandono. Pensé que sería algo difícil de lograr. Lo único cierto es que después de dejar los tragos perdí a muchos de mis amigos, al principio tenía una especie de carácter violento, ahora me tomo la vida con cierta calma.
"Tenía a mis ídolos, me gustaba tanta cantar la puerta negra, luego no se cuantos corridos más, a mis amigos les decía acerca de lo mucho que me gustaban los Beatles, pero de no hacerlo te acusan de ignorante, te nombran indio, eso duele, pero a veces me pregunto que es lo que somos en realidad. Mucha gente cree que aún vive el torito, quizá sea un sueño tonto. Otras veces me digo que la gente nunca muere, es decir mientras sus recuerdos estén en nosotros, ellos siguen con vida, esas son las cosas que creo.
"Cuando le llego la muerte a mi padre fue diferente. El día del sepelio estuvimos todos allí, aunque decir todos no se si sea lo correcto, pero allí estuvimos, cuando murió mi madre también fue así, solo que eso sucedió medio siglo atrás. Me mude a la ciudad de México por un tiempo, pero allí el caos es tremendo, las cosas no son como se ven en la tele, es decir, las casas son grises, la ciudad es un tanto gris, luego eso de la contaminación, que si los ojos te lloran, no se es un entorno un tanto triste, eso sin contar lo agresivo. Regrese no mucho tiempo después, me puse a trabajar donde siempre lo había hecho, mi suerte fue echada desde el inicio mismo, nací para ser maestro mecánico en un taller de mi pueblo, no para ser maestro pirata, mecánico del hambre como les llamo.
¿Qué piensas de todo esto? ¿Crees que sea cierto? Por mi parte no soy capaz de juzgar las historias, pero tratándose del torito, pienso que no ha muerto, pienso que me dices la verdad.

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