viernes, 20 de marzo de 2009

Las consecuencias del olvido


Las consecuencias del olvido

Cuantas veces más olvidaste la pastilla suicida. No existe mucha diferencia entre un micro aborto y un aborto abrupto de muchas semanas, eso dicen los expertos, la verdad es que no lo se, pero supongo que si la hay. No me pongo a pensar en todo esto por aquello de las ideas de Dios y su mano torturadora, no el caso es de simple pensamiento, de poder dormir o no, de no tener nunca más una buena salud mental, aunque a los locos eso no nos preocupa.

Te pregunta si estas segura, que tan solo fue una vez, se que es agresivo preguntar por las cosas de tu cuerpo y las que haces o no, pues nadie mejor que tú para saberlo, al menos me hiciste creer que solo fue una vez y nada más que conmigo, porque según decías manejabas con exactitud tus fechas, pero ya ves lo que hace un pequeño olvido. No crees que fue un riesgo innecesario si manejabas tus fechas con tanta precisión. A veces creo que te gusta el juego, el ponerle emoción a todo que no medias las consecuencias, pero que hay de mí, sea como sea soy tan culpable como tú y teniendo en cuenta que sumar no es una tarea tan compleja, debí ponerme a contar el día exacto de tu fertilidad, al menos debería tener una franca idea, pero con toda la pereza posible delegue la responsabilidad siempre. Te gustaba la idea de la rebeldía, de hacer repeler a los demás, también te gustaba la idea de manejar todo a tu antojo. Cuantos años tendría ahora, creo que seis, pero mejor dímelo tú. Lo cierto que después de tomar tu decisión, empezaste a culparte por todo, me hiciste el dueño de tus miedos, y de tu amarga experiencia con el aborto, solo me hablabas de responsabilidades que me habías quitado de encima, que el problema era de los dos y que yo me había hecho a un lado.

Te recuerdo que nunca me dijiste nada, ni siquiera me mencionaste tu embarazo, tomaste una alternativa, el decidir que hacer y listo, así que llegaste un día y dijiste, “qué crees, estaba embarazada, pero ya lo arregle todo”, arreglar todo era tirar, deshacerse. Me dijiste necesito para antibióticos, para los honorarios del médico y dijiste sentirte feliz porque habías comprado la fertilidad en ambos, por lo menos no tendremos el problema de muchas parejas adjuntaste. A veces me pregunto si en verdad ocurrió o me tomaste el pelo. Ya esta, así como si nada, -pum. Eso si, me comentaste que te acompaño tu madre y tu abuela, como si fuera tarea exclusiva de mujeres, como si solo entre ellas pudieran protegerse, luego ellas ponían cara de hastiado al verme, hasta no poder más y terminar por odiarme, solo que se les olvido entender que yo no había matado a nadie, si que se mato a alguien, cuantas semanas dices que tenía, ¿seis?, si quieres recuérdame, para no olvidar las cosas importantes.

Las otras veces si es que existieron esas veces quien te acompaño, cuantas veces perdiste las cuentas o te gusto correr el riesgo, cuantas veces te olvidaste de la pastilla suicida, cuantas veces dijiste, -mira, ya me he tomado la dosis. En realidad todo eso no importa. Lo importante era compartir la responsabilidad, la toma de decisión y no solo el costo de los antibióticos y los honorarios del médico, pero creo que a ti te pareció lo mejor para los dos.

Muchas cosas no ayudan mucho, los debates tratan de educarnos, de hacernos cobrar conciencia de la importancia de las responsabilidades. Ten por seguro que si me hubieras contado lo que estaba pasando, habríamos tomado la mejor decisión ambos, así fuera la misma, porque era nuestro derecho, nuestra responsabilidad, no me enoja que lo hicieras, sino que me condenaras a tus reclamos diarios.


El tiempo no ayuda a curar, sobre todo cuando se tienen dudas, el tiempo es enemigo del olvido, por lo menos no se olvidan las cosas que se quieren, sino las que no se desean olvidar. Uno no se olvida de las frustraciones, pero se olvida de las cosas que parecen sin sentido, como la sonrisa o el coqueteo de los demás. Pueden pasar todos los tiempos, las horas, las semanas, los meses, los años y convertirse en décadas, en siglos, y todo sigue allí, como el recuerdo más fresco, como si todo hubiera sido ayer, todo con la misma fuerza, con ese impacto que nos sorprende y nos arranca de nuestras rutinas, las palabras nos recorren, nos hinchan la pasión y muchas veces nos destruyen, la pasión se fractura, la vida ya no es igual y no existe una sola posibilidad de regresar y reparar los daños, tienes que aprender a vivir con ellos.

La pastilla suicida no combate los recuerdos, pero te ahorra tragos amargos, te quita de encima angustias y te permite no recordar las cosas que duelen. Es imposible usarla para olvidar cuando el daño ya esta hecho, es muy buena sin embargo si tienes dudas con tus cuentas, y aunque se digan tantas cosas nos ayuda a dormir tranquilos, fuera de todos esos atributos la vida es la misma, no dejamos con facilidad de debatir, de luchar a diario contra mil recuerdos, y tratamos de recordar cosas que quizá nunca pasaron. Nos hicimos mucho daño, nombramos a nuestros actos oportunidades futuras, pero tú y yo no éramos precisamente unos adolescentes y las oportunidades ya estaban en marcha, nada las podría frenar. Nos llenamos cada uno de sus egoísmos, tú decidiendo y yo pensando que tu decisión no fue lo mejor, juzgando y dictando sentencia cuando nosotros mismos creíamos que la justicia esta en no ser precisamente juez y parte. Nos olvidamos de la pastilla, de las cuentas, de paso olvidaste decirme lo que te ocurría y un día me regalaste una cuenta y la gran noticia.

Esta tarde hemos abortado…

Otras cosas...


“No es por vicio ni por fornicio.
Es por hacer un hijo en tu santo servicio”

En los próximos días voy a la ciudad de México. Me esperan un par de cursos, la verdad de todo esta locura de ir y luego venir es muy simple, se llama necesidad, sino hago esos cursos quizá me quede todo el tiempo con la duda de cómo puede y pude ser. Luego el por qué la ciudad de México si acá también puedo encontrar esos cursos, en secreto confieso que es porque me atraen los nombres de las personas que se encargan de dichas tareas, dicho sea de paso que el estar conviviendo con otro tipo de gente es seductor. Puede que al terminar la tarea, me encuentre más confundido o por decirlo de otra forma, me regrese con las manos vacías, pero eso dependerá tan solo de mi actitud ante este reto, lo mejor es experimentar y así poder hablar de todo esto, aunque bien se dice por allí que cada uno habla de cómo le va en la feria.

Regresando a los territorios diarios. Me pongo a pensar en la serie de cosas de las que se pueden escribir, imagino la poesía del miedo, del narco menudeo, de la muerte, aunque todo es un tema muy general y con imágenes tan trilladas, pero bueno es lo que dicen que se respira, muchas veces no me doy cuenta de lo que pasa y es quizá por andar distraído, así que pienso que estamos en un lugar de lobos y nuestros olfatos no nos ayuda a saber quien es quien pero todos nos tenemos miedo, esa es otra posibilidad, la poesía del silencio, de los desaparecidos, de los olvidados, de los agachados o de los que habitan a las orillas del río, esperando algo para pasar, quizá esperan por un poco de valor. Lo mejor de todo es que se puede escribir siempre y que los temas abundan, así que no hay necesidad de inventar algo, eso si los mismos temas que en todas las ciudades, pero de pronto uno quiere hacer sentir a los demás que acá son diferentes. Puede uno escribir de las cosas que no pasan, que también es interesante, ficción, magia, y lo que uno quiera imaginar. El limite es personal.

Descripcion local


La ciudad tiene una geografía extraña, primero que nada es una ciudad llena de tiendas Oxxo y en las caminos de salida siempre encuentras a los que venden bebidas a las que apodan como rusas, no es otra cosa que squirt(el del slogan famoso hace algunos años, con que placer quita la sed squirt), hielos, trozos de piña, naranja, sal y chile, pero eso es desviándose de la ciudad. Acá tienes puentes de cruce internacional y puedes ver desde esta orilla a la Border Patrol que va y viene, aunque no se decir cuando es que hace una y otra cosa, pero de nuevo es salirse de la ciudad. Lo de acá es más sencillo, la gente que quema llantas y tiene gusto por los acelerones y los disparos. También es el mundo de los que vienen de lejos, de los indocumentados y luego el de los ilegales, que según pienso son lo mismo pero alguna diferencia deben tener para nombrarlos de forma diferente. Eso si, acá reinan las maquiladoras aunque ya están cerrando.
La ciudad huele a combustible mal quemado, sino es que a orines putrefactos, en algunas colonias, el sistema de drenajes perdió la piel y la puedes ver sin problema alguno, desde el ras de suelo como se dice, es una ciudad con vehículos chatarras, basura del otro lado, pero que es una oportunidad de tener algo, de hacerse de una troquita, claro que también vez esos monstruos de camionetas que con tan solo escuchar el rugir de sus motores te pones a temblar, también son muchos, pero esos parece que son reservados a otro tipo de gente, los que tienen dinero pues. El cielo es diferente, muchos matices, muchos azules indescriptibles, pero eso si los atardeceres tienen un rojizo especial, el cielo esta adornado por el vuelo de las gaviotas y sus escándalos propios, la playa esta muy cerca y es casi siempre un buen pretexto de fin de semana, al menos para ir a comer algo. Los autos chatarras se van al sur con los que vienen del sur. Este es un México extraño, uno que es pero que no lo es, es como una región negada, ausente, un lugar que se resiste, un espacio que añora las cosas del “otro lado”, pero que al mismo tiempo siente que no existe nada como lo propio, como ser sin ser. Acá es el traspatio del vecino poderoso y a veces quiere pasar la escoba, pero no todos los traspatios pueden ser barridos. Lugar de “gabachos”, gringos como mejor se les conoce, lugar de “pochos”, de narcocorridos, de la droga a menudo, de la droga que va de una ciudad a otra y que cansada de viajar, se atreve a un último viaje por las fosas nasales de esta sociedad tan deprimida, sociedad de maquilas, de cerveza, de sexo por gusto y sexo prostituto, lugar que se quema, que nos quema, la vida que se rola como un cigarro de “mota”, los sueños y el “pinché” futuro.

jueves, 19 de marzo de 2009

Del amor...


Por supuesto que el amor es el enrredo que uno busca más reiteradamente, y casi siempre lo único que no le sobrevive es la pasión...

Correo a uno mismo...


Besos‏
De: Carlos Saavedra (biguidibela@hotmail.com)
Enviado: jueves, 19 de marzo de 2009 02:40:33 a.m.
Para: biguidibela@hotmail.com

He llorado tanto esta noche, no se si sea porque presiento que algo en ti esta mal o porque deje de ser el que era y ahora soy un extraño más de este mundo, quizá he llorado porque no dejo de ser triste, ultimamente te veo en las peliculas, en los comerciales, en mis sueños y en los libros, dime estas bien, aún te acuerdas de mí, la verdad es que no logro olvidarte aunque nunca lo he deseado...





Saavedra

miércoles, 18 de marzo de 2009

Rutinarias...diez


Siempre me llovían los apodos. La primera vez que me rape, no tenía la más minima idea de que me iba a quedar calvo. Mi mamá me había cortado el cabello, pero su corte no me gusto, así que busque una especie de peine navaja y pum, que le doy hasta dejarme algunos espacios descubiertos en la cabeza, consecuencia inmediata, fue la de ser rapado, sin más opciones, fueron de las primeras veces que se burlaron de mi cabeza, pelón, pinché pelón y una que otra canción acerca de los pelones que me cantaban, la gente era cruel, no dejaban un espacio para tus emociones. Sufrí de una infancia muy agredida, tuve necesidad de defenderme, no había más o partía caras o me la partían a mí, mis primos, los vecinos, y cualquiera que pasara cerca de mí tenía ganas de ser mi enemigo, no se cuantas veces me tuve que dar de golpes ni cuantas veces me dieron en la boca, eso si me la rompieron a gusto, pero nunca dije que no a los golpes, de una u otra forma siempre pasaba, sino en la escuela, cerca de la casa, era desde entonces una persona diferente. Estuve obligado a enfrentar a los agresores de mi infancia, para que les cuento las mil cosas que invente, o de mis maestros imaginarios de defensa personal, para que les cuento de los cientos de página que tuve que leer de karate, todo eso era parte del ritual diario. De haber sido otra mi infancia, de no tener necesidad de luchar para sobre guardar mi orgullo y mis dientes, otro gallo cantaría en mi vida. A nadie le he dicho que rea un niño en extremo flaco, con poca fuerza y quizá con mucha maña, pero la maña a veces no sirve en contra de la brutalidad. Emocionalmente estaba destruido, lloraba por todo y parece que en eso de las emociones todo mundo estaba en mi contra, incluyendo a los adultos, sobre todo a las tías que todo el tiempo mi gritaban mis verdades, mis historias y la hora exacta en la nacía y de ser posible, creo que hasta predijeron el día y la razón de mi muerte, pero lo único que hicieron de mí fue una persona débil y me lo lamente por muchos años.
Todos los días recorría el mismo camino para ir a la escuela, un poco más de kilómetro y medio, un camino accidentado, no solo por la abundancia de nopales o mezquites, no solo por la gran cantidad de polvo que se estacionaban en nuestros ojos cada que se soltaba una tormenta de arena, sino porque era el escenario natural de una pelea al regreso de la escuela, siempre había alguien con ganas de golpearme, siempre había alguien que tenía la necesidad de estrellar sus puños en mi rostro o su rostro en mis puños y la agresión nunca se hizo esperar, ese era su ambiente, su naturaleza.

Los recuerdos siempre están allí por alguna razón nos persiguen incluso hasta antes de nuestra muerte, algunos que lo han experimentado dicen que poco antes de morir su vida empieza a pasar por su cabeza como si fuera una película.
No se muy bien en que momento, pero un día me puse a soñar y deje el mundo de los demás, para sus luchas, para su encuentro de caras y puños y empecé a preocuparme por vivir, por conocer el mundo, pero sobre todo por escribir historias, estas historias, pues otras las desconozco y no me dan ganas de inventar.
Mis sentidos explotan, los gritos de la gente que pasa, de esa gente que se ríe siniestramente de mi apariencia, me duele, no soporto más que me digan pelón, piche pelón, peloncito, pelón pelonte cabeza de cuete. No soporto y no quiero soportarlo más, pero tampoco me voy hacer una peluca y mucho menos pienso usar una gorra, después de todo yo no pedí estar así, y tampoco me mata.

Rutinarias...nueve


En la frontera entre España y Francia, los agentes de migración nos pidieron nuestras identificaciones. Siempre me ha pasado que al pasar por un punto fronterizo soy parte de una serie de investigaciones, sobre todo me preguntan si en verdad soy mexicano, luego acerca de lo que hago y de cuales son mis intenciones en el país que deseo visitar, me preguntan mi edad y otras veces sino pertenezco a alguna organización criminal o si mi familia no es árabe, en otras ocasiones me confunden con Colombiano, incluso en mi tierra natal, muchas veces me han detenido los agentes de migración para interrogarme. Quizá sea mi forma de hablar, parece que tengo un acento peculiar o un tanto extraño, o quizá la adrenalina que se me sube al máximo y demuestro mi nerviosismo. Después de pedirnos nuestros documentos y verificarlos, me pidieron que bajara del autobús y no solo eso, sino que bajara también mis pertenencias, pues tendría que quedarme en el puesto de revisión, la falta de sello en mi pasaporte era el pretexto inicial, lo segundo es que no llevaba el boleto de regreso de avión. Por un rato les explique mi situación, el porque no traía a la mano mi boleto de regreso a México, pero a ellos les parecía que me quería quedar a vivir en su país, cosa que vista de manera fría había sido el objetivo inicial de mi viaje, pero a estas alturas las cosas ya habían cambiado, ya no tenía tal interés, una porque me estaba cagando de miedo y la otra porque después de tanto soñarlo lo había entendido y nadie esta mejor que en su propio suelo, en su tierra, donde la gente habla el mismo lenguaje y sea como sea se ayudan. Cuando me dijeron que tenía que bajar del autobús, pensé lo peor, pensé en que ya me habían boletinado, como si en realidad fuera un delincuente de máxima peligrosidad, por resumirlo de alguna forma, hoy en día siquiera existe una demanda judicial en mi contra y lo que había hecho tampoco ameritaba dicha demanda, pero ustedes saben que el miedo no anda en burro y que en país de ciegos el tuerto es rey, en mi caso la ignorancia era mi pero enemiga. Sea como sea, me mantuve tranquilo y en vez de preocuparme me tome las cosas con calma. Eran quizá la una o dos de la mañana. El paso a seguir era regresarme a Francia, pues si ellos no me habían puesto un sello, entonces el problema era de ellos y no de los españoles, como quien dice tirar la bolita, así que tenía que esperar a que una patrulla pasara a territorio español y me llevara de nuevo a Francia a unos escasos metros, pero las reglas son las reglas, miren que yo deseaba irme caminando, no pensaba que fuera para tanta humillación y luego si me investigaban y si en verdad estaba boletinado, la cosa se pondría peor, pero era inexperto en esas cosas que solo me resigne a esperar.
De nada me serviría llamar a mis amigos en España. Pero si hubiera, considerando que el supuesto hubiera no existe, pero bien, si hubiera tomado el teléfono y llamado al vasco, quizá habría ido por mí sin importar de que lado de la frontera estuviera, y no solo eso, me habría dado cobijo por lo menos un día, las cosas no tendrían ese tono de desagradable y de soledad, pero no quise molestarlo, no quise alterar la vida de nadie, ni siquiera la de sus amigos, después de todo pensé que no podría pasar, pero uno no puede juzgar y hoy en día muchas cosas seguro serían diferentes, pero como dije antes me estaba cagando de miedo y no había sido honesto con nadie. Soledad era lo que más tenía y lo que más temía. La espera fue larga, al menos eso me pareció. La policía Francesa no estaba interesado en mi persona, de nada servía irme con ellos, pero eso estaba aún por saberlo, yo pensaba que una vez que estuviera e sus manos me sellarían el pasaporte, pero nada de eso era posible, pensaba como puede cualquiera pensar, sin embargo una vez que fueron por mí y me subieron por primer y única vez en mi vid a una patrulla me preguntaron en un español confuso de cual era el problema y simplemente me explicaron que esa no era una complicación y que no me podían sellar un pasaporte, que para eso tendría que ir a un aeropuerto internacional o regresarme a Paris, lo que mejor me viniera. Así que me pasaron del otro lado de la línea, al lado francés, me tomaron mis datos y me dieron una patada por el culo, que hiciera de mi vida lo que se me viniera en gana, si deseaba quedarme a vivir allí era bienvenido, que gente les hacía falta para el trabajo, pero en medio de un mundo donde nadie habla como tú, poco se puede hacer. No tuve más opción que caminar hacia la estación del tren, muchas veces había visto que la gente va allí a dormirse, al menos lo había visto en las películas, así que algo de cierto debería de tener.
La estación de tren estaba cerrada, empezaba sus operaciones a las seis de la mañana y todo el calor del día se había transformado en frío, no había un hotel cerca y de tomar un taxi y luego un hotel se me iría el poco dinero, así que tenía un movimiento muy limitado, dormir en la calle, como un autentico vagabundo, no es algo que hubiera hecho antes y la verdad es que no lo estaba deseando, pero no había opción, debería intentarlo, debería tirarme allí en medio de una ciudad que desconocía y si bien después me entere de su nombre, me resultaba poco romántico. Es decir la sola idea de estar en medio de la calle durmiendo, cuando no persigues un fin en particular es por si mismo agresivo, pero allí me quede y por si fuera poco, al cielo le dio por llorar. Europa, tres de la mañana, ciudad al sur de Francia, Irun, frontera con España, sueños destrozados. Que diablos estaba haciendo allí, mi primer noche en Europa de lo que yo había considerado el inicio de mi nueva vida, la primer noche de mi segundo chance, no era del todo prometedora, deseaba un poco de tranquilidad. Abrieron la estación del tren a las cinco de la mañana, parece que allí las puertas se abren automáticamente, por lo que aproveche y busque un sitio, pensé que tendría toda la estación para mí, pero mi sorpresa fue aún mayor, porque todo estaba lleno, gente que espera, gente que no paga hoteles y también los mendigos, los que no tienen a donde ir, me sume a ellos, me perdí entre ellos.
No pude dormir en realidad, estaba agotado, había tomado una decisión, entonces de donde venían los miedos. Me pregunte durante toda la madrugada que es lo que había hecho, porque había dejado que la vida se me fuera de control, me pregunte no una vez y no encontré respuestas todas las veces que lo hice, me sentía agredido por los agentes de migración española, pero ellos tenían razón aunque no podrían estar seguros, pero mi idea era la de vivir en su país por el resto de mis días, al menos eso cuando salí de México, porque cuando llegue a Europa, ya había cambiado de planes, no podría aguantar mucho, seguro que me pasaría inventando mil pretextos para regresar, pues en el fondo soy un hombre débil aunque la gente que me conoce lo sabe sin ir necesariamente al fondo, es decir transpiro mis inseguridades y miedos. La soledad es lo que más preocupaba, me sentía abandonado, no esas cosas que tienen que ver con el amor, pero estaba seguro que el amor me podría rescatar, como si el amor fuera un faro y mi necesidad en este naufragio me estuviera condicionando a encontrarme con ese faro. No existían las malas intenciones, pero tampoco deseaba incomodar a nadie. Ahora pienso que de haber movido las piezas correctas, que de haber tomado los hilos verdaderos, las cosas habrían salido como las pensaba, pero dude, preferí lo que según yo consideraba mejor y termine por quedarme cada vez más solo. En la estación de tren me dieron ganas de comprar de nuevo un boleto para alguna ciudad de España, pero estaba seguro que correría con la misma suerte. De no haber llevado esas mochilas con toda mi historia podría cruzar la frontera a pie y seguir mi camino ya del otro lado, pero tampoco fui paciente, esa fue mi primer derrota la falta de paciencia, me quise abalanzar sobre un destino inexistente, me moví antes de hora, y todo era cuestión de esperar solo un poco más. Lo sensato era ir a un café Internet, además de que era lo más económico e imprimir mi reservación de regreso a México, pero lo que más me hizo falta fue la inteligencia, sobre todo la inteligencia emocional. Compré un boleto de regreso a Paris, pero ahora en Tren, era lo más rápido, y con ello podría ganar un poco de tiempo y pasar la noche en alguna casa de España, en una cama, después de bañarme, me urgía descansar y necesitaba llenarme de energía positivas. El viaje en el tren fue solo y callado, al menos no tenía con quien platicar, pues casi toda la gente hablaba en una lengua rara, hoy creo que rea en francés. El dialogo más intenso, era con mi mente. De nuevo en Paris, el ruido y el calor eran insoportables. En Paris a correr, fui al aeropuerto, pero en pocas palabras me mandaron al diablo, no había nada que hacer, si quería ir a un lugar necesitaba obtener mi boleto de regreso a México y con eso podría moverme, pero nadie me lo dijo, todo era tan sencillo como acercarse al mostrador de la línea aérea y el asunto estaba resuelto, pero uno nunca piensa en eso cuando tiene ganas de otra cosa. Estuve un buen rato dando vueltas pero no logre nada, así que pensé que lo mejor era llegar a Barcelona por aire, así no me detendría un agente de migración, pues los vuelos son de tipo domestico y puedes andar como por tu casa, es decir si eres ilegal y tienes dinero para viajar no importa.

Rutinarias...ocho


Un día puedes decir que ya te aburriste de todo y de todos, palabras que después te dicen que las escuches y en realidad las escuchas antes de que salgan de tu boca y si bien es cierto que salen llenos de ponzoña, nunca denotan lo que el que la escucha quiere entender. Es cierto. Un día te cansas de la misma historia, de la misma pregunta, de esa insistencia con las cosas, de tener que conformarte con lo que no estas de acuerdo y sin embargo así tiene que ser y así se tiene que hacer, y todo porque el dinero es la seguridad de tus actos, porque sin ese dinero no eres lo que piensas y te atemorizas y los planes se vienen abajo, entonces hablas, escupes ponzoña, pero no quieres que esa ponzoña sea mortal solo que tienes necesidad de escupirla porque empieza a cansarte y dentro de ti, te atormenta, pero nadie entiende las cosas como son, porque en todo momento están esperando que hagas algo, que dejes de ser el flojo de siempre y entonces te comparan, lo cual no te gusta y entonces concientes los comentarios, pero cuando eso pasa es que perdiste el control, es en ese momento que te dejaste domesticar y entonces empiezas a dejarte llevar por las aguas de otro río y estoy seguro que desde ese instante ya no existen gigantes que vencer ni molinos de vientos que presenten un obstáculo y saben por qué pasa eso, es simple se carece de voluntad. Así que un día lanzas unas palabras, estas concientes de ellas porque antes de que algo sucediera lo pensaste, después escupiste, más tarde tienes que afrontar las consecuencias y no resulta divertido, porque es ese el momento en que todo se fractura, es una pequeña fisura, es posible que nadie lo vea y se necesite algo más que un microscopio para detectarlo, pero allí esta y conforme se den los diversos movimientos, empieza a volverse más y más perceptible, entonces la vida nos deja atrapados, quizá sea una alerta, pero las alertas son para corregir el rumbo. La verdad es que estoy cansado, no de un acto, de un comportamiento o unas personas, no estoy cansado del amor y no lo que ello implica, solo que cuando te cansas puedes confundirlo todo, puedes mezclarlo y tus actos te llevan a cometer situaciones que carecen de nombre. No se porque me preocupan tantas cosas, no tiene sentido alguno, sobre todo después de ser rescatado, estoy vivo, gracias a que alguien se ha fijado en mí, y no me siento fuerte como para tener estos comportamientos, pero me desespero desde siempre y me traga un dolor agudo que no me deja gritar, que no me deja soñar, que me detiene y cada que deseo dar un paso me vienen a la mente esos miedos recurrentes. Sin importar para nada el rescate, siempre seré igual, de eso no tengo dudas.

Rutinarias...siete


Durante mucho tiempo había deseado viajar por Europa, quedarme a vivir en medio de alguna ciudad romántica, por supuesto que todo lo que estaba ocurriendo en esos momentos nada tenía que ver con mis expectativas, el sur de Francia en autobús, ese sur desconocido, que por más belleza que pudiera tener no lograría atrapar mi mirada más que de una forma inmediata, de forma efímera, sin sentido, hasta llevarme a soñar con espacios que nunca más volvería a recorrer, hasta dejarme en medio e tanta soledad y pendiente de los ruidos. La compañía en el autobús no era nada mala, al menos tenía algo de que platicar, de enterarme de las historias ajenas, sin tener prejuicios de ello, historias que salían sin tener otra intención que dejarnos llenos de su mundo, ese mundo que hasta hace unas horas era del todo desconocido. En el autobús viajaba una familia Rumanos, tres pequeños que viajaban con sus padres, en ese año, Rumania aún no se integraba a la comunidad Europea, por lo que podrían estar incurriendo en el delito de viajar como ilegales, sobre todo si planeaban conseguir trabajo en alguna tierra de la comunidad o en el mejor de los casos si intentaban quedarse a vivir en alguno de esos lugares. El camino hasta la frontera española era muy largo, no puse atención de todos los rumbos que el camión fue desandando para poder llegar al sitio esperado, no repare en anotar en la agenda cada uno de los sitios donde se hacía alguna parada ni mucho menos puse atención en los sitios de descanso, estaba en agonía, poco faltaba para que me abandonara a mi suerte, poco me hacía falta para pedir caer muerto, pero a quien se le pide la muerte, acaso existe un ser poderoso que escucha nuestros ruegos, pero sobre todo cumple con nuestras suplicas, seguro que no es así. La mexicana con atuendo de los años 50, no paraba de hablar, me comentaba de los diversos espectáculos que habían montado en Paris, me hablaba del espectáculo llamado cabaret, un espectáculo hasta esta fecha ignorado por mí, pero que al parecer es muy bien conocido por todos lo largo de este mundo.
Por un segundo la confusión emocional, la poca facilidad de desenvolverme, la soledad y las ganas de huir, de perderme, de no saber ya nada de mi existencia, me nublaron el entendimiento. Después de muchas horas de viaje el hambre empezó hacer de las suyas, tuve necesidad de comer, ansiaba que el autobús se detuviera, que el conductor gritara hora de comer, ruegos que fueron atendidos de forma casi inmediata, al menos eso fue lo que me pareció. En el restaurante que nos paramos no habían grandes platillos, era lo que se dice un lugar en la carretera, donde se venden las comidas típicas de los sitios de carretera, algunas comidas tradicionales, así como los recuerdos, por alguna razón esos sitios siempre tienen objetos para llevar como recuerdos de la visita a ese lugar, quizá lugares que nadie sabe de su existencia, pero que te invitan a llevarte algo en su nombre, un nombre que se borra ante el siguiente acto sin importancia. La familia de Rumanos, descendió del autobús, sus tres pequeños hijos se quejaban del hambre, y el hombre se rascaba la cabeza diciendo que le era imposible pagar un solo alimento. Por primera vez a lo largo del viaje alguien me rompía el corazón, me resulta poco creíble que un padre se estuviera desplazando a otras tierras sin tener siquiera para la comida de sus pequeños, no era posible, que alguien no pudiera preveer las consecuencias de un viaje de esta naturaleza, pero entonces me pregunte, de cómo debería ser la situación en su país como para atreverse a viajar, como para arriesgarse a una deportación y sobre todo para hacer un viaje lleno de miedos y hambre, como dije antes se me rompió el corazón, así que me olvide de mis ideas de cuidar el dinero, les compre la comida a cada uno de los miembros de la familia, que dicho sea de paso, se olvidaron de hablar en español y desde ese momento solo hablan en un lenguaje extraño, que era del todo desconocido para mí. Cuando terminaron de comer, los niños se pusieron a correr por todo el lugar, recordé aquello de barriga llena, corazón contento. El padre se compró una cajetilla de cigarros, considerando que en Francia los cigarros son muy caros, me puse hacer cuentas mentales y bien podría haber comprado comida para todos sus hijos, pero pude entender que el vicio es superior a cualquiera de las obligaciones. Y si bien se trataba de un circo, es decir, era una familia entrenada, una familia de gitanos que dejan todo a su suerte y solo cuando observan que será imposible lograr lo que pretenden es cuando se dan por vencidos y sacan su dinero y suplen sus necesidades, sea como sea yo había caído en su red y poco ganaba con cuestionarme. En Europa y no se aún si por todo el mundo es igual, pero los gitanos tienen mala fama, todo mundo los acusa de ladrones, todo mundo piensa que no les puedes tener confianza porque a la primera oportunidad te dejan sin tus cosas. Siempre me creído de las historias no bien contadas acerca de mi origen, que soy descendiente de gitanos, que mi naturaleza me obliga a moverme, pero esa misma naturaleza me transforma en ladrón, pero es posible que todo ese comportamiento se traiga en la sangre y no se logre pulir con el comportamiento. Después de todo quien sabe lo que es en realidad. Un día me nombraron vagabundo, pero no en el sentido de esa gente que anda de un lugar a otro, sino esa gente que aprovecha una oportunidad y se mete a lugares donde por cualquier razón se les abre la puerta, un aspecto más de los gitanos. Me enoje mucho por el título sin sentido, al menos yo no había pedido nada de lo que me pasaba, sin embargo tenía que soportarlo, siempre en silencio, porque el silencio es la mejor regla de convivencia, tendría que soportar que me llamasen mantenido, oportunista, de alguna forma aprovechado, todo porque las reglas de una sociedad demandan ciertos comportamientos y cualquiera que no este dentro de esos parámetros merece ser juzgado, que diablos importaba todo eso, si lo principal, lo que tiene que ver con los sueños era posible de hacer. Las horas de viaje seguían su curso, quizá podría contar acerca de los grandes campos de trigo, o como en algunos lugares se notaba la formación de montañas, podría contar de edificios con los que uno se alucina y gente bonita caminando por las calles, podría contar las mil imágenes que se me vienen a la mente, las platicas que sostenía en el autobús y la noticia que me dieron mucho antes de cruzar por la garita de migración entre Francia y España. Sea como sea, me fui sincerando con la mujer que me hacía compañía desde la terminal de autobuses en Paris, no tuve más opción que ser amable con la única persona que había permanecido a mi lado en las últimas horas, no quise verlo así, pero se podría tratar de mi tabla salvavidas, acaso no era algo por lo que estaba rogando en las últimas horas, no era complejo, pero podría ser acaso desleal con mi forma de pensar, podría traicionarme y de paso traicionar a una persona con tal de sentirme seguro, podría nombrarle amor al miedo, dejarme vencer por completo y besar una boca que al paso de los años había aprendido a pintarse por cualquier lugar pero nunca en los labios, que me estaba pasando, que me estaba moviendo, era mi incapacidad tal que me habría conformado, era tal mi miedo que hubiera sido posible caer hasta lo sublime y arrastrarme en medio de lo ridículo, confieso que poco me falto para sucumbir, para dar por sentado que el destino del hombre estaba hecho, que no existe nada por luchar y que tarde o temprano caemos siempre al mismo lugar, y luego el miedo y luego la edad son lo que empeoran todo. Europa empezaba a tramar todas las traiciones posibles que les ofrece a sus habitantes, si quería vivir en ella, tendría que aprender de sus mañas, tendría que acostumbrarme a la idea de andar a salto de mata, la vida en ese lado debería estar matizada por un mundo de delincuencia, nada volvería a los ritmos de antes y todo por la mala educación, la mala educación con el dinero, con las acciones, con la honestidad, con la vergüenza pero sobre todo con la vida, perdí el respeto por ella, me deje arrastrar por mentiras, por miedos y después ya no pude más con mis miedos hasta perderme en medio de un viaje sin sentido, en medio de un autobús que si bien tenía un destino fijado, poco tenía que ver con mi destino a lo largo de la vida y que era yo en ese instante, ¿un fugitivo de mis temores acaso?

viernes, 13 de marzo de 2009

Rutinarias...seis


La gente cuando me ve por la calle, le da por reírse, me llaman pelón, pelón pelonete cabeza de cuete, pelonchas, pinché pelón, que por apelativos nunca paran. Nuestro cuerpo dicta su historia, según te ven, te tratan, una persona gorda tiene menos probabilidades de todo en la vida y de allí que algunos médicos se aprovechen y hagan tratamientos reductivos con ellos, el negocio del siglo son los gordos, aunque estas palabras se escuchen agresivas. En la escuela, mucho antes de que perdiera el cabello, todos eran muy agresivos, por un tiempo tuve la necesidad de defenderme, muchas de las veces manchaba el uniforme de sangre, lo que era invariable es que a la hora del recreo, se tenía que desgastar la punta de los zapatos, patadas a las sillas o los mesa-bancos, patada a la pelota, patadas al cuerpo de los compañeros, patadas al perro hambriento que intentaba morderte, cada uno jugaba a que era un tal Hugo Sánchez e intentaba hacer sus famosas “chilenas”, por su puesto que no era el único héroe del momento, y tampoco había dejado de jugar con los Pumas, aunque el goleador era el “cabo” Cabinho, pero lo mejor de todo era dar patadas. Recuerdo que el gran héroe vestía con mascaras, podría ser el Santo, Blue Demon, o Huracán Ramírez por mencionar algunos, era cuando la vida adquiría sentido, cuando el patio de atrás no solo se me hacía inmenso, sino que único, por mucho que te subieras a un árbol, nunca se podía observar el limite, no existía lo real y el sueño como un mundo único, el mundo era solo uno y mágico, era un mundo de patadas y trompones, un mundo que se disculpa de las agresiones gracias a esos héroes que nos hacían pasar los días de forma dinámica y alegre, las tristezas allí no contaban, el mundo de atrás, ese mundo del pasado, de las agresiones verbales, de los golpes mal intencionados que trataban de sacarte la sangre, se justificaban con nuestros juegos, con los recreos incipientes que nos sabían a salado. Del cuerpo que contarles, al menos el mío fue objeto de burla durante mucho tiempo, uno suele burlarse de otras cosas, de la nariz, de los ojos, o del cabello, pero pocas veces del cuerpo, pero el mío era en extremo flaco y parecía débil, pero resistía todos los embates sin caerse. Ahora, que pasaron los años, pocas cosas han cambiado, al menos la gente cuando me ve en las calles no puede ocultar su burla, se ríen abiertamente, no dejan de decirme pelón, pinché pelón, y una que otra vez peloncito, no me duele la burla, lo que me preocupa es no poder decir nada, tampoco ando por la calle con la cabeza agachada, ando siempre recto, observo directo, me atrevo, pero como le dices a alguien algo sin que sea agresivo, como le haces entender que no deseas igualarte, que el mundo así carece de sentido.
Contarles como es que soy, el como es mi cara no tiene sentido, porque pienso que se trata de una tarea inútil. Por lo menos ya les he dicho que no tengo cabello, es cierto soy calvo, no es algo que yo hubiera querido, pero esas cosas no son las que se desean; son de las que pasan o no, y no se si en ello tiene que ver con las herencias de nuestros padres o se trata de alguna enfermedad, de ser así, de tratarse de alguna enfermedad debo empezar a cuidarme, no sea que un día tenga algo contagioso. Mi nariz es lo que se dice chata, muchas veces me hicieron burla con eso, por supuesto que no me comparaban con Pinocho, pero me decían que sino olía o es que estaba chato. La nariz siempre despierta una serie de comentarios sin sentido, al grado que uno puede llegar a ofenderse, sobre todo por el tono en que se dicen las cosas. Mi piel es morena, pero ni es morena clara u oscura, solo un moreno neutral, algunos amigos me decían así, “moreno”, a veces pensé que se estaban burlando, pero eso ya es tener encima algún complejo. La cejas casi no existen, una pequeña cantidad de vellos la definen, pero lo que más se tiene es ausencia; unos labios delgados, digamos que de débil definición; por la falta de molares no me preocupo, pues nadie anda hurgando dentro de mi boca, he crecido con muchas limitaciones, pero lo que más me caracteriza es el estar siempre callado y a la defensiva, comportamiento que después me llevo a convertirme en agresivo, pero un agresivo paciente, de esos que se esperan hasta el último segundo para reaccionar. Boca amable y cejas invisibles, que más se puede pedir, a no ser que uno pudiera desear una cabeza que pasara por alto las burlas de los demás, pero ya me acostumbre a la idea de que siempre me digan, pelón, pelochas, pelón pelonte cabeza de cuete.
Cuando ando por la calle, miro sin mirar, confieso que tengo algo de miedo, ese miedo que durante muchos años me fue negado, no es que el tener miedo sea una virtud, pero acá si levantas la mirada puede convertirse en una ofensa y luego tu cuerpo aparece en medio de una balacera, en medio de tanto escándalo, claro que apareces muerto y con las manos atadas, otras veces no se necesita de las balaceras para justificar tu aparición, pues te lanzan de algún auto en plena marcha y allí te quedas, hasta que alguien llegue y se encargue de recogerte y si corres con suerte de que tu familia se entere, pues reclaman lo que pueda quedar de tu cuerpo y te despiden como debe ser. Andar con la cabeza abajo es algo que no hago, solo ando por las calles con un poco de prudencia, pero siempre pelón, pues no tengo alternativa, sin importar que el sol queme mucho.
Los recuerdos siempre están presente, por alguna razón saltan de nuestra memoria cuando algo nos ocurre; no es fácil vivir sin recuerdos, es parte de la experiencia, de la memoria que vamos haciendo ya sea de forma individual o colectiva, la memoria es la que siempre nos dicta parte de estas rutinas que nos vamos fabricando, porque tenemos necesidad de contar algo, porque si dejamos de contar algo es como si estuviéramos incompletos y todo esto es entonces una gran necesidad. Nos contamos cosas, acudimos al recuerdo casi siempre y un día en medio de ciudades desconocidas nos preguntamos que demonios estamos haciendo allí, a que se debe tanto movimiento y empezamos a observar a nuestro alrededor y lo único que podemos sacar en claro es que estamos solos, y solos de nada nos sirve lo que vamos haciendo, porque entonces a quien le vamos a contar todo esto que nos sucede. Los tiempos desobedecen nuestros caprichos.

Rutinarias...cinco


La ciudad de Paris me parecía muy grande, llevaba mucho tiempo en el tren y cada vez que tenía que transbordar, sentía que el dolor terminaría por matarme. Llegue a la estación de autobuses, muy cansado y no solo eso, tengo que agregar que estaba confundido, pero me conformaba la idea de poder llegar más tarde a España, ya no importaba la ciudad pues había decidido regresarme en cuanto pudiera hacer efectiva mi reservación, pocas cosas me podrían detener en ese instante, mi deseo estaba lleno de miedos, de corajes, pero sobre todo de soledad, no era posible salir del entorno de toda la vida porque el miedo era mucho más poderoso que todos los razonamientos posibles o es que me preocupaba lo que la gente pudiera decir, Salí huyendo, no me merecía esa vida, no era justo perder todo lo hecho y de paso a los amigos a cambio de que los demás pudieran vivir bien, pero como puede uno saber en que medida las cosas son justas o no, como puede uno decidir como nombrar a las cosas, si nombrarse a uno mismo es de por si complejo. Pensé en pedir un pasaje directo a Barcelona, pero ningún autobús hacía ese recorrido, tendría que llegar a España por el norte, cruzar por el país Vasco, quizá por Bilbao, donde vivía uno de mis mejores amigos y de allí tomar la ruta hacía Barcelona, decidí que lo mejor era llegar a Madrid, al menos ya conocía la ciudad y podría moverme con cierta facilidad, no pensé en nada más y el autobús saldría en unas cuantas horas más, recuerdo que se tardaría por lo menos seis horas más en salir. Mientras estaba en la fila para comprar el boleto de ida y que no necesariamente implica uno de regreso, al menos en este caso no me interesaba ningún boleto de regreso, conocía a una mujer de unos 50 años, mujer que a todas luces mostraba interés en mí persona, ella decía ser de México, pero que sus abuelos eran familia de algunos zares rusos, la verdad es que me impacto, me hablo que cuando era muy pequeña la habían raptado en Acapulco y que la habían vendido con un americano(gringo) viejo y con mucho dinero, que ese americano la había violado cuantas veces quiso y que después de mucho tiempo de sus abusos la dejo de nuevo en Acapulco, donde antes la habían arrancado de los brazos de su familia, con ello, acabaron con el brazo protector de los zares rusos, con ello su historia se vio obligada a vagar por diferentes ciudades, en sus ojos se nota ese grito intenso, esas ganas de decir sálvame, pero quien era yo para intentar tirar el salvavidas, si lo que buscaba era eso precisamente, alguien que pudiera salvarme, aunque a veces creo que entre dos necesitados de esa salvación, quizá hubiera sido posible salvarse más rápido, pero la verdad es que no me atreví.
No solo era mi necesidad por ser salvado lo que me imposibilitaba, sino que juzgue por las apariencias, decidí que la mujer entrada en edad no me gustaba y con ello me llene de prejuicios, aun antes de poderla conocer en realidad. En la sala de espera estaba su hija, una mexicana porque según su madre ella era mexicana, pero que había nacido en Francia, la chica aún jovial, no mas de 23 años, despertó mi instinto animal, me ofreció quedarme en Paris, ella tenía un departamento en el barrio latino y si yo quería juntos podríamos trabajar con su compañía teatral, compañía que se encargaba de entretener a todo tipo de público. Por primera vez me sentí tentado, pero en la mirada de ella no se denotaba esa ansiedad por rescatar, más bien su grito venía de la mano de ganar experiencia, posiblemente todo aquello pudiera durarme algunas semanas, pero no había esperanzas, así que tome la decisión de viajar, ya tenía el boleto en mano, y el correo, como el número telefónico de esta chica, si algo salía mal, no sería mala idea buscarla.
En el autobús, nos fuimos de compañeros de viaje, la mexicana nieta de zares prusianos o rusos y yo, la verdad es que no entiendo aún la diferencia entre rusos y prusianos, no entiendo que diablos hacía un zar y porque sus nietas estaban en México o porque habían nacido en nuestro país, como tampoco entendía de las perversiones de un americano que pagaba porque alguien más se robara jovencitas y después regresarlas al sitio donde las tomo, solo que con unos años más y con un profundo dolor emocional, no entendía porque la vida me hacía extraños regalos, porque me tenía que encontrar con ella precisamente y cuales eran los designios o caprichos que encerraba el destino de existir, para ambos, sea como sea no me cuestione más y emprendí el más largo de mis viajes por el sur de Francia, y de haber terminado toda la ruta, quizá hubiera sido el más largo de mis viajes por toda Europa, pero algo me estaba esperando kilómetros arriba o lo que es lo mismo, horas después.

En realidad nuca logro dormir, es una especie de sueño raro el que me aqueja, suelo despertar mucho antes de lograr el sueño profundo, a veces pienso que vivo estresado, otras veces he llegado a creer que no puedo deshacerme totalmente del miedo, pero como no puedo estar seguro de lo que en verdad me sucede, me disculpo de mis malos hábitos diciendo que es imposible dormir con tanto ruido o con un colchón de tan mala calidad, no importa que el colchón sea de lo más caro y con tecnología de punta. Otras veces pienso que me volveré loco, pero eso nunca sucede.

Rutinarias...cuatro


Escuche mi nombre, tarde mucho tiempo para entender que se trataba de mí, no estaba ya acostumbrado a que me nombraran como antes. No tan solo es el nombre como nos conocemos todos, sino lo que nos da esa complicada identidad que arrastra con todas las historias y antecedentes. Las imágenes que podía tener, eran muy claras, imposible estar soñando, imposible creer que algo o alguien se había metido en mi cabeza para manipular la realidad que experimentaba. Me llamaron para decirme que no tenía caso seguir huyendo, que tarde o temprano toda la verdad sería revelada y que no bastan unos cuantos cambios para maquillar lo que fuimos y que debería cumplir con mis responsabilidades, pero qué son las responsabilidades sino otro invento, para justificarnos de nuestros errores. Escuche mi nombre a través de la línea telefónica, me dio por temblar y sentí asco, mucho asco y ganas de salir huyendo para siempre, de terminar con aquella situación que me persigue del pasado, me dieron ganas de gritar que no soy el otro que el mundo me confunde. Pensé que todo esto no es otra cosa que una cita que he aplazado durante un largo tiempo y que ya era tiempo de cumplirla. Del teléfono pase a las imágenes de un hombre que me amenazaba, que me leía mis posibles derechos y que por más que lo intentaba no podía ocultar su risa irónica, me desesperé y sentí como el dolor constante de mi cabeza se intensificaba y rasgaba todo su interior, su risa no podría ser más burlona; me pidió que me identificara, no le basto que le entregara mi credencial de elector o el pasaporte, me dijo que tenía dudas fundadas acerca de mi identidad, que alguien había chivateado, que me habían puesto el dedo y que del dedo precisamente obtendría la información que necesitaba para comprobar quien era yo en realidad, por supuesto que me hablo por mi nombre y se identifico como la persona que horas antes me había llamado por teléfono. Eso de las huellas no me pareció una buena idea, pero no podía demostrarle mi miedo, así que le dije que me mostrara una orden correspondiente para hacerlo y que además me explicara de que me estaba acusando. El hombre no me dijo nada, volvió a repetir mi nombre, se burlo abiertamente y me pidió que lo acompañara.
Saco dentro de un portafolios viejo, un sobre tamaño carta, de esos sobres amarillos. Me dijo antes de continuar, esto es para usted, quiero que lea, que se informe y si esta de acuerdo podemos seguir con nuestras vidas de otra forma le pediré por favor que me acompañe. Tenía un rostro frío, como si en el se hubiera instalado la eternidad. Toque el sobre, mientras un temblor se apoderaba de mí, no deseaba abrirlo, no sabía que esperarme, de alguna forma estaba sorprendido y lleno de miedo, como es que alguien ajeno a los secretos de la familia se había enterado, la traición tendría que venir de la familia, alguien dolido por mi comportamiento me había vendido, no se necesita ser Dios para ser vendido, como tampoco se necesita ser Judas para vender. Jugué un rato con el sobre entre mis manos, luego le pedí que me dejara por un momento a solas, solo así estaba dispuesto abrirlo. No podía pensar, el mundo y la historia empezaron a trasminarse por los poros invisibles del sobre amarillo, temblé como nunca e imagine había llegado el momento de afrontar todas las consecuencias de mis actos, sino era ahora, nunca más tendría la fuerza para hacerlo.
Lo abrí, no pensé en nada, no me propuse dejarme sorprender, era irracional mi actitud, podrían haber puesto una bomba o alguna trampa, no tendrían porque ser papeles que denotaran mi identidad ni la prueba irrefutable de lo que deje de ser, pero a cambio de todas esas consideraciones había una buena cantidad de hojas en blanco, y una nota entre todas ellas que decía, aquí puedes anotar lo que ahora eres y olvidar lo que dejaste de ser. Supuse que se trataba de una broma, que alguno de mis amigos no tenía nada que hacer y había decidido jugarme una broma, nadie más podría saber mi necesidad de ir escribiendo, pocos saben acerca de lo que en verdad me mueve, entonces como es que alguien me sugería que esas paginas estaban disponibles para mi historia, como es que alguien salía de la nada y me gastaba tal broma, busque de inmediato por todos los sitios posibles, no me había dado cuenta pero no estaba solo, me encontraba sentado en el aeropuerto de Paris, como había sucedido algunos años antes cuando empecé con esta nueva vida, frente de mí estaba la mujer hermosa que hace un tiempo había olvidado; sentí un resoplido en el cuello, mire a todos lados y esperaba encontrarme con alguien en franca huida, alguien que por su sonrisa pudiera delatarse, pero nada, la gente continuaba con sus rutinas de aeropuertos, mucha gente y en ese momento sentí tanto miedo que pensé que estaba por morir.
Me sentí inmerso en una soledad aún más profunda hasta las ahora experimentadas, el hombre e reconocía, sabía mis defectos, sabía de mis necesidades y de todo lo que deje de ser. Lo que antes había hecho no era tan malo, no por eso se va uno a la cárcel, al menos no hasta hace algunos años, ahora, con eso de que las leyes se aplican como mejor convenga ya ni se que se pretende. Regrese a buscar al hombre, pero en su lugar estaba una mujer, con el mismo portafolios y le pregunte por el tipo que antes me había entregado el sobre amarillo tamaño carta, ese sobre anónimo, pero que al parecer su contenido estaba dedicado a mí, él sabía de forma clara lo que me gustaba, pero sobre todo se había metido a mi interior y había escandalizado mis miedos, poca gente sabe donde están y lo que son en realidad. En ese momento no podía jugar a la idea de la duplicidad, es imposible que alguien me suplantara o que me conciencia estuviera reclamando por lo que deje de ser y de paso lo que deje de hacer. La mujer me sonrió, pero no me entrego alguna respuesta, así que en el ambiente reinaba el silencio y de pronto el escenario ya no era el mismo, y como entender que pasas de la sala de espera de un aeropuerto en Paris, a la casa de mi madre. Sin duda aquel mensaje oculto en el sobre amarillo, venía a exigirme que cumpliera con la tarea que había dejado abandonada, pero se trataba entonces de un sentencia que se logra después de un juicio, o se trataba de hacerme ver que estaba dejando de lado todo lo que había planeado para esta vida que no terminaba de empezar en lo que más me gustaba y que es el escribir, un reclamo o una sentencia, que extraños designios no tiene la vida como enviarnos mensajes en sobres anónimos y que sobre todo como entender su lenguaje más caprichoso.

Recordé los años de mi infancia, la falta de prejuicios me hacía libre y podía imaginar y contar cosas sin el temor de que alguien me dijera que estaba mal, recordé el tiempo en que las criticas no me destruían, eso sin importar de quienes vinieran, entonces por qué ahora, esas cosas sin sentido se apoderaban de mi imaginación y no me dejaban dormir, por qué ahora se vestían de una importancia que nunca existió, quise recordar en que momento decidí que deseaba ser escritor, si es que existe un momento para ello, me pregunte si es que algún día sería posible dejar atrás todos mis miedos y por fin hacer lo que sueño, pero todo ello metido en un ambiente desconocido.

Regresé en el tiempo, llegue al instante en que el hombre me entrego el sobre amarillo, pero esta vez no pude ver de forma definida su rostro, me grabe el olor que despedía pero no correspondía a ninguno de mis recuerdos, quizá era el cansancio, quizá era el haber escuchado tantas veces esa voz amenazadora al otro lado del teléfono o tal vez sea que nunca pude olvidar por completo a esa mujer hermosa que conocí en el aeropuerto de Paris y que me tuve que conformar con una sonrisa, porque ella no estaba dispuesta a rescatarme, como tampoco podría saber que mi mirada reclamaba un poco de comprensión, más que de amor, como podría saberlo ella si estaba a acostumbrada a que la vieran y a regalar una sonrisa para hacer más ameno el encuentro de miradas. Como sea regrese en el pensamiento y los recuerdos. Estaba yo allí, incapacitado, viendo las hojas blancas, cuando sonó el despertador y entendí que se trataba de una jugada del sueño y que tan solo era cuestión de tiempo, para que las cosas volvieran a esa supuesta normalidad. Desperté y dije que no podría dejarme vencer por los miedos ni por el tiempo. Tiempo. Entonces cierro los ojos de nuevo y por fin puedo dormir.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Rutinarias...tres


Todos los días me repetía que de tener una segunda oportunidad, sería otro. Un día pensé que de tener disciplina, podría ser escritor, claro que eso no es como tener piano y ser pianista. No importa, si tienes o no una segunda oportunidad en la vida, pues todo va cambiando sin importar el ritmo o el tiempo, así que esos sueños de la segunda oportunidad solo se transformaron en el inicio de las nuevas aventuras, en resumidas cuentas ya estaba caminando hacia donde quería solo que no me importaba en lo más mínimo la disciplina, después de todo terminaría por ser escritor, sin importar nada más. Por supuesto que para mucho gente lo que yo pueda escribir carece de sentido, pero no me importan los movimientos lógicos del pensamiento o si algo lleva una estructura, porque en realidad me gusta estar en contra de lo que todos hacen aunque mis historias pueden ser retazos de las ideas de otros y todo porque se me adelantaron, pero no i8mporta porque también yo las he pensado y eso es lo que en verdad me importa. No creo que pueda ser pianista de la noche a la mañana pero esa imposibilidad no es una necesidad de por vida, después de todo por qué tenemos que estar condicionados a caprichos que nos son ajenos. Los primeros instantes en Paris fueron catastróficos, de inmediato quise regresarme, mucha gente amontonada en el aeropuerto me hicieron entrar en pánico, allí no podría ser nada, debería partir desde la nulidad si es que desea que mi vida tuviera otro sentido, pero como darle sentido a lo que haces cuando no le puedes contar a nadie lo que res, lo que eras, lo que hiciste, sin quererlo, te tienes que poner una mascara de ladrón, una mascara de alegre, una mascara de buena gente y tienes que empezar a actuar y poner siempre buena cara, sin importar que lo que te digan o pidan no sea algo que tu quieras. La gente habla de tantas cosas, hablan de la virginidad, de los hombres que no trabajan, de los impuestos retenidos y de las recesiones económicas, la gente habla de la mala gente, de la que vive de forma amañada, pero todos sabemos que el que se amaña se apaña y no es una novedad. Me presente al mostrador de la línea aérea que me había llevado apenas unas horas a París, les pregunte si me podría regresar en el siguiente vuelo y sin dejar de sonreír la señorita que me atendió me dijo que por desgracia era temporada alta y si quería viajar a México o esperaba la fecha que ya tenía reservada o tendría que dejar pasar por lo menos un mes, pues los boletos ya estaban agotados, ni quien pensara en las recesiones económicas en esos tiempos. Así que no tenía más opción de seguir moviéndome, allí no había un buen sitio para mí, eso sin contar que el dinero se terminaría mucho antes de lo que termina un suspiro, las cosas en París, parecen tener costos muy altos, no por los 100 euros que te pueda costar la noche en un hotel espantoso, o 8 euros que cuesta el viaje en el tren o metro, ni por los 5 euros que cueste una botella de agua, sino porque en general la vida aprisa era la que me ponía en moviendo, esa vida de ahogos, de soledad, de aprensión y ahora pagar todo eso, es decir la misma vida pero quintuplicado sus gastos, sin duda me harían mover aún de forma más acelerada. No había opción, tendría que moverme.
No se muchas cosas del infierno, lo cierto es que este viaje, ya se estaba tornando agresivo, no dejaba espacios para sueños, por primera vez en un viaje tendría que actuar de forma fría y entender que del otro lado, de mi lado natural ya no existía un solo espacio para mi vida, que tendría que empezar a olvidarme de ello, de empezar a jugar con la agonía de los recuerdos e irme borrando paulatinamente a gente que ya quería para inventarle un lugar a nuevos amigos, pero siempre me he preguntado si eso es posible. El infierno si es que existe, desde ese momento lo traía instalado en mi cuerpo, en mis pensamientos, si es que se deben pagar las culpas, si es que uno para acceder a cosas mejores tiene que pasar por estas circunstancias, entonces ya había empezado a morir sin siquiera desearlo, estaba desesperado y como dije antes solo deseaba una oportunidad más, aunque me he preguntado desde aquel día para que la necesitaba.
Poco me falto para que mi viaje a Madrid fuera en una lata de sardinas, debe ser romántico cuando te imaginas una situación, pero la verdad es que el servicio en un país de los llamados de primer mundo dejaba mucho que desear eso sin contar que ya estaba acostumbrado a los transportes del tercer mundo, la diferencia no era grata y mucho menos para ser recordada, pero tenía que viajar.
Nunca deje de creer en mis sueños, nunca imagine que mi vida se pudiera terminar allí, estaba conciente que lo peor estaba aún por venir y que no existe nada más triste para una persona que el perder el nombre, sin importar las circunstancias que lo llevan a eso, pero por supuesto que nadie tenía porque saber lo que yo estaba viviendo, sin embargo tenía muchas ganas de contar lo que estaba por venir.

En la sala de llegada del aeropuerto en París, que dicho sea de paso, funciona como sala de salida, es decir, lo propio de una sala de espera, deseaba que algo sucediera. Acaso esperaba que alguien lanzara un salvavidas, pero que tipo de salvavidas se requiere en medio de tanta gente que planta muy bien sus pies dentro de la seguridad del concreto, que necesita una persona para ser salvada, acaso que suene una campana o es que todo lo que imaginaba carecía de sentido y sobre todo de utilidad. Pensé en la chica hermosa que había visto apenas unos segundos antes, soñé porque no existe otra manera de definirlo que ella se acercaría y me hablaría en un español tan perfecto que juraría nunca antes haber escuchado a alguien hablar así y que me preguntaría por lo que me aqueja, pensé que ella cancelaría su viaje y me ofrecería su vida, pero quien ofrece su vida de buenas a primeras, quien deja sus sueños por salvar a un desconocido, quien lanza un salvavidas así sin más, sin importar lo que pueda suceder, pero sobre todo quien deja de ser egoísta y piensa que hacer lo que le nace es lo correcto, sobre todo si eso le lleva parte de lo que es, supongo que nadie. Quería ser sorprendido, y cada moviendo e incluso una sonrisa me hicieron temblar como nunca antes, no me estaba enamorando, era muy simple, estaba muerto de miedo. Pensé que alguien me llamaría por el alta voz del aeropuerto, y que me dirían que espere un poco más, que ya están por llegar, que van por mí, que mitigue los miedos; por un segundo paso por mi cabeza llamarle a mi amiga en Lille, quizá ella podría rescatarme de todo este dolor innecesario que causa la soledad, y llevarse mi ansiedad muy lejos, pero no tenía derecho hacerlo, pues los amigos son una cosa y la necesidad es de cada uno.
Me acerque la oficina de información turística, me atendió una chica madrileña, para eso agarre confianza pues es muy cómodo, que te hablen en tu idioma, pero de eso a ponerse a soñar pues ya resulta imposible. Estaba gritando, necesitaba ser rescatado, poco podría hacer por mí, es de esas situaciones en las que te inmovilizas, no es solo el miedo, sino que se conjugan mil factores, pero se impone entre ellas la soledad. Camine de forma cansada a lo largo del aeropuerto, tenía que tomar un tren que me hiciera atravesar por el centro de Paris, quizá un par o tres transbordos, para después llegar a la terminal de autobuses, no era mala idea pasar el día conociendo las bellezas del lugar, el Arco del triunfo o la Torre Eiffel, se me ocurrieron tantas cosas y nunca pensé y eso por ignorarlo que podría dejar la mochila encargada en alguna de las centrales y entonces poder salir a recorrer la ciudad, la mochila pesaba como si en ella llevara toda mi vida. Me resigne a pasar de largo por la ciudad luz, no me importaba quedarme en un sitio con la intención de ser turista, debería recorrer el camino planeado hace apenas unos días, tendría que llegar al lugar planeado y establecerme, luego buscar trabajo, después vendrían los días para recorrer las calles románticas de Europa, el tiempo me iba a sobrar, al igual que me faltaría la identidad. La ciudad estaba ardiendo, nunca imagine pasar tanto calor en Francia, nunca imagine que me dolerían los hombros por andar cargando todo mi historia en un par de maletas y luego qué, a donde iría a parar, es decir, si bien existía un plan y otro plan por si este fallaba e incluso existía una llamada de emergencia para el peor de los casos, es decir el fracaso de ambos planes, nada era parte de la realidad, pues me estaba inventando la solución de mis problemas sin ser honesto y dejando que las cosas sucedieran solo si el azar intervenía. Estaba empapado por el sudor, me urgía salir del tren, me urgía abandonar las estaciones, necesitaba aire, me estaba ahogando. Afuera el calor no era menos intenso pero el aire corría, sin prisa pero corría.
El tiempo parecía no detenerse, mi sombra se proyectaba, mis prisas en aumento me alertaban por llegar a la estación de autobuses y tomar el siguiente con rumbo al destino, no podía darme el lujo de pasar al menos una noche en Paris, el dinero era desde ese tiempo tan escaso que gastarse algo fuera del presupuesto, representaba menos posibilidades de quedarse allí, el lugar que había escogido para mi refugio. Yo y el mío nos habíamos fundido en uno solo, al caminar no solo veía mi sombra o la de las mochilas, encaramado en mí, iba el señor miedo. Antes me divertía saltando mi sombra, se que a muchos les parecía una tontería; es muy simple saltar la sombra de uno, dejas que el sol te de de espaldas, entonces tu sombra siempre va delante de ti, por lo menos debes buscar una posición en la que sea así, entonces das un brinco y te pones en dirección contraria a la que antes tenías, un pequeño giro, pero sin que sea del todo completo, ciento ochenta grados, por así decirlo, y allí esta la hazaña, tu sombra quedara detrás y te digan lo que te digan la habrás saltado. Hacía mucho que no lo hacía y con tanto peso encima, lo que deseaba era descansar, Europa en franca huída es cansada, de otra forma es hermosa y única.

Rutinarias...dos


Conocer la belleza cuando te estas escondiendo, no es algo de lo que uno pueda privarse, porque lo que uno busca es no privarse de las cosas, y de la libertad de movimiento, esconderse, huir, salir de un lugar para tratar de rehacerse en otro es luchar contra la privatización de todo tipo de libertades y es quizá el momento en que nuestros sentidos trabajan al máximo, pues no dejan de estar alertas.
No había ido a Europa a refugiarme, fui a Europa a quedarme en ella, a poder darme el lujo de andar por allí con los pies descalzos, por supuesto que había soñado desde siempre con ello, no solo me llego ese sueño la primera vez que estuve y que desde ese momento me propuse que no sería la única ni la última vez, que me propuse que desde ese momento toda mi vida estaría encaminada a regresar y quedarme, así que ahora parecía llegar el momento, era el tiempo de quedarme en ella y con ella, aunque para las autoridades y para algunos amigos no estuviera bien tomada mi decisión. Andar allí, en esas tierras, me excitaba, no importa que estuviera huyendo de mi país, o que nunca más pudiera regresar, dicen que todo viaje implica un regreso, Ulises mismo tuvo que regresar, porque el había dejado a su amada a la espera, pero quien no deja nada de amores, a que regresa, será entonces cuando todos esos sonidos que hablan del amor ferviente por una patria, por un suelo que nos ve crecer, por una tierra que nos hace caminar en ella de forma libre se impone y nos hace devolvernos, primero con la mirada, después con los deseos para por fin arrastrarnos hasta que logra mezclarnos en ella, en esa tierra, en ese polvo del cual fuimos hechos, será que siempre terminamos por volver y que aquellos que se al parecer se quedan en un sitio sin ser de ellos, es porque estaban regresando y nunca fueron de otro lugar aunque unos documentos digan lo contrario, sea como sea, llegaría el día de volver, eso ya lo sabía desde el primer segundo, desde el instante mismo que salí de la revisión habitual de los agentes de migración. Cuantas veces no he preferido estar en otras partes, pero nada es como preferir y estar, experimentar la verdad de un lugar, dicha verdad vista desde nuestra experiencia, sin que nadie nos cuente, cuantas veces hemos deseado no tan solo vivir de sueños y nos aferramos a esperanzas que quizá no nos lleven a nada, pero la nada dicen que también es infinita, y es un mundo de posibilidades, la posibilidad de estar, de soñar, de hacer, de continuar día con día con todas las cosas que nos gustan o siempre hemos soñado, están allí metidas en la vida diaria de todos y en medio de esa nada. El mejor refugio esta en uno mismo, y más vale en la mayoría de los casos correr, no importa que terminemos por andar descalzos, pues es mejor andar así que no andar porque alguien le ha cortado las alas a nuestros pies y no solo las alas, sino los pies completos. Quién no huye, quién no se esconde, quién no busca de forma intensa a lo largo de su vida, quienes somos para juzgarnos o para destruir los sueños de los otros, los que a veces llamamos de formas ofensivas y creemos que son menos que uno mismo. Antes de huir, antes de tratar de esconderme por todos los rincones del mundo, pensé en tantos lugares, desfilaron por mi mente, Montevideo, Buenos Aires, Santiago, toda Italia, el norte de Francia, España y cada una de sus ciudades, pero al final de todos esos pensamientos sin sentido, siempre preferí estar en tu casa, en ningún otro lugar me podría sentir a gusto porque era inevitable ser un extraño, un extranjero, un desconocido que en el mejor de los casos sería confundido con un turista, pero que siempre daría el mismo sentir a los que son de allí, el de ser extranjero, en el que nadie pudiera reconocer su historia, y las historias que pudiera contar siempre parecerían fantásticas como sacadas de la imaginación, porque nadie entiende mejor tu mundo que tú mismo, porque la realidad tus historias así contadas siempre son para divertir a los demás. Decía que prefería tu casa, que no me importaban otras ciudades, pero la verdad, pues siempre existe la verdad, es que no habría dejado de sentir la misma incapacidad a tu lado y quizá estaría doblemente perdido. Llegue a pensar que el fuego de tu cocina era el calor necesario para sobrevivir, que no existía sitio más seguro que el de tus manos, que podría llegar y desordenar tu historia y que con mi voz perdería todo tu pasado, que mi habilidad me permitiría desordenarlo todo hasta perdernos en una fantasía que nos hiciera únicos y nunca más desconocernos y reconocernos en todas nuestras cosas, pero eso era un egoísmo a todas luces y la otra es que aún no estabas en mi vida, es decir, te puse muchas veces nombres y cuerpos ajenos, te pude en la voz de alguna mujer porque según yo esa era tu voz que me podría consolar y darme la paz necesaria para seguir en la conquista de mis pequeños sueños, conquistas que vista de forma objetiva solo son pequeños triunfos, pero con la característica de que me pertenecen. Desordenar tu voz hasta perdernos en ella.


Así que ahora, en la suma de todos estos días, sentado siempre en la misma silla y con días en los que reviento porque no soy capaz de hacer nada, así que ahora en medio de todo este mundo de rutinas, en este mundo donde cada uno cree y piensa que lo mejor es intentar todo lo que uno imagina y cree, donde los sueños pueden adquirir todas las formas posibles y donde hasta lo inimaginable es posible, me pongo a recordar por lo que he pasado durante algunos días de mi vida, cuando te estaba presintiendo, cuado aseguraba tu existencia, pero no tenía la más minima idea de quien eras, ni de cómo eras, ni siquiera a que estabas dispuesta. Te confesé que te puse en otras ropas, en otros cuerpos y otras voces, incluso, llegue a pensar que mi vida sin esos cuerpos, sin esas voces, sin esos espacios, serían mi fin, que estar sin ellos equivalía a estar muerto, llegue a pensar que tenía que tomarme el papel de Fauno muy en serio y hacer cada uno de mis necesidades en mis Ninfas, que esos cuerpos y esos ojos, que esas danzas amorosas, o eran otra cosa que la tarea de mis Ninfas, confieso que estaba equivocado, todo era parte del camino amarillo, ese camino en partes destruido, pero que me traerían hasta ti, llegue a pensar que nada en la vida tenía sentido, y todo porque estaba huyendo, ahora no de las leyes, sino de mis miedos, y la mejor manera de vencer es afrontar, pero no quería reconocerlo.
Soy un personaje hibrido. Muchas veces me han pedido la hora y ven que en la mano no cargo un reloj, aunque no les hago notar la ausencia de ese utensilio medidor y tampoco les digo lo que pienso acerca del tiempo, solo digo desconocer el precioso momento en que alguien tiene esa necesidad, pero que de seguro solo han pasado algunos minutos desde la última vez que tuvieron conocimiento del tiempo preciso en que vivimos. Estoy hecho de sueños y de miedo, consumo todo lo que esta a mi alcance pero mi dualidad siempre me trae problemas. No puedo ser de otra forma, es una gran necesidad, se que tú puedes entenderme, se que tienes esa capacidad de descifrar los sueños y no solo eso, sino que sales por ello, los cazas y no dejas nada a la suerte, porque estas seguro que nada de eso existe y me haces fuerte, así que ahora soy un hibrido fuerte y pienso que si algún día alguien me pido lo que no tengo, le diré que no se lo puedo dar porque no es mío y que solo puedo ofrecer lo que tengo, a ti te ofrezco amor, porque es lo que tengo, pero tú me lo regalaste antes.

Rutinarias...uno


Todos los días bajo el mismo espacio; en casa la misma silla porque domar a otra se complica, fuera de ella, la mirada baja, no sea que por mirar alto puedas molestar a alguien y acá no se andan con tientos. No crean que ando buscando, pues no existe mucho que buscar, me refiero a las cosas, los objetos por los que mucha gente muere, en el fondo, qué es la vida sino tiene ese sabor a búsqueda, no se trata de ir al súper mercado o cruzar al otro lado, para comprar, todo el tiempo es comprar y en pocas ocasiones se hace algo diferente, pocas te llaman y te dicen que debes ver en el cielo pues cuatro aviones gigantescos van dejando una enorme estela y te preguntan y te preguntas para donde diablos van y que estas haciendo acá, abajo. Muchos viajes terminan con la historia del consumismo, viajes de y por compras, otros tantos son para dejarse sorprender, para caer atrapado por los encantos propios de un lugar, que para los que allí viven se vuelve rutina y no representa más que la mismas calles, los mismos ruidos, la misma ansiedad. Con esta idea de lo viajes, recuerdo uno de los pocos lugares que he visitado. Mi llegada a Barcelona, fue accidentada, desde el mismo tiempo de partir. Estaba en casa de mamá cuando reserve el boleto, lo más económico posible, además de ser una buena opción para conocer, era Paris, así que porque no. Compre el boleto por alguna página electrónica de alguna línea mexicana que hace esos viajes. En esos días estaba muerto de miedo y no de emociones, mi comportamiento en general me estaba expulsando del país, pues no deseaba pasar una larga temporada encerrado, no deseaba perderme del mundo, de disfrutar de mi constante ambigüedad, ansiedad irrefutable que me fue carcomiendo durante todo el trayecto. Ha viajado mucho, algunas veces antes ya había estado en Europa, pero siempre como viajero, nunca con ganas de quedarme o mejor dicho con la necesidad de quedarme y eso si, nunca había estado como turista. Se me hizo eterno el viaje, no pude dormir durante todo el trayecto y la llegada a Paris, no solo fue impactante el ver desde el aire una gran ciudad, sino en ese momento me aterrorice aún más, pensaba que quizá para estas horas, ya estaba boletinado como un delincuente de alta peligrosidad o que incluso me hubieran catalogado como indeseable en cada uno de los país que pudiera visitar. La estancia en el aeropuerto de Paris no fue larga, como sea pude vencer las barreras del idioma, y me fui moviendo hasta estar en la estación de autobuses, donde según mis planes debería irme a España, la primera ciudad que se me vino a la cabeza fue Madrid, por lo menos estaban allí algunos amigos que había hecho en la visita pasada, y uno de mis primos, que sin afán de ofender, no me despertaba el más precario de los sentimientos, pero necesitaba esconderme, de ganarme la vida, de conseguir el preciado alimento, sino era yo parte de la historia.
En Paris, los agentes de migración no me sellaron el pasaporte, lo cual se convirtió en el primer gran error de este viaje, sin sello de entrada, sin el boleto de regreso a la mano, ya que los boletos electrónicos solo se imprime la confirmación y yo con todos mis miedos olvide hacerlo, estaba metido en un gran lío si deseaba moverme, lo único posible era vagar en toda Francia, pues la situación así se prestaba, no existía inconveniente en ello, pero me sentía vulnerable en esas tierras, no se prestaba a la comunicación, ellos con su idioma que se dice romántico y propicio para el amor, me hacían pensar que se trataban de conspiradores cuando se referían a mi persona o me regalaban un saludo. Uno puede creer en esos momentos todo lo que le digan, por teléfono me habían dicho hasta el día de mi muerte, las amenazas venían con cada timbre, con cada persona extraña que se acercaba por la casa, con cada noticia vista por la televisión y por cada nota descifrada en el Internet, todo estaba en contra de uno y uno se creía a pie juntillas ese de ser el peor rufián de este mundo. Daban ganas de detenerse, de ofrecerles el cuello para que esos depredadores nocturnos dejaran de herirme poco a poco, pero según llegue a creer lo único que podía ofrecerles eran mis muñecas y dejarme de miedos, pero luego te dicen que en la grande, las cosas van peor, que allí esta la escoria, asaltantes, voladores, asesinos, en fin, el panorama no presentaba en si el mejor de los escenarios, más bien daba tintes de una vida en camino de su perdición.
Por supuesto que siempre pensé en que mi historia era única, pero la realidad siempre es diferente a lo que uno cree o sueña, la realidad es un mundo aparte y para la gran mayoría resulta ser irreal, inaccesible, y por tanto en mucho de los casos hasta ridícula. Siempre me decía que yo era un Fauno, a ciencia cierta no puedo decir, si por aquello de que se son semi Dioses, o más bien por la idea de sus Ninfas, dicen que en sus espacios habitan hermosas Ninfas que le alegran la vida, como si un Fauno fuera un ser triste, pero siempre he creído que son enigmáticos, que guardan un gran secreto, que están pendientes de la vida de los hombres y que no dejan su vida a la deriva, que están llenos de conocimientos de la vida e historia de este nuestro mundo, la idea de ser un semi Dios, te lleva por descontado a la idea de ser un demonio, aunque no del todo, es como un paso intermedio. Muy en el fondo estaba conciente de que no podía ni puedo ser un Fauno, no crean que es por falta de sueño o de capacidad para imaginar, pero mi gusto por las Ninfas solo se atribuía a sueños de seductor, pues a la hora de la hora siempre termina por imponerse mi realidad y mi condición de lealtad, por otro lado, el mundo real, no tanto el mundo de las obligaciones, sino el mundo que grita desde un estomago vacío o un dolor intenso de cabeza, te trae sin prejuicio alguno a tu realidad, a ese mundo que despierta antes que el sol y que se termina a altas horas de la noche, porque no existe otra forma de concebirse, porque si bien el ocio es la madre de todos los vicios, la necesidad no permite paternidad alguna.
Cierto es que deseaba conocer el limite de mis destierros, que si ya me había ganado el titulo de rufián, me era necesario conocer más allá de mis limites anteriores, aunque el miedo, es un instrumento que no te deja avanzar ni siquiera un paso más. Añadido a los sentimientos, estaban la soledad, la ausencia de sueños, me refiero a esos sueños de ser parte de la historia de alguien más, esa necesidad, de quitarle la orfandad al amor, tener una amante enamorada y enamorarse de ella, tener esa capacidad de verme en sus ojos y contarle las cosas que me han pasado, lo que pienso, lo que deseo, esa necesidad que quizá todos tenemos pero que negamos desde el corazón, como si al reconocerlo, los seres mitológicos adquirieran nuestras formas y estuviéramos cegados al conocimiento de la vida, cíclopes que nos confunden y un cuerno enterrado en el corazón, pudriendo nuestra inocencia y desechando el amor, porque no somos capaces de encontrar las ganas de amar en nadie más que no este en el recuerdo, que dicho de una forma grotesca no es otra cosa que nuestra incapacidad para razonar, me arrepentido de la mala palabra y la dejo para líneas futuras, es como tener un as bajo la manga que solo puede salir en un momento de verdadero apremio.
La cosa en Paris no se tornaba compleja. Era temporada de vacaciones, el aeropuerto estaba a más no poder, lo primero que pensé al salir de la zona de migración, no tenía nada que ver con viajes o aventuras futuras, estaba enojado, nunca había tenido necesidad de salir huyendo, entonces estar allí no representaba un largo viaje por gusto, sino una necesidad inevitable si es que deseaba seguir libre, lo cual es aterrador. Me senté en medio de la sala de llegadas, sobre una gran maleta verde con dibujos de Mickey Mouse, era mi primera acción de rebeldía, me puse a hurgar entre la gente, pero estaba por decirlo de alguna forma, en medio de una gran colmena y las abejas no dejaban de mover sus alas y solo escuchaba el murmullo de voces, el batir de las alas y el zumbido, un ruido que me fue dejando sordo, que agudizo otros de mis sentidos, pero que sobre todas las cosas me regalo una visión que quizá nunca más volveré a tener. Allí, en medio del aeropuerto de Paris, descubría por primera vez la belleza, el símbolo máximo que los humanos buscamos por todos los tiempos de nuestra vida, la belleza vista según nosotros de forma objetiva, pero como depende de los ojos de cada observador, pues se torna subjetiva, una belleza que no contabilizaba tiempos, una belleza que podría durar lo mismo que la vida o que al verse agredida por el constante movimiento de lo que llamamos tiempo, fuera perdiendo brillo y su paso no solo fuera efímero sino marchito, pero la belleza trae consigo más belleza, es como si de pronto todo pudiera multiplicarse, todo pudiera reproducirse en cantidades nunca antes vista y mucho menos imaginadas. Pero con todo y ese mundo de bellezas, París no podría ser lo que hasta hoy sigue siendo, un lugar ajeno, un mundo lejos de nuestra verdadera pasión, sin importar que los enamorados y los mexicanos soñemos mucho con ello, eso quizá se lo debemos a Don Porfirio Díaz con alguno de sus asociados que hasta al día de hoy hacen que sus caprichos sobrevivan, Paris la ciudad luz y del amor, el amor que esta en cada uno de nosotros, por qué salir entonces a buscarlo, aunque estar allí es algo extraordinario, sobre todo si lo haces olvidando que puedes ser turista, siempre es mejor andar como viajero.

viernes, 6 de marzo de 2009

Pensamientos corrientes...


Cuando los sueños me rebasan,
se me complica la realidad,
luego tengo ganas de tu sexo en mi boca,
de tus senos en mis manos, y
de deshacerme de estas notas;
me excita el saber que no traes ropa interior,
me encanta coquetearle a tu ansiedad,
esa ansiedad que te produce
el placer de entregarnos a la brevedad.

De mi cobardía mejor ni te hablo,
me espanta que grites,
que llores o me desconozcas,
me espanta que de tanto placer
me confundas y pienses que soy otro,
el otro que jamás supo entenderte,
me espanta que en tu desnudez quieras confesarte,
que el sexo te atrapa, que la soledad te deprime,
que eres cobarde entre lunes y martes.

Me asusta la idea de irme a dormir
en aquella soledad patente, lejos de tu cuerpo,
cerca del frío pasado, pasado
que no se consume de viernes a sábado;
de las noches en vela, mejor ni hablar,
porque en ellas se pierden las locas
aventuras que el sueño ha de regalar.

De lo relativo, de lo complejo, del cóncavo o convexo,
solo por darle forma a las historias soñadas,
es como no saber si hace frío en el ambiente,
es como creer que las sensaciones para todos es lo mismo,
cuando lo relativo es importante, cuando
lo complejo forma parte de esta realidad diaria, sin embargo
lo cóncavo o convexo es según se mira.

La vida siempre esta por irse, quien llega es la muerte.

Cuantas noches más he de soñar contigo,
cuanto más nos arrancara de la desnudez
de nuestros cuerpos esta temible soledad,
soledad tramada por las distancias,
soledad de lunes a viernes y los sábados para descansar.
No quiere ser el platillo de otras camas,
la carne de gustos exigentes o paladares fáciles,
no quiero entregarme en orgasmos involuntarios o
orgasmos por encargos para que alguien más
pretenda la mal llamada inmortalidad,
no quiero ser el platillo de comensales furiosos,
de mujeres que no tienen sueños,
de cuerpos destruidos o de manos deseosas de probar su libertad,
quiero andar desudo, sin preocuparme por nada,
porque las noches a tu lado me han liberado.

Me niego a los antojos, a los ojos
que juzgan en nuestros cuerpos la dieta soñada,
me niego a los que confunden la amistad con el sexo,
a los que creen que por una sonrisa
les debemos el cuerpo,
me niego a estar en sus camas,
me niego porque solo se me negar,
pero de saber otras mañas, segura las usaría,
me niego a seguir dejando versos olvidados,
me niego a darle importancia a las demandas de otros, o
si les gusta o no lo que aquí describo,
me niego a que nuestras carnes
sean el platillo exquisito de excéntricos cazadores,
me niego a estar en la vida con las manos vacías
suficiente huecos ya existen en ellas
como para quererlas hacer aún más hondas sin que se hundan.

Todas las noches estoy contigo,
no solo te sueño o te muerdo los labios,
nunca me confundo o me lleno de miedo,
no tengo necesidad de prender la luz
para saber que eres tú,
no tengo necesidad de decir tu nombre o gritar que te amo,
todas las noches te sueño,
me empapo en tu cuerpo,
mientras que afuera el aire sopla enojado,
como queriendo desprenderse de la lluvia,
como queriendo coquetearle a la luna y
su furia sea para arrear a las nubes
que se interponen en la sonrisa del amor deseado.

Cuídate de los amigos que quieren tu cuerpo, de
los que se nombran de mil maneras
para salvaguardar sus dotes de Don Juanes,
no creas es sus bondades incipientes, pues
lo que traen ardientes, lo ocultan bajo
calzones de algodón blanco,
aunque algunos usan nylon que se meten
por caminos equivocados; de esos mismos
me cuido yo, pues creo que dentro
del mundo globalizado, no importa
si el cazador o el cazado es hombre o mujer,
lo importante es haber cazado.
No te dejes seducir por encantos disfrazados,
no es posible soportar una lengua erecta,
cuando se tienen ganas de eructar el pasado.

miércoles, 4 de marzo de 2009

confrontaciones uno...


Identidades.

Al igual que yo, ellos también tienen miedo. La diferencia es que salen armados a la calle y al parecer gozan de cierta impunidad, ¿pero quién es impune ante la muerte?, ella no distingue para quién trabajas, o si traes o no un arma; luego ellos apelan a la salvación, a un mundo alejado del infierno, que en eso ya no nos parecemos. Dicen que matan en nombre de una Santa, que se percinan después de hacerlo, que van a misa y tienen hijos, que son normales cualquier otro; algunos veces sus rostros me sugieren el rostro de los amigos del pasado inmediato, incluso les pongo su voz o sus miedos, todo es igual, por lo que bien pudieran ser alguno de ellos, solo que cada uno se dedica a diferentes cosas, y entonces ya nada es igual. Pienso que la solución no esta en irnos amenazando unos a otros o pretender que nada pasa, la solución no esta en ver como golpean a uno que desea hacer su vida en esta ciudad o que nunca tuvo tiempo para salirse y ahora los años le pesan, no se trata de ver como caen ante nuestros ojos, esos seres mutilados o castrados y que cuando llegan al suelo ya van inanimados, la idea es salvarnos todos, no apresurar los pasos y hacer una vida más intensa, no se trata de que nuestros hijos se queden en casa y empiecen a maquilar su planes de cómo hacerse ricos, de cómo llenarse los bolsillos de dinero fácil, de ese dinero que se obtiene con solo estirar la mano, la opción no esta en hacer un mundo mejor a costa de los silencios y de pagar para estar protegidos, porque sin esa protección no somos otra cosa que un montón de miedos manipulados.

Ellos también ríen, se enamoran y de seguro tuvieron una madre que dejo su vida en una de tantas maquiladoras o fue violada por un patrón sin escrúpulos o un día esas madres desaparecieron o si fueron encontradas estaban muertas, ellos o ellas que ahora se estila así, han querido pasar desapercibidos de una vida de esclavitud, aunque esta forma de esclavitud moderna no sea reconocida como tal. La enfermedad de nuestra sociedad no viene tan solo de la falta de la educación, o de la ambición constante en la que caemos todos, sino que viene del deseo de tener dinero, de vestirse con ropa de marca y traer por toda la ciudad una troca muy grande y cara, pero más cara que grande. En el fondo no son malos, es la agresión de su entorno, es su medio el que los obligo a comportarse así, de otra forma andarían por las calles rogando por un peso, no los justifico, solo quiero hacer notar que no hacemos nada por ellos y son también nuestra sangre, no podemos dejarlos en el olvido, no podemos creer que con legalizar el consumo de ciertas drogas, el problema estará resuelto, pues no es un problema de consumo o de poder, se trata por así decirlo de una situación de supervivencia y los modos de vida se cambian según sean las necesidades, eso lo sabemos desde hace ya algunos siglos.

Algunas veces te topas con ellos en las calles, pero que puedes hacer sino es sonreírles, ni modos de amenazarlos o de juzgar sus vidas, uno no tiene el poder y el que lo tiene es para eso, para no ser juzgado. Claro que muchas veces el miedo es tanto que te dan ganas de no salir de noche y en ocasiones ni siquiera deseas salir de día, están por todos lados, en una esquina quizá venden tacos o manejan un taxi, quizá son los dueños de un importante negocio o todas las posibilidades posibles, son hombres maquina, hombres paredes, hombres águilas, hombres prostitutas, hombres enfermos u hombres sanos, todos los años tiene hijos que dentro de poco ocuparan su lugar, pues dicen que estos puestos se heredan, y aunque no fuera así, de no existir más fuentes de empleo o mejores empleos que no tengan que ver con maquiladoras, la cosa no será diferente durante mucho tiempo. Por su puesto que los del otro lado, los que tienen el otro poder dicen estar en una lucha frontal contra ello y los vuelven más agresivos, muchas veces se enfrentan en las calles, se vuelven más que valientes y se lanzan balas como lanzarse piropos, no importa quien las tome, no importa quien caiga, el negocio debe seguir los hijos deben de comer y las madres ya no son recibidas con tanta facilidad en las maquiladoras pues ahora son conflictivas y son muchos miles las que trabajan allí, y los hijos que s quedan solos, les dejan una pequeña pistola para que vayan entrenando.
Somos iguales es cierto, solo que algunos eligen el bando en el que quieren actuar y algunos más no tienen opción, sea como sea un día nos tiene que llegar la muerte a todos, y solo en ese momento si podemos identificarlo, quizá lloremos de miedo o aullemos de dolor y quizá en ese momento nos de por pedir para que alguien rece por nuestras almas y nos salvemos del pecado y de los muertos que llevamos encima.
Todos sabemos que es lo que pasa, pero insisto que la solución no esta en escribir acerca de ello, tampoco es solución creer que atacando de manera frontal los vamos a exterminar, que enfrentando a uno pobre contra otro pobre el mundo estará mejor, solo que uno tiene permiso y el otro se mueve dentro de un entorno criminal, la necesidad es la misma y no importa de que lado estas si logras sobrevivir al día con día, no importa si tus hijos se condenan a ese destino irremediable que nos trajeron la maquiladoras a su llegado, quien iba a pensar que lo que hace algunos años fue un sueño, una esperanza, al pasar el tiempo se convertiría en nuestra constante pesadilla y con todo y eso somos iguales y andamos por las calles llenos de miedo, porque somos tantos y ya no sabemos lo que cada uno desea, lo que cada uno trae escondido en la cintura o debajo del asiento y no importa si alguien nos ve, pues ya aprendimos a guardar silencio y preferimos que lloren en la casa del extraño a llorar en la nuestra…