lunes, 25 de agosto de 2008

Sueños...

“¿Puedo clonarte, para luego casarme con tu clon?”

Ponerse a pensar en los ciclos, en este tiempo no tiene mucho sentido, las soledades, son otro asunto, ahora, lo que impera son las historias compartidas. Hace algunos años que empecé la supuesta tarea del auto-aprendizaje, en esta tarea de letras, cuentos y otras aventuras, llegue a suponer y eso de suponer, se me da con facilidad, quizá sea porque no cuesta nada; pues bien, supuse que había ganado muchos conocimientos en cortos espacios, hoy en día la única realidad me dice que estoy muy lejos de ese punto que me había trazado, lo cual por un segundo me desalienta, pero ese desaliento se convierte en el motor de movimiento, en ese deseo de aprender en realidad, de comprometerme aún más, sin importar si esta tarea se lleva todo lo llamado vida. Estos son esos días en los que estas desnudo de todo, la situación con el disfraz, con esa ropa que te protege de que las hormigas o que los moscos no lleguen con facilidad hasta tu piel y de allí morir aplastados, no es la más compleja. La desnudez para el proceso creativo, esta inercia en la que me sometido después de unos días de pasión por las playas mexicanas, un re-encuentro con una bahía preciosa al sur del estado de Oaxaca, pero sobre todo la compañía diaria, me hace olvidarme en gran medida de mi tarea y del proceso creativo, inspirando sin duda otros procesos creativos, en los cuales, hasta hoy no tengo deseo de adentrarme. Así que verdadera desnudez, la carestía real, va de la mano, de ese abandono por las letras y como si siempre que me pasa, me pregunto donde esta el botón, que me permita encender ese proceso y cuanto tiempo dura en cargarse este sistema, en fin todo es parte de un complot de mis palabras que juegan a la ausencia y para mí dicha ausencia es como ir muriendo.

En ocasiones busco amigos que me regalan una idea, un nuevo aprendizaje, una situación que me haga pensar más allá de la rutina. Este lugar, me parece propicia de tierras semi-desérticas. Uno esta obligado a cruzar ciertas líneas, a hurgar en las líneas limites de los demás para no vernos traspasados, pero al mismo tiempo nos vamos, ajustando a todo tipo de necesidades, hasta hoy, lo único que me hace falta es cruzar la línea que divide las fronteras entre este y el país de a lado. De este lado, desde esta orilla, observa de forma deprimente que los mexicanos carecemos de eso llamado costumbres, no imitamos a nuestros abuelos, sino que preferimos las papitas y las hamburguesas, nos comemos, nos tragamos y nos dejamos arrastrar por una serie de ritmos o situaciones de vida que no nos pertenecen, añoramos ese sentimiento de una vida mejor que se logra con tan solo cruzar la línea, no importa si para ello debemos estar de forma ilegal o nos comprometemos con esa otra parte de mexicanos que en sus documentos de identidad dicen ser del otro lado. No vamos conquistando la otra orilla , ni mucho menos recuperamos lo que anteriormente fue nuestro, lo cierto es que añoramos, envidiamos incluso la vida del otro lado y dejamos que nuestros sueños sean también fronterizos, con carreteras súper lindas, con gente que respeta un alto o limites de velocidad, pero todo basado ene l miedo. Al menos de este lado podemos tener la libertad del miedo y hacer con ello lo que se nos venga en gana. Lo que duele en realidad es ir perdiendo los espacios, la identidad, las costumbres, dejar que nuestros hijos se vuelvan medios y menos, que hablen con facilidad un idioma y que piensan de forma mutilada, que un día se puedan expresar ambiguamente porque no fuimos capaces de hacerles entender que de este lado también tenemos mucha riqueza. Algunos a todo esto le nombran atavismos, yo creo que no es otra cosa que la realidad confrontada ante nuestros miedos. Pero todo este sentir, será acaso un mal fronterizo o es que daña al resto de la gente de nuestro país. Sueños, locuras, crímenes, sentenciados a muerte, adaptarse, no existe más si se desea ser traspasado por una línea que según hemos llegado a creer es la diferencia entre vivir bien o no vivir. Pinché país de mierda nos decimos a diario, pero sabemos acaso cual es la realidad del otro lado y es que es posible irnos a vivir a un lugar sabiendo que un día todo ese sueño se puede acabar.

Podemos sin duda pensar en tantas otras cosas, soñar que el mundo podría tener mejores consecuencias sino existieran las gentes que todo lo pueden vender, que si deseas estar en un lugar te falsifican una papeleta migratoria, que si resides en otro país con unas cuantas monedas ya eres otro y dejas de ser lo que antes eras porque todo ese parecía insignificantes, la pregunta es cuanto cuesta la dignidad, la identidad por menos de cien euros la puedes comprar, claro con antecedentes y todo, incluso hasta con trabajo, pero la individualidad, las costumbres, los buenos modelos, los sueños, esos en que esquina se compran. Es muy fácil huir, dejar en proceso de construcción lo que somos, lo que en verdad queremos, es simple tomar las pequeñas cosas que podemos tener, casi todas materiales y disfrazarnos, volvernos títeres de un sistema, de un medio de producción, como también olvidarnos de nuestra individualidad y capacidad de sentir, es muy simple convertirnos en arrogantes y mostrar lo que no somos y perdernos de los sentimientos humanos, porque esos al parecer estorban, es muy simple regalar cosas para solucionar un problema y no solucionar nada, es más sencillo mantenernos callados porque el silencio no contamina, sino que convence que todo esta bien. La tarea no consiste en dejar de cruzar esa línea de las oportunidades y riquezas condicionadas a la misma libertad, como tampoco tiene sentido cruzarla para encontrarse con una condena de muerte o lo que es lo mismo, servirle a extraños en sus guerras inventadas que no llevan más que a la venta descomunal de armamentos y de tecnología necesaria a las post guerras, como tampoco es correcto quedarnos en casa, viendo como nuestro sistema se encarga de erradicar la pobreza de todas nuestras calles o ciudades importantes, relegándolas a comunidades lejanas y solo ellos estando allí pueden saber que es lo que pasa, pero si imaginamos un poco, de seguro la pobreza será erradicada, no se trata de arrojar unas monedas para resolver el problema durante un día o varios de estos, porque esa gente sigue creciendo y teniendo mayores necesidades, se trata no de erradicar los problemas como si fuera un cáncer, sino de cómo hacerle para que sean ricos, y preguntarnos que hacemos con ellos. Quizá este sueño sea más complejo que la idea de vernos traspasados por una frontera y que nosotros la atravesemos a ella. Faltan sueños, verdaderos sueños y no deseos de cruzar a diario a un destino que no nos dice nada.

martes, 5 de agosto de 2008

Pretextos...


Puedo debatirme entre tantas cosas, en el mundo de los recuerdos y todas estas acciones sin causa. Tengo presente la despedida más intensa de mi vida, lejos de ser por un amor falsamente construido o por la mujer que según yo, estaba perdidamente enamorado, fue por alguien que decía ser enemiga del romanticismo, pero que me rescataba cada que me veía en peligro, a veces creo que fue la primer mujer que creyó en mi, me refiero a mi situación tan compleja donde lo que más encontraba eran caras largas y uno que otro gesto de despedida sin más que decir. No tengo claro el tiempo, pero si el gesto y el beso, al igual que ese sabor extraño de una condena, la condena misma que surge cuando te despides de alguien para siempre, contrario a estar muerto, aquí las posibilidades con todo y los latidos de los amigos, se ven aminoradas y por alguna razón ya sabes que nunca más se volverán a encontrar. Soy amante de las estaciones de ferrocarril, en una de ellas nos despedimos, ya no se ni cuantos cigarros te fumaste y si en ese tiempo fui capaz de dejar escapar mis pensamientos, en verdad esta conmocionado, me negaba a dar un paso atrás, pensaba que no era justo soñar durante todos los días de mi vida con un lugar y cuando estuve allí no tener la fuerza para quedarme, pero las cosas por acá no estaban nada bien, y entonces me mantenía con una doble situación, la de afrontar todos mis problemas por un lado y los lazos sin sentido que me seguían atando a una condición de dolor que no era el mío, pero que de cualquier forma me remitían de nuevo a este espacio del que siempre tenía muchas ganas de huir. Acá las paredes son grises, el mismo ambiente impone sus tonos y siempre me parecen propicios para la depresión.
La tierra, tu tierra, no era del todo diferente a mis realidades, pero no tenía sentido estar en medio de la nada, con amigos prestados o una cama donde los dos podíamos convivir perfectamente e incluso con nuestros cuerpos que podrían acoplarse a la perfección, nada de eso era parte de mi interés, ni siquiera la idea de ser parte de los servicios de una sociedad que según pasaban los días se me tornaban agresivos. Así que tu tierra, al igual que la mía tiene piedras y aunque muchas veces alegamos acerca de la pobreza y el estado en que estamos sumidos en esta Latinoamérica, debemos reconocer que también puedes encontrarte en la tuya a gente en estado extremo de dependencia de las dadivas de los demás, es decir sino abunda la pobreza, por lo menos existe. El caso es que todo formaba parte de nuestros planes, de nuestras huidas, cada uno estaba dispuesto hacer lo que fuera necesario con tal de saldar todas las deudas contraídas con los sueños y por tanto nuestra despedida era y sigue siendo inevitable. Pienso que si un día volvemos a vernos, no será con tanta alegría, ya me paso con ese amor que una vez te conté, me lo inventé para sobrevivir, para salir a flote porque no se nadar, me lo inventé en la necesidad misma de sentirme vivo y creo que ella me invento para satisfacer su ego inmediato, quizá me consideraba inteligente, capaz de no se cuantas cosas, pero en el fondo, solo podría ser ante sus ojos un gran imitador. Cuando ella y yo nos volvimos a ver, yo deseaba que eso nunca hubiera pasado, que las cosas estaban bien allí, con una especie de esperanza, llegue a pensar que era demasiado temprano para sepultarlo todo y salir a buscar por una situación que quizá estaba lejos de todas mis perspectivas, pienso que estaba equivocado en cuanto acelerar lo inevitable, pero con ello no se cuanto me arrebate de vida, ello, no significa ella. Así que a la hora de enfrentar todos nuestros temores, de nada sirve creer que la experiencia adquirida sirve de algo, todo se agrupa para confabularse en nuestra contra y empezamos a escupir palabra tras palabra con el fin de liberarnos de todas nuestras culpas, cuando en el fondo nadie nos ha nombrado culpables, luego nos da por inventar situaciones especiales, hablamos de los demonios, del anonimato, del estrés y sus consecuencias para las funciones del estomago.
El último día te veía con ganas de gritarme que me quedara, luego ese beso tan espontáneo, tan de ti, que me invitaba a tantas cosas, por primera vez en todo el tiempo que estuvimos juntos pude notar tu desesperación y tu verdadera sensibilidad a las cosas, tus miedos, tus ganas de salir huyendo, o de tomar la mochila y venirte conmigo, eras en realidad la primer persona que creía en mí después de todo alboroto por unas cuestiones que no tenían en lo más mínimo el valor de la vida, pero espantado eso poco importa. Subí al tren sin mirar hacia atrás sabía que ya no estabas, pero tampoco deseaba bajarme y correr a buscarte, las cosas no atienden a un destino, sino a la realidad misma, desde ese momento cada uno agito los brazos para sacarse de encima tanta ansiedad y tanta necesidad de reencontrarse; no volver jamás, olvidarse de esos sueños que van de la mano con el pasado, enterrar incluso hasta el eco de tu sonrisa, parecía grotesco, pero con el tiempo no fue tan imposible, mientras sigue rondando por mi cabeza, el olor de la nicotina que exprimía a los otros olores del ambiente, eso cada vez que le dabas un buen golpe al cigarro. Así que nada de romanticismo, nada de apegos a un mundo de llantos, la realidad es inmediata y pocas veces admite errores, son nuestros comportamientos los que admiten toda clase de locura o sentimientos pasionales y que nos hacen débiles, tú me decías que no te atraía la idea del romanticismo, pero nunca deje de ver en ti otra cosa, quizá porque el que estaba inmerso en todo ello, era sin duda yo. La idea de viajar en tren, de vernos por última vez en la estación y estirar la mano en ese gesto tan trillado por nuestra humanidad fue quizá la mejor y es el instante que permanecer grabado por siempre en mis recuerdos, todo lo demás fue parte de este acto, de lo que nos llevo hasta ese instante en nuestras vidas y regrese a casa más derrotado que nunca, pero con una imagen que quizá pocas veces volveré a reconocer a menos que no sea en mis sueños.

viernes, 1 de agosto de 2008

Cual es tu lucha?


La voluntad del poder, las ganas por saber lo que es un mundo verdadero, lo suprasensible, la metafísica y una serie de personajes que se han dedicado durante siglos a entender y explicar nuestro comportamiento, como si tratara de una fórmula matemática que admite todas las teorías posibles acerca de sus virtudes. Ideas de eternos retornos, de que las cosas tienen que ser una y otra vez lo mismo, ni siquiera hablo de la idea de que las cosas se tengan que repetir mil veces para poder aprender, hablo de que la vida se repite tantas veces que llega el momento que solo podemos entender que se trata de una gran mentira. El eterno retorno es sin más un mito.
Así que estamos en pugna, no nos preocupa como viste el enemigo, o si para la boda de su mejor amigo se pone sus atuendos plateados y su mejor sonrisa, ni siquiera nos importa la moda o los modales o el comportamiento que le permita juzgar a nuestra sociedad la cordura que poseemos, los disfraces salen sobrando en algunos casos, pero en general son necesarios cuando conforman nuestra geografía, así, sin tanta preocupación, Cervantes, da vida al Quijote, no le pone pasamontañas, no le pone el nombre de un grupo subversivo o el de un héroe para los oprimidos que cifran sus esperanzas en tener un mundo mejor, donde el gobierno ayude a los pobres a ya no ser más pobres y que por lo menos tengan para comer, a veces aspiran a ganarse la lotería pero ni siquiera les alcanza para el boleto. Cuáles son mis batallas, donde esta el desierto, donde puedo retornar a la realidad y entender que ya no se necesitan caballeros que salven a las princesas en peligro, la misma situación, las mismas cosas todo el tiempo, entonces la grandeza de la novela, la grandeza de las historias radica no es ser una receta mágica que cure nuestras dolencias, sino en el aliento que nos permite no darnos por vencidos ante nuestros demonios y saber que podemos llegar hasta la otra orilla aún sin saber nadar, porque el caso es creerse lo que uno desea y no desfallecer en ello. Así que la derrota por muy simple o dolorosa que pueda ser es un mal necesario porque en ella se aprende, derrotas desde la niñez, esa niñez preñada de ordenes, de acatamientos, de lo que puede y no ser, sin importar los daños, pero no por demanda de una sociedad, sino por demanda de nuestros actos, aunque con el tiempo decimos que todo eso nos jodio la vida, nos hizo agrios, fracasados y que nos han heredado lo peor. Cada uno puedes sentarse y contar su historia, sin duda debe de ser la más dolorosa, las más patética y porque no, la única que merece del dolor y asombro de los demás. Quejarse, gritar, traer la agresión en todo instante y en todo lo que hacemos nos algo extraordinario, es como el respirar incluso, venimos impresos e impregnados de ellos, no tan solo por las historias de nuestra niñez, donde para algunos nos heredaron todas las herramientas para ser lo que según la sociedad y el sentido común dictan como peor, el caso no es ese; también el ambiente juega un papel importante e incluso la alimentación así que nuestra habilidad es en realidad labilidad, y no tenemos de que quejarnos.

Cuantas batallas más tenemos que perder, pero insisto allí están las enseñanzas del Quijote a su fiel escudero, es que acaso no podemos ser Sancho Panza y entender lo que nos pasa y dejar tanto miedo, tanto dolor para otro instante, si bien es cierto que nos regalaron en nuestra infancia, gritos, ruidos, golpes, soledad y hasta un poco de hastío, debemos confesar que también nos regalaron la existencia con este entorno y sin hablar de la existencia genética, así que podemos disfrazarnos, no necesitamos de grandes cosas, ni de las mejores, solo es necesario tener esas ganas, esos deseos por hacer las cosas, así un día un hombre sin linaje y enamorado de las novelas de caballería, se monto a su caballo desnutrido y empezó, quizá las más grande de las odiseas de la humanidad, desde una novela, fue capaz de mostrarnos todo el dolor y toda la soledad, fue capaza de mostrarnos su necesidad y su poco apego con las cosas, entonces por qué nosotros no debemos luchar, acaso nuestro miedo es mayor o la edad de la tecnología nos ha rebasado. Nos busquemos sobrevivir tan solo, sino vivir en esta selva asfáltica de ruidos, de mentadas de madre, de oportunistas y aprovechados, de los que no saben lo que quieren y de los que quieren sin saber como lograrlo. Pienso que nada es suficiente y que lo llamado mucho, apenas es un poco, así que por qué no luchar, por qué creer esa loca idea de que la vida ya esta hecha, de que cada paso que damos en encontrarnos de nuevo con el destino y estamos condenados siempre a volver, a donde se vuelve cuando el pasado es tan cierto como lo podamos recordar y dentro de esos recuerdos sufre tantas modificaciones. Así que nuestros demonios pueden ser cuasi formes, deformes e incluso de más amplia gama que se pueda uno imaginar, los demonios según creo, no son otra cosa que nuestra imaginación potenciada para crearnos una referencia al miedo, al dolor, al escape. La Hidra podría hipnotizarnos y Afrodita hechizarnos con su belleza, cuantos dioses o cuantas cosas debemos hacer para creernos la vida, que cosas nos debemos inventar para saber que hoy estamos vivos; nos aniquila el pasado, el futuro aunque quiera es incierto, pero como algo que ya no existe y que se deforma en nuestra memoria es capaz de hacernos daño. Necedad o necesidad de estar inmersos en los recuerdos, afrontar constantemente a todo lo que nos hace daño y un día despertar y tener ganas de pelear, de luchar contra todos, porque no fuimos capaces de destetarnos del todo de ese dolor y porque nos sentimos humillados ante las acciones de los demás y entonces de que sirve poner la otra mejilla cuando nos han golpeado, de que sirve creer que lo sabemos todo de alguien cuando en realidad desconocemos a nuestros instintos más bajos y pasionales, quizá este alucinando con todo esto, pero esas ideas de constantes retornos y este mundo del dolor, nos lleva a instancias nunca antes imaginadas, gritos, llantos, violaciones o vejaciones, todo es parte de la vida y dicen que nos tenemos que conformar.
Cual es tu lucha, mi lucha, la batalla de todos en este mundo de conocimientos colectivos, porque cada uno de nosotros trae impreso el dolor y lo manifiesta de forma tan diferente a otro que le sucede lo mismo. Imposible retornar a la misma vida por siempre, imposible pretender que existe un eterno destino y que estamos condenados a ello, incluso imposible viajar en un espacio paralelo y reparar los daños que conforman un principio por demás interesante, donde la incertidumbre es el gobierno de ese mundo al que llamamos todos los días más o menos de la forma desorden o caos. Así que más que una lucha la vida es convencimiento, entrega en lo que hacemos sin estar midiendo a los demás, sin juzgar y entender que si un loco se pone una bacinilla en la cabeza y por escudo un pedazo de hierro oxidado, no significa que este loco, sino que esta supliendo su necesidad básica de vivir, para mí el Quijote es un principio de vida y como todo principio tiene la necesidad de crecer, amo el Quijote, y por consecuencia amo la vida y te amo porque estas en ella, y te amo todos los días y tengo que entender que todo principio, por una ley no establecida y clara tiene que tener un final, no importa cual pero existe, quizá eso es lo que me hace pensar en el pasado como algo necesario para poder estar hoy donde estamos. Mi lucha es más bien estas ganas por estar todos los días viciado de una felicidad que muchas veces se me esconde. No creo en la necesidad de volver a vivir las cosas que me duelen para sanar de ellas, es mentira que un clavo saca a otro clavo, son nuestras ganas, son estos deseos por vivir, sin engañarnos más…

Como decirlo?


Muchas veces de todas las veces, basta con no decir nada. No existe un medidor de emociones o enamoramientos, o un capacitor de amor que sea capaz de guardar toda la energía que se genera cuando se ama para poder usarla cuando se esta en déficit, en decadencia o en ausencia de esa sensación, es más no existe regla o sensación alguna que nos haga no solo especiales, sino amo de palabras y pasiones que se puedan expresar en el momento preciso, es decir no hay nada y se nos hace imposible entender la vida en ese silencio ensordecedor. Luego los besos, las miradas, las mordidas, el dormir juntos y despertar igual aunque muchas veces, el cansancio o el fastidio nos hagan preguntarnos en que demonios estamos pensando o que nos ha llevado a cualquier situación y entonces desesperamos porque no encontramos la madeja del hilo que nos permite construir lo que nos resguarde de todos nuestros dolores y no hablo de fortalezas o caparazones, sino de humildad y vida. Cuantos dolores atrapados, cuantas ganas de decir y de gritar mil veces todo esto que nos castiga y es mentira que cuando uno rompe una relación, sale intacto de ella, es mentira que todo se pone a nuestro antojo y podemos manejar la situación sin los dolores propios de ese rompimiento, no se aún que duela más si el rompimiento de nuestras ilusiones y nuestros amores o el rompimiento de la fuente que nos hace parir, parirnos, convertirnos en humanos sensibles, aunque mecánicamente o mejor dicho fisiológicamente nunca pueda sentir el dolor del parto, puedo decirte que experimento ese dolor de parto cuando las letras se me niegan, cuando este intento diario por convertirme en artista o en arte de las mismas letras cae vencido por mi poca disciplina o por que no, por mi escaso conocimiento en lo que deseo, el caso no es quejarse o gritar que no se puede, la situación es más simple, uno siempre tiene la necesidad y hasta cierto punto la obligación de des-embarazarse, es necesario e incluso hasta mortal sino se hace, sino se puede de manera natural sino se puede completar el proceso de gestación, entonces porque no abortar, porque no dar media vuelta y empezar a mutilar a enterrar todo lo que nos duele, sin acordarnos de todo el daño que nos hace. Así que nos amamos sin poner nombres, sin poner condiciones o sin atender las demandas de una sociedad que dicta de una u otra forma de comportamiento que nos haga más llevadera la vida, no se trata de cumplir con nuestros sueños a costillas del otro, aunque la realidad dicta que si uno es más fuerte para remar debe hacerlo, porque quizá la incapacidad del otro durante un tiempo termine por convertirse en virtud, solo que son pocas gentes las que confían en esa capacidad que a la vista no salta y parece estar muy escondida, incluso en el fondo mismo de los deseos de quien la ostenta. Luego surge el instinto y un juego de diario, de control de auto invención y re invención que según nos muestra que no lleva a nada, nos preguntamos entonces que somos, que hacemos, como es que nos entregamos a una vida de desolación, de muerte diaria, de castigos, de ruidos, de gritos o aburrimientos, nos preguntamos por el sentido de muchas cosas y nos perdemos en un estado de embriagues porque es la única cosa que para nuestro cerebro, porque es la única cosa que nos quita el martilleo constante de las culpas compartidas, como si en el fondo ese estado emocional nos hiciera más fuerte, nos hiciera inhumanos. Nos rescatamos es cierto y por ello merecemos el mote de súper héroes, pero también somos rescatados y entonces pocas sabemos que nombre nos corresponde en ese juego, pero no nos gusta ser los villanos, al menos no, si estos no poseen una gran sonrisa que pudiera caer en el sarcasmo o sino somos capaces de crear una especie de desbalance, el nombre común que la sociedad adopto para todo esto fue el de caos. Pero que es un caos, que es esa sensación de tener todo organizado para que el desorden prevalezca, a que viene todo esto del desorden sin orden mismo para nosotros, porque alguien se enferma o alguien más decide estar durante cientos de horas condenado a su encierro y no lograr hacer nada, que son los miedos y que es esa necesidad de caer una y otra vez bajo el mismo comportamiento que sin duda no es nada alentador, que somos en realidad, sin importar en este instante a donde vamos, que es todo este ruido y en verdad es para conformarse nuestra forma de ser y decidir, es decir debemos contentarnos porque este mes hemos ganado lo suficiente para sobrevivir e incluso darnos ciertos lujos que otros, que los que no tuvieron oportunidad no pueden hacer, debemos acaso condicionar nuestra vida para que las cosas nos lleven a vivir una vida en movimiento y no una vida con eternas esperanzas donde todo se base en la fidelidad y la lealtad con uno mismo. En realidad no se nada de eso, pero me lo pregunto. Así que la idea de ser desadaptado aplica para todos y contra todos, un mundo en pugna, esa lucha constante de creer, de imaginar que nuestro maquillaje es el mejor y por lo tanto nosotros somos los mejores y que todos los días somos la muñequita del pastel y que todos los días somos especiales porque así debemos ser, pues es parte de lo que somos y para unos no serlos es no quererse y para otros serlo es lo único, des adaptados o no, según el criterio de cada uno, es lo que hace la diferencia, es lo que hace la diversidad y nos pone a todos en un solo cosa en común y la llamamos muerte, aunque hablando de muertes uno debe ser realista y confesar que existen diversas formas y para todos los gustos, así que viendo así los hechos es hermoso no adaptarse a nada porque hacerlo es aceptar la domesticación y yo no soy amante de eso.

Así que un día nos quitamos las mascaras y nos empezamos a mostrar como lo que somos y pensamos tantas veces y tantas cosas sin tener un límite dentro de ello, no nos preguntamos por la esencia misma de nuestros actos, eso no importa, no nos preguntamos si un día es mejor que el otro o si muy pronto la vida nos regalara una sorpresa o si la sorpresa que nos depara un comportamiento que nunca antes esperamos, es en necesidad este andar, es una necesidad entonces en sacar todo lo que nos traga, el sacarnos los miedos sin sacarnos los ojos, el arrojarnos a la vida, sin mascaras, sin esconder nada porque somos en verdad parte de lo que hacemos. Pensamos, soñamos y nuestra vida lo es todo y nos encontramos en todo lo que hacemos, entonces porque ponerle nombre, porque soñar con situaciones que están en la inmediata realidad, porque inventarnos cosas que parecen sin sentido, quizá sea esta necesidad de asombro, de moverse, de ser vertiginosa dentro de la inmovilidad, de no convertirnos en cosa ni cosificarnos.